"Propuestas para una estrategia energética nacional", así es como ha titulado la fundación FAES su último estudio, un completo informe sobre el mercado energético encargado, según ha confesado José María Aznar por el mismo presidente nacional del Partido Popular, que no es otro que Mariano Rajoy. La sola presencia de Aznar indica que unos de los ejes que va a tomarse muy en serio el PP en las próximas elecciones será el energético. Sabia elección en un momento en el que el recibo de la luz no hace más que subir y los problemas derivados del alza del petróleo están poniendo en jaque a la economía española.
El estudio, firmado por los analistas Fernando Navarrete y Pedro Mielgo, o trata de ofrecer una alternativa al desorden que reina en el mercado energético tras los sucesivos bandazos de Zapatero ha ido dando en los últimos años. Parte de la diagnosis de las enfermedades que afectan al sector, muchas y de muy variado pelaje, para, a continuación, formular 35 propuestas concretas para impulsar un nuevo modelo energético.
El plato fuerte de la presentación del informe no era tanto el informe en sí como quienes ejercían de padrinos. Por un lado Manuel Pizarro, ex presidente de Endesa, que hablo alto y muy claro sobre los graves problemas que atraviesa el sector energético español. Su principal denuncia fue la sobrecarga en el recibo de la luz que, en palabras de Pizarro, "lo aguanta todo".
Pizarro: "Hay auténticas exacciones parafiscales"
Para el que fuese número dos de Rajoy en las últimas elecciones "hay que descargar del recibo todo aquello que no tiene que ver con la electricidad". Las sucesivas intervenciones públicas en este mercado lo único que han conseguido es encarecer la electricidad, y quien paga ese sobreprecio es el consumidor final, ya se trate de empresas o de particulares. Las primeras lo pagan perdiendo competitividad en el extranjero. Para Pizarro, no tiene explicación que nosotros asumamos un coste que otros "que no han firmado el Protocolo de Kioto" no lo asumen en absoluto. Eso repercute en lo que el país produce y en el coste al que lo produce.
Los particulares, por su parte, cada vez pagan más electricidad, y no a causa de la liberalización del sector, sino por todo lo contrario. El mercado energético está, según Pizarro, muy intervenido. Lo está, además, de un modo un tanto desconcertante, porque si algo caracteriza la política energética socialista es su afición a cambiar continuamente las reglas de juego, lo que genera inseguridad jurídica y desincentiva a los potenciales inversores.
Al final es en el recibo de la luz sobre el que se descargan los males una política energética marcada por la ideología y la imprevisión. "Estamos viendo subvenciones cruzadas en el recibo donde hay auténticas exacciones parafiscales", aseguró Pizarro durante su intervención. Se refería, naturalmente, a las primas a las renovables cuyos costes constituyen, según reveló, el equivalente a "seis veces el ministerio de Justicia".
Aznar: más nucleares, menos renovables
El discurso más esperado de la mañana era, como cabía esperar, el de José María Aznar. Un discurso pulcro y de tintes abiertamente liberales, muy en la línea de lo que el ex presidente del Gobierno nos tiene acostumbrados desde que abandonó el poder hace ya siete años. Para Aznar, el informe de Fernando Navarrete, nada tiene que ver "con las ocurrencias de quienes pretenden simular que la política energética es un concurso de pegatinas, o un juego de bombillas que reparten en Correos y de farolas que se apagan en las carreteras, o un pase de modelos de caballeros sin corbata, o una subasta de neumáticos, o un acertijo de nuclear, quizá sí, pero Garoña no...".
Con semejante declaración de intenciones Aznar se hizo con el auditorio en menos de un minuto. Recordó que no podemos resignarnos a que el país se pare "porque algunos le están echando el freno", en referencia a Zapatero y su disparatada política energética, que ha pasado del ecologismo de las renovables a las restricciones y los recortes draconianos de gasto. Aznar considera que, frente a eso, España necesita una estrategia energética a largo plazo que, además, sea de ámbito nacional.
Esa estrategia pasa, para Aznar, por la energía nuclear, "una energía limpia, que no emite CO2; una energía barata, que no merma la competitividad de la industria cargándola con los sobrecostes de unas primas descontroladas; una energía que asegura el suministro de electricidad sin altibajos en su continuidad derivados de fenómenos atmosféricos".
La defensa encendida de la nuclear sería sólo el aperitivo del palo que reservaba para las renovables. Aznar cree que hacemos mal "subvencionando sin freno ni medida fuentes energéticas que no son capaces de competir en condiciones de mercado y que, por lo tanto, encarecen la producción española y le restan competitividad". "El descrédito que tienen hoy las renovables obedece a la barra libre impuesta al margen de la racionalidad económica", concluyó tras recordar que ese tipo de generación tiene también su papel en el mercado eléctrico.
La mala confección del mix energético, los problemas del marco regulatorio y la calidad de los organismos de supervisión son, para Aznar, la prueba de que "en estos últimos años hemos sufrido el coste de las cosas mal hechas". Una maldición que no tiene porque ser eterna. Para el ex presidente "ahora es el momento de preparar las decisiones para el modelo energético que deberemos tener a quince años vista". Para ello es imprescindible que los españoles pasen antes por las urnas y sean ellos los que reconduzcan al país por "la senda de la prosperidad", es decir, por un Gobierno de su partido.