Decepción e impotencia. Son las sensaciones que se nos quedan a los aficionados a la Fórmula Uno después de una carrera que se ha vuelto a decidir en los despachos y no en la pista. Estaba claro que Fernando Alonso llegaba a territorio enemigo, que Inglaterra era tierra hostil, pero nadie imaginaba que Charlie Whiting y sus secuaces volvieran hacer de las suyas. No nos hubiera extrañado que, tras lo ocurrido en el circuito de Silverstone, el piloto español hubiera aparcado el coche en el box, tras el pensamiento lógico de "que corran ellos, con sus normas y sus pilotos favoritos".
Pero remitámonos a los hechos. Fernando Alonso luchaba con el polaco Robert Kubica por la quinta posición. El asturiano era claramente más rápido que el de Renault y lanzó un ataque intentando un adelantamiento por fuera en la zona lenta del circuito. Ambos monoplazas quedaban en paralelo a la entrada de la chicane y, ante la falta de espacio, Alonso, para evitar el choque con Kubica, se salió por fuera ganándole la posición al polaco. Dos vueltas después, el de Renault abandonaba la carrera por un problema en el diferencial.
El propio Kubica quitaba hierro al asunto y no le daba mayor importancia. Pero los comisarios de la FIA sí vieron en la maniobra del asturiano, en cambio, una actitud sancionable. Cuando parecía que las cosas se iban a quedar así y el de Ferrari lucharía con Nico Rosberg por la tercera posición, la FIA hila una serie de decisiones que envían al piloto español a las últimas posiciones de carrera. Se nos antoja caprichoso que, justo cuando Vitantonio Liuzzi le rompe el alerón trasero a Pedro Martínez de la Rosa, Charlie Whiting informa que Alonso debe cumplir un drive through por su maniobra, y acto seguido anuncian la salida del coche de seguridad por los trozos de fibra que habían quedado esparcidos en el asfalto tras el toque de Liuzzi con Pedro de la Rosa.
La consecuencia fue que Alonso tuvo que esperar a que se fuera el safety car para cumplir la penalización, lo que le relegó a las últimas posiciones debido a la reagrupación de los coches tras el safety. Parece que la FIA se preocupó demasiado para garantizar la seguridad del resto de coches. Pero, si tan exquisitos fueron con los trozos de carbono del alerón de De la Rosa, ¿por qué no salió el coche de seguridad cuando Jaime Alguersuari se salió en la curva de entrada a meta? La respuesta es fácil: en ese momento no había nadie a quien beneficiar o perjudicar. No hace falta ser muy mal pensado para ver que el safety car ayudó al piloto local Lewis Hamilton a acercarse al líder de la carrera, el australiano Mark Webber, que se había escapado del inglés.
Con todo, Fernando Alonso no tiró la toalla y luchó desde atrás para intentar alcanzar los puntos. Lo hizo con la rabia de quien sabe que ha sido castigado injustamente. El piloto español cruzó finalmente la bandera a cuadros en decimocuarta posición y mantiene la quinta plaza en la general, que por su puesto y designio no divino, sino de la FIA, sigue liderando Hamilton.
Insistimos en que el piloto de McLaren no necesita la ayuda de sus amigos de la Federación Internacional, pues tiene suficiente talento para ganar y hacerlo como los campeones. Está claro que Alonso ha sido castigado por sus declaraciones contra la FIA tras el Gran Premio de Europa celebrado en Valencia.
La carrera, después de la sanción al piloto español, quedaba en un segundo plano. Aún así, hay que valorar el buen trabajo hecho por Mark Webber, que consiguió adelantar a su compañero de equipo, Sebastian Vettel, en la salida y liderar de principio a fin el gran premio. Hamilton fue segundo, seguido de Nico Rosberg y el también inglés Jenson Button.
La fortuna no ha estado tampoco al lado del resto de españoles. Pedro Martínez de la Rosa tenía que abandonar a mitad de carrera por el toque de Liuzzi. También quedaba fuera del Gran Premio el piloto de Toro Rosso, Jaime Alguersuari.