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El 60% de los alemanes quiere abandonar el euro y regresar al marco

La monetización de deuda pública por parte del BCE es una decisión histórica, cuyos efectos pueden conllevar grandes riesgos. Los responsables monetarios del Bundesbank alemán rechazan esta medida. No son los únicos: casi el 60% de los alemanes desea regresar al marco por temor a una futura inflación.

Finalmente, se confirma lo que avanzaba ya el mercado la pasada semana. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean Claude Trichet, ha dado su brazo a torcer en apenas 48 horas, tras la negativa inicial a monetizar la deuda pública de los PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, España y Grecia) mediante la compra directa de bonos en el mercado secundario.

Se trata de una medida histórica que, de hecho, vulnera los principios básicos sobre los que se ha construido la Unión Monetaria. La compra de deuda pública de otros países por parte del BCE (compuesto por los bancos centrales de los países miembros) está prohibida expresamente en el Tratado de la UE al igual que en la Constitución alemana. Pese a ello, Trichet ha decidido abandonar su ortodoxia monetaria ante el riesgo real de quiebra de algunos países socios.

Sus efectos a medio o largo plazo pueden ser muy graves. El programa de compras de bonos públicos iniciado el lunes por el BCE conlleva riesgos notables para la estabilidad de precios, según alertó Axel Weber, presidente del Bundesbank y miembro del Consejo de Gobierno del organismo monetario.

Los bancos centrales de la eurozona se lanzaron a comprar bonos públicos de los países en riesgo, tal y como establece el mega plan de rescate aprobado por el Eurogrupo y el Fondo Monetario Internacional (FMI), dotado con 750.000 millones de euros.

"Las compras de bonos públicos tienen riesgos significativos para las políticas de estabilidad de precios y, por lo tanto, veo esta parte de la decisión tomada por el Consejo del BCE (...) como crítica, incluso en esta situación extraordinaria", afirmó Weber en una entrevista con el diario alemán Boersen Zeitung. "Ahora es vital que mantengamos estos riesgos tan bajos como sea posible. Por lo tanto estas compras son muy limitadas".

Weber, candidato favorito a sustituir al francés Trichet al frente del BCE, muestra así su profunda preocupación por las tensiones inflacionistas que podría provocar esta medida ya que, en esencia, supone una devaluación del euro por vía indirecta. Por ello, añade: "La población alemana puede contar con nosotros, ya que estaremos especialmente atentos a este respecto. El Bundesbank -banco central alemán- y el conjunto del eurosistema tienen por objetivo mantener la estabilidad de precios en la Unión Monetaria, ahora y también en el futuro”.

Paridad con el dólar

Según Wolfgang Gerke, presidente del Centro de Finanzas Bávaro, aunque descarta la “hiperinflación”, considera que Alemania podría sufrir una inflación mínima del 3% ó 4% debido a los elevados déficits públicos -el BCE tiene por objetivo garantizar una inflación máxima del 2% anual-.

La opción nuclear -monetización de deuda- adoptada el pasado domingo por el BCE no es compartida por los miembros alemanes del banco central. Trichet reconoció que la decisión no fue adoptada unánimemente por los 22 miembros que componen el Consejo de Gobierno de dicho organismo. En algunas decisiones “no hubo mayoría abrumadora", indicó.

"El BCE ha cruzado la línea, una línea que algunos miembros consideraban que el banco nunca cruzaría en su vida", explicó Jacques Cailloux, economista jefe para Europa de Royal Bank of Scotland (RBS) en Londres. "No me sorprende que no fuera unánime".

Y es que los dos miembros alemanes del BCE votaron en contra. Además, acudir al quantitive easing -monetización de deuda pública- ha puesto en pie de guerra a Berlín. No obstante, “el 95%” de las medidas que contiene el plan de rescate europeo han sido propuestas por Francia, según admitió el presidente galo, Nicolas Sarkozy, algo que, sin duda, ha causado “conmoción y pavor” entre los alemanes. "Los alemanes están viendo esto en horror", según Hans Redecker, jefe de divisas de BNP Paribas. “Si esto termina en una apuesta total por el quantitative easing, la gente se va a poner en pie de guerra", advierte.

Muchos alemanes creen que el euro desaparecerá

Sin embargo, igual no es necesario esperar tanto. Los contribuyentes germanos rechazan de plano esta opción. Según una reciente encuesta elaborada por la firma germana de opinión Emnid, el 59% de los alemanes cree que Berlín debería abandonar el euro para regresar al antiguo marco, ya que temen que el rescate de los PIIGS dispare la inflación a medio o largo plazo (52% de los encuestados). De hecho, uno de cada tres cree que el euro, tal y como está concebido en la actualidad, no existirá en 10 años. Opinión que, por cierto, comparte el prestigioso inversor en materias primas Jim Rogers.

Por el momento, la mayoría de expertos coinciden en que la medida adoptada por el BCE producirá una devaluación monetaria. "Mientras continúe la incertidumbre sobre Grecia y otros países de la periferia, el euro seguirá bajo presión", según Thomas Mayer, economista jefe del Deutsche Bank. “Creo que pronto veremos al euro cotizar a 1,2 dólares”, frente al 1,3 de la pasada semana, y no descarta que esta tendencia se mantenga hasta alcanzar definitivamente la paridad (1:1) con el dólar. Es decir, la devaluación monetaria coordinada avanzada por LD.

La oposición al rescate de países y la devaluación monetaria se ha reflejado ya en la primera derrota electoral importante del partido en el poder, obtenida por Angela Merkel en Renania el pasado domingo, donde su coalición perdió la mayoría en favor de los socialdemócratas.

¿Dos divisas en la zona euro?

De mantenerse este rechazo frontal por parte de los alemanes y, finalmente, materializarse los temores inflacionistas hay ya quien no descarta el abandono voluntario de Alemania de la zona euro, estableciendo así una especie de dos divisas comunitarias en el seno de la Unión: una formada por los países más fuertes y sólidos de la zona euro y otra (un euro II devaluado) para las economías más débiles, regresando así a la Europa de dos velocidades, sólo que a nivel monetario.

Lo único cierto por el momento es que los alemanes, tanto ciudadanos como autoridades monetarias, ven con muy malos ojos el plan de rescate europeo aprobado el pasado domingo.  

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