El Banco Mundial, por ejemplo, pide a China que acometa reformas estructurales para garantizar un crecimiento más equilibrado basado fundamentalmente en la demanda interna. Sin embargo, China no está en condiciones de reducir su ritmo exportador.
Esta misma semana hemos conocido que ha desbancado a Alemania como primer vendedor de bienes y servicios al mundo. "China mantendrá un elevado volumen de exportaciones, como mínimo, hasta 2020", según ha declarado a Libertad Digital el economista del China Center for Economic Research-School of Develpment, Miaojie Yu.
La razón, añade, pasa por un mercado interno débil y de difícil ajuste. Las explicaciones a esta cruda realidad son dos, fundamentalmente: unas tasas de dependencia y población urbana extremadamente bajas.
Los ciudadanos dependientes (ancianos, niños etc..) representan un 40% del total. El otro 60% está en edad de trabajar, con lo cual hay una fuerza laboral abundante. Este factor presiona sobre los salarios a la baja y supone un lastre importante para el consumo privado.
Además, la población urbana en China no supera el 50% y presenta a su vez un bajo nivel de renta. Sin demanda interna suficiente, las exportaciones toman el relevo. Pero ¿Y qué sucede cuándo éstas se ven también subyugadas por una crisis como la actual -han caído más de un 20% en 2009-?
Respuesta: nos encontramos con niveles obscenos de gasto público y liquidez que merman la inversión privada (motor del crecimiento a largo plazo). Y es que, tal y como avanzó Libertad Digital, el plan anticrisis de China amenaza con crear una burbuja financiera e inmobiliaria.
China crecerá también al 8% en 2010, según empiezan a vender ya las autoridades, gracias a los estímulos fiscales aprobados (gasto público), aquellos que puedan estar por llegar y el re-calentón del sector inmobiliario.
Por tanto, es preciso asumir de entrada que China recuperará la normalidad anterior a esta crisis sólo cuando repunten otra vez las exportaciones (teniendo en cuenta que no hay un mercado doméstico fuerte como para sostener el crecimiento).
Reformas
Para ello, el profesor Miaojie apunta que son necesarias las siguientes reformas de manual: incrementar la calidad de los productos exportados. Así es posible venderlos más caros y aumentar el volumen total de exportaciones; y mejorar el acceso al crédito de las empresas exportadoras. Sólo así podrán financiar sus networks y costes fijos inherentes a la penetración en cualquier mercado.
¿Y cómo lograr ambos objetivos? Aumentando la productividad. Como dijo Paul Kraugman, último Nobel de Economía, "en el corto plazo no, pero a largo plazo lo es casi todo".
¿Y cómo incrementar la productividad? Bueno, eso es cosa ya de las compañías, que pueden reducir su ineficiencia recortando algunos costes variables, el desarrollo de la educación y la protección de los derechos de propiedad privada. Erradicando esa lacra es posible crear mercados competitivos que permitan innovar y, por tanto, progresar. En definitiva, el gran mercado chino es todavía una utopía, realizable quizás, pero no a corto-medio plazo. Antes, como en todo, hay que reformar la casa.