(Libertad Digital) General Motors y Chrysler recibirán finalmente créditos del Gobierno de EEUU por valor de 17.400 millones de dólares para mantenerse a flote, al menos, hasta el próximo mes de marzo, tal y como había previsto Bloomberg.
Esta era una de las opciones que barajaba el Ejecutivo estadounidense para tratar de evitar el colapso del sector, ya que los Tres Grandes de Detroit (General Motors, Ford y Chryler) reconocieron abiertamente la necesidad de inyección pública para evitar la quiebra.
GM y Chrysler precisan cerca de 14.000 millones de dólares para sobrevivir hasta marzo, según admiten las propias compañías. El jueves, el presidente de EEUU, George W. Bush, anunció que su Gobierno estaba estudiando distintas opciones para ayudar al sector después de que el Congreso rechazara el plan de rescate propuesto por el Ejecutivo.
Pese al veto, Bush y su secretario del Tesoro, Henry Paulson, seguían dispuestos a conceder financiación a ambas empresas ante el riesgo real de que quiebran en las próximas semanas. Este mismo jueves, la Casa Blanca admitía barajar una quiebra escalonada del sector automovilístico.
Así las cosas, Bush ha anunciado este viernes que inyectará en General Motors y Chrysler 17.400 millones de dólares en préstamos. El presidente ha señalado que el dinero del plan, que tiene como objetivo evitar el colapso del sector del motor en EEUU, procederá de los 700.000 millones de dólares de ayudas reservados para el rescate del sector financiero.
No obstante, tal y como dijeron las compañías, necesitaban la inyección pública si querían sobrevivir hasta marzo. El presidente estadounidense no ofreció detalles durante su discurso de cuánto dinero recibirá cada compañía, pero funcionarios de la Casa Blanca indicaron que los dos fabricantes recibirán de forma inmediata 13.400 millones de dólares en prestamos, y otros 4.000 millones de dólares estarán disponibles en febrero.
La tercera de Detroit, Ford, ha dicho que no necesita en estos momentos ayuda financiera. Durante su discurso televisado antes de la apertura de los mercados, Bush justificó la decisión de conceder miles de millones de ayudas a los fabricantes de automóviles estadounidenses, en vez de permitir que se declaren en quiebra.
"Dadas el estado actual del sector del automóvil, y de la economía, es improbable que el Capítulo 11 (que regula el proceso de quiebra en Estados Unidos) funcione para los fabricantes estadounidenses en este momento". Una de las condiciones establecidas por Bush para la concesión de la ayuda financiera es que "si una compañía no presenta un plan de viabilidad antes del 31 de marzo (del 2009), será obligada a devolver los fondos federales".
En cualquier caso, algunos analistas estiman que, con esta medida, Bush pretende evitar unicamente el colapso del sector y facilitar una quiebra escalonada, como reconocía barajar ayer la Casa Blanca. Es decir, que las compañías vayan quebrando poco a poco en lugar de que las quiebras se concentren al mismo tiempo.
Bush culpó al Congreso de no llegar a un acuerdo sobre el plan de ayuda para el sector antes de las vacaciones navideñas. "Esto significa que la única forma de evitar un colapso desordenado es que el poder legislativo actúe. El pueblo estadounidense quiere que las compañías automovilísticas tengan éxito. Y yo también", dijo.
"Los préstamos darán tiempo a los fabricantes tres meses para que pongan en marcha planes para reestructurarse en compañías viables, lo que creemos que pueden hacer". "Segundo, si la reestructuración no puede conseguirse sin declararse en quiebra, los préstamos permitirán que las compañías hagan los preparativos legales y financieros necesarios para un proceso ordenado del Capítulo 11", añadió.
Las compañías han agradecido al Gobierno la inyección de liquidez.