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DOS LECCIONES TELONERAS, por V. Gago

LD (V. Gago) Como función telonera, el cara a cara de Solbes y Pizarro ofrece un par de lecciones interesantes para los dos recitales de Rajoy  y Zapatero que se avecinan.
 
La primera es que los debates con agendas cerradas se pueden prever y, por tanto, pueden y deben prepararse mejor.
 
El armazón de Solbes se ha parecido como una gota de agua a otra a la prospección que hizo Libertad Digital el pasado 17 de febrero del guión que seguirá el presidente en su debate económico con el líder del PP. 
 
En su análisis de los escenarios lógicos del debate, este diario pronosticó que Zapatero "se aferrará a los favorables datos macroeconómicos de la legislatura: crecimiento y empleo, en conjunto, le favorecen".
 
Solbes ha empezado el debate remarcando las diferencias de los indicadores macro: un crecimiento del 3,8 en 2007 frente a un 3,1 en 2003; 20 millones de ocupados contra 17; una tasa de paro del 8,5 contra otra del 11,5 del último año de la etapa Aznar.
 
Y ha concluido la sesión con un alegato de "tranquilidad y confianza" basado en ese acervo. Todo, en un tono relajado y aparentemente cómodo, lo que le llevó a rematar la faena mirando a la cámara con su ojo tuerto, sin complejos y hasta transmitiendo cierta expresividad serena y positiva, algo insólito en el vicepresidente.
 
Este diario también razonó que al PP, la agenda cerrada del debate pactada por Pío García Escudero y José Blanco le crearía problemas para defender las ventajas competitivas de su importante reforma fiscal, sin duda la baza más importante que Rajoy puede jugar entre las clases medias.
 
Algo muy parecido se ha ensayado este jueves entre Solbes y Pizarro. La oferta fiscal del candidato popular ha pasado prácticamente inadvertida, en medio de las constantes comparaciones de los cuadros macro de ahora y de hace cuatro años, expuestas en todas las variantes por el gobernante, lo que, de paso, desmontaba el argumento de la apolínea herencia económica del PP. Se ha sentido tan seguro Solbes, que ha ido a buscar a Pizarro a su terreno, en vista de que el candidato popular no acababa de vender las excelencias de la bajada de impuestos programada por su partido.
 
Solbes atacó una de las frases más célebres de su contrincante. Vino a decir el vicepresidente [cita basada en notas]: "Usted ha dicho que prefiere que el dinero esté en el bolsillo de los contribuyentes. El problema, señor Pizarro, es que en España hay personas que no tienen dinero y que no tienen bolsillos". Demagógico, pero eficaz, sobre todo si el PP rehuye el tema y no explica la decena de razones –al menos– por las que bajar impuestos favorece más, precisamente, a los que menos tienen.
 
La pauta de Solbes proporciona una información valiosa sobre cómo será el comportamiento de Zapatero en el decisivo bloque de arranque de sus dos debates con Rajoy. No cabe esperar que un presidente iletrado en Economía se aparte un milímetro de los razonamientos de su experto en el Consejo de Ministros. Solbes dijo días atrás: "Acepté repetir por si las cosas se ponen difíciles". Si algo ha transmitido el vicepresidente en el primer gran debate de la campaña, es seguridad y tablas políticas, dos valores muy apreciados por la audiencia, según se conoce por la encuesta de Antena 3 sobre la recepción del cara a cara, difundida a la hora de cerrar esta edición.
 
La segunda lección interesante de este ensayo, ante los debates de Zapatero y Rajoy, es servir de ilustración de las diferencias entre el lenguaje político y el lenguaje de la tecnocracia. En los debates televisivos, o se tiene muy claro el punto de equilibrio, o hay que escoger una de los dos opciones.
 
En el PP han apostado por el low profile. Es una opción y puede tener sentido. Frente a la apuesta por la "tensión" y el "dramatismo" de Zapatero, nada más desmovilizador que la serenidad de Solbes y el tono de guante blanco de su debate con Pizarro. La encuesta de Antena 3, dando como ganador al vicepresidente económico, puede tener un efecto desmovilizador en la izquierda. Muchos votantes del PSOE en situaciones de emergencia como las que persigue ansiosamente Zapatero, quizá piensen que esto será un paseo militar y acaben quedándose en casa el 9 de marzo. Ya se verá.
 
Solbes ha mantenido el debate donde quería, en el terreno de los datos, y no ha recibido ni una sola alusión a sus enfrentamientos con la Oficina Económica del Gobierno, a sus constante cambios de criterio, a sus amagos de desautorizar al presidente del Gobierno, a su afición a decir una cosa y la contraria en el mismo día.
 
O puede que al PP le interese, precisamente, mantener ese perfil bajo y tecnocrático para amodorrar a la audiencia  [4,5 millones de espectadores de la última entrevista de Zapatero con Iñaki Gabilondo son demasiados] y excitar aún más el talento dramático del líder del PSOE.
 
En todo caso, a Rajoy le va a costar mucho colocar metáforas políticas claras y eficaces, capaces de imprimirse en la retina y en la memoria, cuando los tuyos y los otros han marcado un campo de juego tan estrecho.
 
¿Aprenderá Rajoy la lección? El debate de Solbes y Pizarro puede verse como un provechoso test, si el líder del PP sabe extraer las conclusiones de lo que le espera, un oponente menos educado pero también más seguro después de comprobar que su vicepresidente ha salido igual de tuerto pero airoso. Ha aceptado la agenda que le propusieron, ha aceptado los moderadores. La escaramuza de guante blanco de Solbes y Pizarro le da, al menos, la oportunidad de aprender a jugar en la baldosa que le han marcado. Messi lo logró con su gol de chotis de este miércoles al Celtic. ¿Lo conseguirá Rajoy?

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