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DISCURSO ÍNTEGRO DE AZNAR EN FAES

Por su interés, reproducimos de forma íntegra el discurso de José María Aznar en la inauguración del Campus FAES 2008.

Éste es el quinto año en el que tenemos que agradecer la hospitalidad de esta magnífica villa de la sierra madrileña y el excepcional servicio que nos presta el personal del hotel para la celebración de nuestro Campus.
 
Quiero dar las gracias también a los medios de comunicación por su paciencia y su interés. Agradezco asimismo al alcalde su presencia y que un año más nos acompañe en esta inauguración.
 
Como cada año por estas fechas, venimos a Navacerrada a escuchar, razonar y discutir sin cortapisas, con expertos de primer nivel y reconocido prestigio, sobre cuestiones que están o estarán muy pronto en la agenda política.
 
Nuestro propósito no es enzarzarnos en ninguna disputa de corto plazo. Lo que nos proponemos es, como cada año, adelantarnos a los debates de fondo que ya se atisban como imprescindibles -e ineludibles- en un futuro muy próximo.
 
Nuestro objetivo es reflexionar -en un marco plural y con el compromiso de guiarnos siempre por la defensa de la libertad- para adelantarnos a los debates, para tener siempre actualizado nuestro pensamiento, y para intentar contribuir con respuestas constructivas y eficaces a los problemas que nos afectan a todos, como individuos y como sociedad.
 
Nuestro método de trabajo es atender a las cuestiones cuando empiezan a ser objeto de debate en el mundo.
 
Y nuestra fortuna es que contamos, como van a poder comprobar ustedes durante estos catorce días, con expertos de primer nivel. Con personas de una admirable trayectoria en sus respectivas áreas a las que damos muy sinceramente las gracias por ayudarnos a ofrecer, como fundación de análisis político, los mejores instrumentos de reflexión y pensamiento en la vanguardia del debate político y público en España.
 
Queridos amigos,
 
Trabajamos para que FAES sea un referente internacional entre las grandes fundaciones de análisis político en el mundo.
 
Estamos muy orgullosos de que FAES sea una fundación de análisis político que en España quieren copiar, incluso, nuestros adversarios políticos. Y por encima de este agradecimiento a los de enfrente –que puede sonar retórico, pero que no lo es-, estamos humildemente satisfechos de que FAES sea reconocido como uno de los mejores instrumentos para el debate y el análisis político a todas las personas que creen, como nosotros creemos, en España y en la libertad.
 
Nuestra voluntad -y nuestra vocación- es de servicio a España y a los españoles.
 
Los ejes que sustentan nuestra reflexión son bien conocidos. No lo ocultamos.
 
Defendemos la libertad individual, y la responsabilidad individual, como garantía y motor de todo aquello que merece la pena. La libertad de las personas es garantía y motor de la democracia, de la prosperidad y del progreso real.
 
La libertad individual, con responsabilidad individual, es lo que nos hace ciudadanos. En España estamos este año celebrando el bicentenario de la lucha del pueblo español por superar el Antiguo Régimen y constituirse en una nación de ciudadanos, que quisieron ser ciudadanos libres e iguales  con la Constitución de 1812.
 
Al constitucionalismo español dedicaremos el segundo curso del Campus. Nuestro objetivo no es –no podría ser en ningún caso- repasar los dos últimos siglos de nuestra Historia como Nación.
 
Nuestro objetivo es más modesto. Queremos reflexionar sobre lo que significa ser ciudadanos libres e iguales. Pero no en abstracto.
 
Vamos a reflexionar sobre lo que significa ser ciudadanos libres e iguales hoy en España, con todas las dificultades que en algunos casos ello conlleva.
 
Vamos a reivindicar la ciudadanía, lo que es y lo que significa ser ciudadanos libres e iguales en una democracia liberal. Lo que es y, evidentemente, lo que no es.
 
Permítanme exponer algunas ideas elementales, pero imprescindibles en estos tiempos que corren.
 
La primera es que los colectivos no son ciudadanos; ser ciudadano exige el respeto al imperio de la ley, que debe ser igual para todos. Y quienes ponen por delante a los colectivos y promueven la desigualdad -por ejemplo, por el lugar de nacimiento o residencia- están atacando a la ciudadanía, están atacando a la democracia liberal. Esto, como es obvio, no es relativo. Es simplemente verdad.
 
 
La segunda es que el relativismo y, dentro de él, la creciente afición por distorsionar las palabras para así deformar su significado, el juego arrogante de pretender que la realidad no existe sino que uno la decide, la anuncia, la crea y, lo que es peor aún, parece que se la cree. La corrección política es, así, y aunque cueste asimilarlo, una amenaza para nuestra libertad. 
 
Esta es la razón de que dediquemos nuestro primer curso del Campus a la tiranía de lo políticamente correcto. Mi buen amigo Jean Pierre Raffarin, que ha tenido la amabilidad de inaugurar este Campus, quizá no sepa que aquí tenemos un gobierno que ha hecho de la corrección política la razón de ser.
 
Y así resulta que el gobierno no sabe si estamos o no en una crisis económica, porque –en palabras de su Presidente- es algo opinable.
 
Como es opinable que alguno de los reductos de la violación sistemática y totalitaria de los derechos humanos sea una dictadura. Como también es opinable que los terroristas sean siempre terroristas. Depende. De la misma manera un atentado puede ser un crimen execrable o un accidente de recorrido. También depende. 
 
Sin embargo, en un rasgo de sinceridad que debemos agradecer, el presidente de nuestro Gobierno nos ofreció la clave cuando afirmó que “la política no está al servicio de las palabras sino las palabras al servicio de la política”.
 
¡Que más da afirmar hoy que “primero la paz y después la política” y justificar mañana la negociación política con los terroristas que no habían dejado de serlo!
 
Gracias a que la palabra para algunos no significa nada sino que es un simple instrumento de la política minúscula y sectaria, hemos podido escuchar a un jefe de gobierno decir con toda solemnidad que “la cintura es la esencia de la democracia”.
 
Permítanme que les confiese que ante semejante despliegue de ingenio, determinadas críticas que podemos recibir las tomemos como verdaderos elogios.
 
Seguramente la vida sería más fácil de otra manera, pero resulta que creemos en las ideas y en la palabra.
 
La palabra sí que es esencial en una democracia.
 
Entre otras razones porque las palabras nos comprometen. Su significado nos ata y así, sólo así es posible reconocer nuestros aciertos y dejar al descubierto nuestros errores.
 
Así y sólo así se puede separar la transparencia de la ocultación.
 
Así y sólo así, respetando lo que las palabras significan, es posible un diálogo constructivo.
 
Pues bien, hay un gobierno que, cada día, y como en el cuento de Lewis Carroll, pretende que las palabras signifiquen lo que se desea que signifiquen, aunque entren en conflicto manifiesto con la verdad.
 
Si fuera un juego, quizás tendría su gracia, pero cuando la diversión de estos jugadores es la libertad, el presente y el futuro de nuestra Nación o la situación económica de las familias, la cosa sólo divierte a los incondicionales, sobre todo a aquellos que no pagan la factura. 
 
Queridos amigos,
 
El curso que lleva por nombre “La tiranía de lo políticamente correcto” analiza esta perversión del lenguaje, a la que Mario Vargas Llosa se refirió magistralmente en este mismo lugar y por estas fechas el pasado año, en la presentación del libro de memorias de Jean François Revel, y que no es en absoluto inocente.
 
El poder político puede muchas cosas, pero no las puede todas. No puede, al menos mientras funcione la democracia, decidir lo que es real y lo que no lo es. No puede decidir, a conveniencia, lo que significan las palabras. No puede dictaminar cómo debe ser la moral que se inculque a los niños en la escuela trasgrediendo con ello la libertad de elección de los padres. No puede, en definitiva, ser fuente de verdad porque eso es tanto como endiosar al poder político.
 
Queridos amigos,
 
Comprobar la afición de los miembros del gobierno de España por despreciar lo que significan las palabras podía tener su gracia cuando esta afición no acarreaba más consecuencias que simpáticos titulares de prensa.
 
Había perdido toda su gracia cuando esos mismos titulares de prensa recogían, hace ahora menos de diez meses, que el propio presidente de ese gobierno, utilizando todo su poder demiúrgico, “garantizaba” literalmente que la crisis financiera no llegaría a España.
 
No hay más que verlo. Cada día, con cada nuevo indicador económico que se hace público, comprobamos su enorme capacidad para “garantizar” que la realidad “debe” amoldarse a sus designios políticos. Caprichosa realidad ésta, deberá pensar, que no me obedece como yo pensaba.
 
Y es que cuando un gobierno niega la realidad no puede anticipar los problemas para los que ha decidido estar ciego. No puede tomar medidas a tiempo porque en la realidad virtual esos problemas no existen. Y las medidas que toma, como son para problemas muchas veces inexistentes, resultan ineficaces o, peor aún, demuestran ser ocurrencias inútiles o contraproducentes.
 
Queridos amigos,
 
Nosotros no pretendemos garantizar nada. No tenemos tanta capacidad. Sí queremos, más aún, estamos decididos a llamar a las cosas por su nombre, a señalar a los vendedores de humo, a hablar con claridad, a estudiar seriamente los problemas del mundo real, y a buscar soluciones.
 
Por ejemplo, habrá que buscar soluciones a la crisis energética. Y habrá que ver, también por ejemplo, si tiene sentido que España haya cerrado la puerta a la energía nuclear para comprarle luego a nuestros vecinos electricidad producida en centrales nucleares. De estas cosas también reflexionaremos en el Campus de este año.
 
Lo haremos, como siempre, con seriedad. Somos así de antiguos.
 
Hace un año, aquí mismo, los expertos que participan en el Observatorio Económico FAES nos dieron todas las claves de una crisis que otros negaban. Queremos escuchar lo que nos cuentan este año. Queremos saber cuáles son sus propuestas para salir de la crisis.
 
Vamos a hacer algo más. Con el mismo formato del Observatorio económico, que ha demostrado ser un éxito, vamos a poner en marcha un Observatorio de la Educación.
 
Queridos amigos,
 
Una educación de calidad, una formación exigente que inculque los valores del mérito y el esfuerzo desde los primeros años de la escuela, junto con una formación continua de los trabajadores, son la mejor garantía para ganar el futuro. Y esa necesaria apuesta por la educación, y bien que lo lamento, sigue derogada hoy en España por decreto gubernativo.
 
Esas contingencias no nos van a desanimar.
 
Aquí hablaremos con toda libertad de políticas económicas para salir de la crisis, de educación de calidad y en libertad, de innovación, de inmigración, de gestión eficiente del agua y de la energía, de políticas sociales y de cómo hacer viable el Estado del Bienestar.
 
Este compromiso con la libertad y con la determinación de no dejar que nos callen y de dar voz -en la medida de nuestras modestas posibilidades- a aquellos a los que se quiere silenciar define el contenido del último curso del Campus: “La sociedad civil y la causa de la libertad”.
 
La defensa y el respaldo a las víctimas del terrorismo han sido, son y serán siempre una de nuestras principales ocupaciones y preocupaciones. Estamos firmemente comprometidos con su reivindicación de Memoria, Dignidad y Justicia. Saben que aquí serán siempre recibidos como merecen. Saben que nos hacen un honor con su presencia y su testimonio.
 
Apoyamos a las víctimas porque sabemos que el terrorismo es el mayor ataque a la libertad. Y aplaudimos a los gobiernos que trabajan para derrotar al terrorismo.
 
En estos días contaremos con un testigo de excepción en esa lucha para la derrota del terrorismo. Nos honrará con su presencia Juan Manuel Santos, ministro de Defensa de Colombia. Estoy seguro de que podrá contarnos muchas cosas y muy interesantes.
 
Queridos amigos,
 
Ya termino.
 
En estos días vamos a rendir homenaje a tres grandes hombres. A tres políticos comprometidos con la causa de la libertad. A tres personas que fueron siempre con la verdad por delante.
 
Mañana, en esta misma sala, están ustedes invitados a la presentación de un pequeño gran libro que cruza las biografías y las personalidades de Ronald Reagan y Winston Churchill. Es el último libro publicado por Gota a Gota, nuestra editorial. Lo presentarán el autor junto con un nuevo patrono y buen amigo –desde siempre- de la Fundación, el diputado Manuel Pizarro.
 
El domingo rendiremos homenaje a uno de los nuestros.  A uno al que todos los españoles, y yo desde luego, le debemos mucho. Gabriel Cisneros era un habitual de los Campus FAES y de todas las actividades de la Fundación, de la que era además Patrono. Fue diputado, padre de la Constitución y, sobre todo, un gran patriota. Nos dejó hace un año y hemos preparado un pequeño libro FAES en su memoria.
 
Queridos amigos,
 
Como ven, estos catorce días van a ser de intenso trabajo.
 
Contarán con la presencia de los presidentes de las dos Comunidades autónomas más pujantes de España, Esperanza Aguirre y Ramón Luis Valcárcel, dos políticos que representan lo mejor del Partido Popular. 
 
Culminarán, como todos los años, con la clausura a cargo de Mariano Rajoy. El Presidente nacional del Partido Popular -más ahora ante las responsabilidades que ha asumido- siempre ha encontrado y encontrará en esta casa aprecio, respeto y, ciertamente, sinceridad intelectual.
 
Hay quienes no conciben que estos tres términos  puedan ir  juntos. Para nosotros, sin embargo,  probablemente constituyen la mejor contribución que podemos hacer para consolidar y enriquecer  el proyecto político común.
 
Confiamos en que las reflexiones que vamos a escuchar y debatir las próximas dos semanas puedan ser útiles a todos los que, como nosotros, creen y defienden la libertad y quieren trabajar al servicio de España.
 
José María Aznar.

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