Desde la salida, la selección anfitriona dejó bien a las claras: quiere que éste sea su torneo. Con un porcentaje de tiro elevadísimo, los otomanos desarbolaban la defensa eslovena de la mano de unos inspiradísimos Tunceri e Ilyasova, ante cuyo acierto poca réplica podían oponer los balcánicos, pese al buen hacer de Nachbar y Dragic (22-14). Dos espectaculares contraataques culminados por las grandes estrellas locales, Turkoglu y el citado Ilyasova, fueron la mecha definitiva que necesitaban los quince mil espectadoras que abarrotaban el colosal Sinan Erdem de Estambul, y que al final del primer cuarto ya se veían en la lucha por las medallas ante Serbia, verdugo de España (27-14).
Para desgracia eslovena, el vendaval de los locales no hizo sino continuar en el segundo periodo. Los discípulos del mítico Bogdan Tanjevic bordaron por momentos el baloncesto de ataque, y parecía amenazar con un marcador escandaloso a su rival. Otro mate de Ilyasova, y un triple lejanísimo de Arslan hicieron que la renta pasara de los veinte puntos (44-22), y el entrenador turco se permitió el lujo de jugar con tres pívots en pista, al hacer coincidir a los enormes Gonlum, Erden y Savas, quizá en una prueba para lo que podría llegar en caso de enfrentarse a Estados Unidos en una posible final, que cada vez tiene más visos de producirse. Al descanso, y en medio de la fiesta local, el partido y el pase a semifinales de Turquía estaba prácticamente sentenciado (50-31). Posiblemente, habíamos visto los mejores veinte minutos de baloncesto desde que comenzó el campeonato.
En la segunda mitad, los locales bajaron una pizca la velocidad de crucero, y aún así les sobró para continuar arrollando en el tercer cuarto a un equipo esloveno en el que Nachbar había desaparecido tras su buen comienzo (71-43).
Así las cosas, los últimos diez minutos del partido sobraron por completo. Tanjevic se dedicó a reservar a sus estrellas, volvió a probar con tres pívots y se sentó a observar el resultado de su obra, un país unido apoyando a un equipo en busca de un único objetivo: la final del Campeonato del Mundo. Estados Unidos ya lo sabe, Turquía no quiere que su torneo se le escape.