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El Gobierno aísla a España de una tendencia favorable a la energía nuclear

La Comisión Reguladora Nuclear de los Estados Unidos va a tener mucho trabajo durante años. Las solicitudes creación de nuevas centrales se acumulan en sus despachos, una tendencia que se repite en otros países (Finlandia, Gran Bretaña, Australia…). La lucha contra los gases de efecto invernadero y los precios del petróleo han vuelto a ponerlas de moda en todo el mundo, según explica The Economist en un reciente artículo. Una tendencia contra la que se ha rebelado Rodríguez Zapatero, que quiere acabar con la energía nuclear en 20 años.

La Comisión Reguladora Nuclear de los Estados Unidos va a tener mucho trabajo durante años. Las solicitudes creación de nuevas centrales se acumulan en sus despachos, una tendencia que se repite en otros países (Finlandia, Gran Bretaña, Australia…). La lucha contra los gases de efecto invernadero y los precios del petróleo han vuelto a ponerlas de moda en todo el mundo, según explica The Economist en un reciente artículo. Una tendencia contra la que se ha rebelado Rodríguez Zapatero, que quiere acabar con la energía nuclear en 20 años.
(Libertad Digital) Una de las promesas de José Luis Rodríguez Zapatero antes y después de llegar al poder es la de acabar con la energía nuclear en España. Comenzó a hacer buenos sus deseos con Zorita, que ordenó cerrar en abril de 2004, sin haber cumplido 40 años. Es más, las tendencias actuales apuntan a que la vida de las centrales se podría extender, cuando menos, hasta los 60 años en condiciones de seguridad. La central tenía el informe favorable del Consejo de Seguridad Nuclear para que mantuviera su actividad.
 
Esta actitud del Gobierno choca con las tendencias en todo el mundo, que son claramente favorables a la energía extraída del átomo. Si tras los accidentes de Three Mile Island, en 1979 y Chernobil en 1986, más la eficaz campaña de los grupos ecologistas la energía nuclear ha vivido horas bajas (En España se ha impuesto una moratoria nuclear que aún dura), "ahora tiene una segunda oportunidad", según recoge el semanario británico The Economist.
 
Las razones para esta "nueva era de la energía nuclear" a la que se refiere la revista en su artículo son varias. "La geopolítica, la tecnología, la economía y el medio ambiente están todos cambiando a favor de la energía nuclear". El oro negro está en niveles históricamente muy altos, con el barril más allá de los 60 dólares, lejos de los 20 en que se ha movido durante décadas. Además los grandes proveedores de este combustible son, muchos de ellos, regímenes conflictivos y cuyos intereses no coinciden con los de las sociedades libres. El uranio no tiene ese problema, ya que sus principales yacimientos están en países como Australia o Canadá.
 
Las centrales nucleares son muy caras en su construcción. Pero una vez erigidas la energía que producen es barata de producir. Como los precios de la energía están marcados en gran medida por los del crudo y del gas y este se halla en máximos, una central nuclear se ha convertido en un negocio muy rentable.
 
La tecnología también se ha aliado con el átomo, y ya se habla de una nueva generación de reactores. Se han desarrollado medidas de "seguridad pasiva", que se ponen en marcha de forma automática, sin la necesidad de la intervención a tiempo del hombre. Los deshechos más reactivos son vueltos a utilizar en lo que se conoce como reactores "rápidos".
 
La ecología respalda al átomo
 
Pero el último empujón al átomo como fuente de energía proviene de un aspecto que hace años parecería insospechado: el medio ambiente. Por más que la medida del calentamiento global, su incidencia sobre la Tierra y la contribución humana al mismo sean cuestiones aún abiertas, hay un esfuerzo por parte de las principales economías por reducir las emisiones de CO2, un gas de efecto invernadero. La energía nuclear tiene la ventaja de que no emite ningún tipo de gas, mientras que su combustible, el uranio, es muy abundante. Así, "la imagen de la energía nuclear ha pasado de negra a verde", apunta The Economist.
 
En Gran Bretaña sólo un 30 por ciento de la población está en su contra, frente al 60 por ciento de hace sólo seis años. En Estados Unidos están a favor el 50 por ciento de los ciudadanos, por el 44 por ciento en 2001. El primer ministro de Australia ha dicho que la introducción de esta fuente en su país es "inevitable".
 
Las opiniones sobre el papel que juega esta energía en el mundo son totalmente coincidentes. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) dejó claro que España necesita la energía nuclear simplemente para garantizar el suministro, mensaje al que se han sumado las Cámaras de Comercio. Pero además es necesaria para cumplir Kioto, según apuntó Unesa, así como la Asociación Española para la Energía Eléctrica.
 
Uno de los fundadores de Greenpeace, Patrick Moore, también se ha mostrado favorable. Ha declarado que "puede ser justamente la fuente energética que salve a nuestro planeta de otro posible desastre: el cambio climático catastrófico". Moore recalca que "la energía nuclear es la única energía a gran escala y barata que puede reducir" las emisiones de CO2.
 
Moore se refirió al caso de otros ecologistas que han seguido el mismo camino, como el de James Lovelock, padre de la teoría Gaya, que "cree que la energía nuclear es el único camino para evitar un cambio climático catastrófico". También cita a Stewart Brant, fundador de Whole Earth Catalog, o el "obispo británico Hugh Montefiore, fundador y director de Amigos de la Tierra", que "fue obligado a dimitir del consejo del grupo tras haber escrito un artículo pro nuclear en una hoja parroquial".

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