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Tom Boonen vuelve a mostrarse intratable al esprint para sumar su segundo triunfo seguido en el Tour

Ante la ausencia del italiano Alessandro Petacchi, el belga Tom Boonen (Quick Step) ha vuelto a demostrar que es el mejor esprinter del pelotón internacional al imponerse con autoridad en la tercera etapa del Tour de Francia, disputada entre La Chataigneraie y Tours, de 212 kilómetros, en una jornada que ha sido un calco de la anterior, con una escapada estéril y el estadounidense David Zabriskie aún de amarillo.

Ante la ausencia del italiano Alessandro Petacchi, el belga Tom Boonen (Quick Step) ha vuelto a demostrar que es el mejor esprinter del pelotón internacional al imponerse con autoridad en la tercera etapa del Tour de Francia, disputada entre La Chataigneraie y Tours, de 212 kilómetros, en una jornada que ha sido un calco de la anterior, con una escapada estéril y el estadounidense David Zabriskie aún de amarillo.
L D (EFE) Boonen, de 24 años, ha dado este año el salto de calidad que precisaba, y de qué manera. No se conforma con haber ganado las clásicas más prestigiosas, como la París-Roubaix y la Vuelta a Flandes, sino que también arrasa en las llegadas masivas ante autoridades en la materia como Robbie McEwen. El australiano ha sido desclasificado por una de sus típicas maniobras antideportivas y enviado al puesto 186 después de entrar tercero.

El compatriota de Eddy Merckx aguantaba el tirón en un esprint largo y aparecía con su portentoso golpe de pedal como una enorme ola verde que levantaba los brazos ante la impotencia de todos sus rivales. Dejaba la segunda plaza al austriaco Peter Wrolich y la tercera a Stuart O'Grady, cuyo equipo, el Cofidis, se trabajaba la llegada. Boonen ha marcado un tiempo de cuatro horas, 36 minutos y nueve segundos, a una media de 46,17 kilómetros por hora. La general ni se ha inmutado en vísperas de la contrarreloj por equipos. Zabriskie conserva la prenda dorada, posiblemente por última vez, aunque el CSC lo mismo se revela ante la lógica. Lance Armstrong guarda la segunda plaza, a dos segundos de su compatriota, y el húngaro Laszlo Bodrogi (Credit Agricole) la tercera a 47. Igor González de Galdeano (Liberty) es el primer español, décimo, a 1:06.

La jornada, larga y sombría, se confundía con la del día anterior. El esquema se repitió. Intentos de escapada desde el principio, aventura de unos cuantos retadores del asfalto, reacción de los equipos de los esprinters y la misma foto de llegada con el maillot verde en vencedor. En el kilómetro 27, poco después de la Cota de Pouzauges y antes del esprint de Saint Michel, el destino reunió a corredores singulares: el holandés Erik Dekker, un histórico del Tour con cuatro etapas en su historial. Fue él quien aceleró en el momento justo. El Saunier Duval, siempre combativo, se unió a la fiesta con el último en llegar a la gran salida de Fromentine, el suizo Rubens Bertogliati, que sustituyó a Íñigo Cuesta y ganó una etapa en 2002, en Luxemburgo. Y el tercer hombre era el francés Nicolas Portal (AG2R) , uno de esos personajes que se apuntan a un bombardeo, un incansable guerrillero.

El pelotón, indiferente a la maniobra de delante, ofreció margen a la ilusión hasta que los fugados alcanzaron en el kilómetro 93 casi seis minutos de ventaja. En ese momento, el Quick Step y el Lotto se dedicaron a desperezar al personal, ya que todo el mundo iba pensando en ahorrar fuerzas para la contrarreloj por equipo del día siguiente, pero claro, los esprinters tiene oportunidades contadas y había que moverse. No tardó en saltar el efecto del proceso de aceleración. A 70 kilómetros de meta, y con dos cotas de cuarta por delante, los animadores del paseo de la tercera etapa no contaban con más de minuto y medio. Sólo había que aguardar al momento de que la mole de colores les pasará como una exhalación.

Bertogliati se apartó ante la llegada de la marabunta en el kilómetro 200, mientras Portal y Deker apretaban los dientes. Se resistían a la humillación. La fuerza de la mayoría les redujo a dos kilómetros de meta, cuando el Cofidis de O'Grady y el Credit de Kirsipuu y Hushovd marcaban el ritmo en fila india. Más de 180 kilómetros de avanzadilla sin recompensa y un palizón inolvidable en las espaldas. Y es que en el Tour nadie regala nada. En la recta de llegada otro belga puso su nombre en la historia del Tour en Tours. El último vencedor fue Leon Van Bon, un clasicómano que ahora mira con envidia los triunfos del chaval de 24 años, que tan sólo cumple su tercera temporada como profesional, y ya con cuatro etapas de la Grande Boucle en su casillero. También se puso de líder de los jóvenes. Y quiere más.

Este martes, turno para el esfuerzo colectivo con la contrarreloj por equipos de la cuarta etapa entre Tours y Blois, con un recorrido de 67,5 kilómetros, planos en la mayor parte del trayecto y ondulado al final. El baremo de diferencias, con una pérdida máxima de tres 3 minutos para el último clasificado, restará trascendencia a la jornada, aunque nadie regalará nada.

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