¿Cuándo declarará Atenas la quiebra oficial? Ésta es la única pregunta que sobrevuela entre los analistas de los principales bancos internacionales. La Trade Association for the Emerging Markets celebró el miércoles una conferencia en la sede del Bank of America Merrill Lynch de Nueva York bajo el título El Dilema de la Zona Euro, al que asistieron, entre otros, analistas de JP Morgan y Cleary Gottlieb Steen & Hamilton, así como académicos del American Enterprise Institute y la American University.
La conclusión del seminario no deja lugar a dudas: todos los participantes coincidieron en que Grecia terminará declarando oficialmente su bancarrota, lo que obligará al país a emprender la reestructuración de su deuda pública aplicando una quita (descuento), retrasando sus vencimientos e, incluso, sustituyendo sus antiguos bonos por otro nuevos al estilo de California.
El rescate griego por parte de Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI), dotado con 110.000 millones de euros a tres años, tan sólo ha pospuesto lo inevitable. No obstante, la deuda pública griega ascenderá al 150% de su PIB en 2011.
Con dicho nivel de deuda, el mercado internacional mantendrá cerrado el grifo del crédito, con lo que la única alternativa viable es el default (suspensión de pagos) ya que, en caso contrario, Grecia seguirá precisando de la asistencia internacional por tiempo indefinido más allá de 2012 (algo improbable, según estos mismos analistas).
Algunos participantes, en concreto, un par de gestores de hedge funds (fondos de alto riesgo), se atravieron incluso a fijar un límite temporal para la declaración oficial de la quiebra griega: no más de seis meses, tras la celebración del Mundial de fútbol.
Por su parte, el ex presidente del Bundesbank alemán Karl Otto Pohl (entre 1980 y 1991) coincide en que será imposible que Atenas devuelva los más de 300.000 millones de euros en deuda pública que acumula en la actualidad (más del 110% del PIB). “La Unión Europea debería haber declarado hace medio año -o incluso antes- que la deuda griega necesita una reestructuración”.
Posible salida del euro
Otros expertos van más allá cuando pronostican, no sólo la quiebra de Grecia, sino su salida del euro. Éste es el caso de la consultora británica Centre for Economics and Business Research (CEBR) que, en un reciente informe, señala que tan sólo es cuestión de tiempo que Grecia abandone la zona euro. El Gobierno de Atenas no podrá evitar la temida espiral de deuda pública sin devaluar su moneda con el fin de impulsar las exportaciones del país. La única vía que le queda es, pues, regresar a su moneda nacional (el dracma).
Una opción probable, según estos analistas, pese a que “los políticos griegos han restado importancia a la posibilidad de abandonar el euro, lo cual podría conducir a la desintegración de la moneda única”. Y es que, tras Grecia, pueden ir detrás otros países miembros, en referencia a España, Portugal o Italia, advierte la entidad.
Esta vía causaría pérdidas por valor de decenas de miles de millones de euros a la banca francesa y alemana de ahí, precisamente, que el Gobierno de Bruselas esté intentando por todos los medios poner en marcha un mega plan de rescate para países en dificultades, dotado con 750.000 millones de euros. Así, el actual panorama avanza dos posibles escenarios: o la unión política y fiscal o la desintegración de la zona euro.
En este sentido, Otto Pohl, al igual que hizo ayer el ex presidente español José María Aznar, rechaza el rescate de países. Según Pohl, el plan ideado por Bruselas y el FMI tan sólo tiene un objetivo: “Salvar a los bancos alemanes, pero sobre todo a los bancos franceses, de las condonaciones de deuda. El día en que el paquete de rescate fue aprobado las acciones de los bancos franceses subieron hasta en un 24%”. Así pues, en realidad, se trataba, no del rescate de Grecia, sino de salvar “a los bancos y los griegos ricos”.
Por último, el presidente de la República Checa, Vaclav Klaus, lo tiene muy claro: “La zona euro ha fracasado”. A partir de ahora, “Europa tendrá que decidir si llevar a cabo una centralización política” que, según Klaus, irá en detrimento de la “libertad y prosperidad” de los ciudadanos europeos. No obstante, el “modelo social europeo” que impone Bruselas es “una variante improductiva del Estado de Bienestar, del paternalismo estatal, de impuestos altos y baja motivación para trabajar”, denuncia.
“La UE avanza hacia la supranacionalidad” para mantener la vigencia del euro a costa de un “bajo de crecimiento económico”. Además, señala que el rescate de países y las recientes medidas de austeridad fiscal no servirán para salvar a la economía europea. Según Klaus, la única salida viable para salvar el actual modelo de la Unión consiste en emprender una “radical reestructuración del sistema económico y social europeo”.