(Libertad Digital) La propuesta estrella del programa Agua de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, es la de transformar agua salada en agua dulce por medio de desaladoras. El Gobierno socialista paralizó el Plan Hídrico Nacional, que se basaba en los trasvases de la España húmeda a la más seca. Narbona sustituyó los trasvases con la desalación del agua del mar, en aquellos sitios donde el mineral fuera más escaso.
El problema, como indicaron los críticos desde el comienzo, es el enorme coste de transformar agua salada en dulce, que redundaría en un aumento espectacular del precio del agua, entre otras cosas por el ingente consumo de energía. Para evitarlo, Cristina Narbona ha propuesto imponer un recargo en la factura, pero no en la del agua sino en la de la electricidad.
Joan Clos, al cargo del Ministerio de Industria, se ha opuesto resueltamente a que los consumidores de electricidad subvencionen el agua desalada. El problema es que la factura de la luz incluye otros conceptos que van más allá del coste del servicio eléctrico, y no quiere sumar una más. De hecho, la intención de Industria es que el en la factura lo único que acabe pagando el consumidor sea precisamente el coste del servicio, sin más. De hecho, según las fuentes del Ministerio de Medio Ambiente citadas por el diario Expansión reconocen que "lo normal es que (el recargo) se aplique sobre la tarifa de los consumidores de agua", y no los de electricidad.