Pocos días después de cumplir 40 años, Roger Federer anunciaba que se someterá a su tercera operación de rodilla en los últimos 18 meses y estará un tiempo ausente de las pistas, no se con certeza cuánto, pero sí que no será corto. El suizo renunció a ir a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 por precaución y solo ha disputado 13 partidos esta temporada. Esta claro que esa rodilla derecha no ha llegado a recuperarse del todo.
Es posible que estemos ante los momentos finales de la carrera de uno de los deportistas más grandes de la historia, ganador de 20 títulos de Grand Slam. El propio jugador afirmaba que "trataré de recuperarme lo mejor posible" para realizar una despedida acorde con el extraordinario espectáculo que nos ha ofrecido durante más de dos décadas jugando al tenis.
En su mensaje reciente, en el que anunció la nueva operación, el helvético fue mucho más realista: "Quiero estar saludable, correr con normalidad y darme un rayo de esperanza. Sé lo difícil que es a esta edad, en este momento, hacer otra cirugía e intentarlo", apuntó Federer, que una vez pase por el quirófano estará "varias semanas en muletas". Resiliencia, no le queda otra a la leyenda de Basilea.
Federer asegura que su decisión de pasar por el quirófano es imprescindible para "seguir siendo competitivo y para mejorar a largo plazo, según me dijeron los médicos". Ya que más allá de los compromisos publicitarios ya firmados, no quiere que quede como su último partido la derrota sufrida en cuartos de final de Wimbledon ante el polaco Hubert Hurkacz: 6-3, 7-6 (4) y 6-0.
Después de su cumpleaños, Federer concedió algunas entrevistas a los medios de su país. En ellas afirmaba con naturalidad que el final está cerca y que tras retirarse le gustaría volver a esquiar y aprender a tocar el saxofón. El suizo finalizó con un chascarrillo: "En el pasado solía mirar a la gente de 40 y me resultaban muy viejos; ahora, de repente, yo también soy uno de ellos".