L D (EFE) Soler, de 24 años, ha ganado al estilo que antes marcaron sus compatriotas Lucho Herrera y Fabio Parra. Lo ha hecho en solitario después de una lección de escalada en el mítico Galibier, donde cimentaba su triunfo en la novena etapa entre Val D'Isere y Briançon, en el mismo lugar donde Vinokourov quedaba fuera de combate con los ataques, primero de Valverde y posteriormente de Contador, que también recuperaba imágenes del escalador tipo español de épocas pasadas.
El colombiano se presentaba en la meta de Briançon con un tiempo ganador de cuatro horas, 14 minutos y 24 segundos, firmando una media considerable de 37,3 kilómetros hora. Valverde pasaba segundo a 38 segundos para sumar 12 de bonificación. Tercero ha sido el australiano Cadel Evans (Predictor-Lotto) y cuarto Contador, a 40. Junto al madrileño llegaban Iban Mayo (Saunier) y el líder Rasmussen, y luego lo hacían, a 46 segundos, Carlos Sastre (CSC) y el alemán Andreas Kloden (Astana). La imagen de la desolación, del llanto, llegaba a 3:24 minutos. Era la del kazako Alexandre Vinokurov, que ha perdido su condición de favorito número uno, clara víctima de una jornada de zafarrancho general en la que se aprovechó todo el mundo de su debilidad. Con el mismo tiempo arribaba Óscar Pereiro, que también deja claro que los galones son de Valverde.
Así, se van sacando conclusiones en la general. Aguanta bien el maillot amarillo Rasmussen, ya candidato por méritos propios. Le escoltan Valverde a 2:35 e Iban Mayo a 2.39. Contador ya es el mejor joven, quinto a 3:08, Sastre asoma séptimo a 3:39 y por delante de Kloden, que está a 3:53.
Aunque la etapa comenzaba con el ascenso del Iserán (2.770 metros, techo del Tour), nada más levantarse la bandera se sucedieron los ataques. Primero saltó el español José Luis Arrieta (Ag2r), le alcanzó el ucraniano Yaroslav Popovych (Discovery) y el ex escudero de Armstrong se fue solo hacia la cima, donde coronó los quince kilómetros de subida con escasa ventaja sobre un grupo que se unió en el descenso donde viajaban José Iván Gutiérrez, Mikel Astarloza, el ruso Gusev y los franceses Clement y Vaugrenard. El pelotón, con todos los favoritos, estaba a un minuto. En el ascenso del Telégrafo, un puerto retorcido en mil curvas de 12 kilómetros de longitud y antesala del Galibier, atacó Astarloza con todo un universo por delante, sin demasiada pegada. Pero el atrevimiento le condujo en solitario a la cumbre. De nuevo el grupo anterior unido en el esfuerzo. Por detrás Vinokourov visitaba la consulta del médico en busca de calmantes y sus compañeros de cartel de favoritos, al son del Rabobank, pasaban el puerto a 3:09 de Astarloza.
Restaba el colosal Col del Galibier, con sus 18 kilómetros de pendiente, a 2.645 metros de altitud y donde la leyenda sólo habla de elegidos. La mitología se justificó en este santuario del ciclismo, donde el colombiano Soler volvía a poner a su país en el mapa del Tour, ya lejano el tercer puesto de Fabio Parra en 1988. El corredor del Barloworld coronaba como un meteoro, implacable después de hundir en un santiamén a todos sus rivales. Por detrás Valverde se animó a atacar, hasta en dos ocasiones y seleccionó al grupo de los fuertes, donde ya no estaban Vinokourov, ni Pereiro, ni Sastre. Pero estaba Alberto Contador para arrancar a tres kilómetros del tope del coloso alpino al puro estilo Perico Delgado, tan demoledor como el colombiano. Intentó seguirle Cadel Evans, pero se desinfló ante el ritmo del madrileño, que pasó el puerto junto a su compañero Popovych a dos minutos de Soler, en una jugada maestra del equipo estadounidense.
El grupo de Valverde, Kloden, Rasmussen y Mayo ya perdía 3:15 y Vinokourov, ayudado por Kashechkin cedía más de cuatro minutos. Por delante restaban 37 kilómetros con curvas de vértigo, terroríficas, en una carretera más cercana del cielo que del asfalto, donde el vacío que se divisa invita a no quitar la mirada del manillar. Soler, que "nunca había soñado con ganar una etapa en el Tour", bajaba en plan kamikaze hasta Briançon, ajeno a que por detrás Popovych y Contador iban como motos y a que al dúo se uniría un grupo aún más poderoso con Valverde y el líder.
La décima etapa devuelve al pelotón al llano después de tres etapas alpinas y una jornada de descanso. Entre Tallard y Marsella hay 229,5 kilómetros con cuatro pequeñas dificultades, entre ellas una cota de tercera a 10 kilómetros de la llegada que podría evitar el esprint.