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Cantillon, primer vendedor a crédito de la historia, por J.M. Guillán

Richard Cantillon fue un banquero Irlandés que se hizo millonario especulando con valores a la baja, lo que hoy en día conocemos como venta a crédito o estrategia short. La estrategia de los hedge funds actuales ya fue probada en el siglo XVIII.

Richard Cantillon fue un banquero Irlandés que se hizo millonario especulando con valores a la baja, lo que hoy en día conocemos como venta a crédito o estrategia short. La estrategia de los hedge funds actuales ya fue probada en el siglo XVIII.
LD (J. M. Guillán) Richard Cantillon (finales del siglo XVII, prinicipios del XVIII) concedió créditos para que sus clientes compraran acciones de la sociedad comercial del Missisipi, que fundó John Law, (ministro de Felipe de Orleans), con la condición de que estas acciones permaneciesen depositadas en su banco como colateral al crédito.
 
El banquero irlandés aprovechó para, sin conocimiento de los clientes y en pleno climax de la burbuja crediticia, vender los títulos allí depositados con la intención de recomprarlos más tarde a un precio más bajo, una vez que estallara la burbuja. Una particular estrategia que ahora siguen numerosos hedge funds (long - short) en la actualidad, pero que ya practicó Cantillon en el siglo XVIII.
 
El 24 de marzo de 1720 se produjo un crack debido a la expansión crediticia puesta en práctica por John Law, y las acciones de muchas compañias cayeron en picado. Entre ellas, la de la sociedad comercial del Missisipi. Algo que fue aprovechado por Cantillon para recomprar a un precio mucho más bajo las citadas acciones, tras lo cual volvió a depositarlas en los depósitos de valores de sus clientes, obligándoles además a devolver los créditos que les había concedido para su compra.
 
La muerte de Cantillon fue trágica. Fue asesinado en 1734 por su cocinero, quien incendió la casa para encubrir el crimen. Sin embargo, el supuesto crimen no quedó del todo aclarado, y aún hay quien piensa que, en realidad, fue él mismo quien planeó su asesinato para poder emigrar a Sudamérica con la fortuna ganada.
 
Ahora bien, ¿es hoy un buen momento para vender a crédito o será difícil que veamos más caídas como las que hemos tenido hasta ahora?
 
Lo peor de la crisis aún está por llegar
 
Si atendemos a los mensajes lanzados desde el equipo económico del presidente del Gobierno, con Miguel Sebastián (ministro de Industria) en el papel de John Law, tal crisis es del todo improbable.
 
En principio, existen múltiples indicadores económicos que indican que lo peor aún está por llegar. Así, factores de riesgo como el alza imparable del petróleo, la elevada inflación, el derrumbe del mercado inmobiliario nacional, los últimos datos del PIB o el aumento del desempleo son buena muestra de ello.
 
Además, los PER (número de veces que el beneficio neto de una empresa se encuentra incluido en el precio de una acción) de muchas compañías pueden llevar a engaño, ya que en la actualidad proyectan estimaciones de resultados. En este sentido, habrá que esperar a la publicación de las cuentas de resultados del segundo trimestre (un dato plausible y no una mera estimación), que se publicarán el próximo mes.
 
Si usamos el análisis técnico, tal y como se observa en el gráfico adjunto, se ha producido un cambio de tendencia en el largo plazo, al producirse un patrón de doble techo en el entorno de los 16.000 puntos del Ibex 35. Desde ahí no hemos parado de bajar. Tras registrar un rebote que nos ha llevado hasta niveles del 14.300-14.400 puntos, la bolsa ha vuelto a caer, confirmando así que la tendencia de largo plazo es bajista.
 
 
De este modo, mientras permanezcan en el horizonte económico los factores de riesgo citados anteriormente y no se lleven a cabo reformas económicas estructurales sólidas, la situación a día de hoy es desalentadora.
 
Así, mientras la situación se mantenga, los inversores podrán aprovechar los rebotes del mercado para deshacer posiciones y permanecer en liquidez, al tiempo que los inversores con un perfil más agresivo podrán vender a crédito, tal y como hizo en su día Richard Cantillon, a fin de beneficiarse de las posibles caídas bursátiles.

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