Su nombre puede que no le diga demasiado al aficionado medio, pero estamos ante todo un campeón de Roland Garros. En la categoría de dobles, eso sí. El alemán Kevin Krawietz se hizo el año pasado con el título junto a su compatriota Andreas Mies tras derrotar en la final a los franceses Jérémy Chardy y Fabrice Martin por 6-2 y 7-6. Un triunfo que a cada tenista germano le valió un premio de casi un millón de euros.
2020 debería haber sido el año de Krawietz (Coburgo, Baviera, 24 de enero de 1992). Quería defender el título de París, pero la pandemia del coronavirus lo ha cambiado todo.
Por increíble que parezca, este jugador bávaro ha pasado de ganar esa suculenta bolsa a cobrar un sueldo muy bajo. Podría sonar a la clásica historia de un deportista en bancarrota, pero en absoluto es así.
Kevin Krawietz ha aprovechado la cuarentena para trabajar en un supermercado de Múnich, donde se desempeña como reponedor de fruta, percibiendo un salario de 450 euros al mes y después de una agotadora jornada laboral que comienza a las cinco y media de la madrugada, que es cuando se levanta.
"Al principio fue más bien una broma", ha comentado Krawietz a la agencia de noticias Dpa, explicando que un amigo le llevó a él y al también tenista Hannes Wagner a ese supermercado ubicado en Brunnthal, un distrito a las afueras de la capital de Baviera. "Sólo queríamos ver si es agotador, si es un desafío, levantarnos temprano y ordenar los estantes, hacer un trabajo bastante tonto", ha añadido el tenista.
La pandemia del coronavirus ha provocado un cambio en la perspectiva vital de este jugador germano, profesional desde 2010 y situado en el decimotercer puesto del ranking de dobles del ATP Tour. "Tenemos un gran respeto por los trabajadores. Todos hacen bien su labor, nadie está de mal humor. Y eso nos sorprendió", ha señalado. "Por supuesto, hay momentos en los que digo que ya no puedo molestarme más", añadía.
Igualmente, Krawietz ha analizado los momentos de mayor agobio con los clientes que no respetan las medidas preventivas de sanidad. "Ahora viene lo difícil", reflexiona para sí mismo mientras mira el reloj, procurando calmarse ante una situación complicada.
Además, esta experiencia le ha servido para valorar "lo genial" que es ser tenista profesional y ya ha dicho que le gustaría participar en una nueva serie de torneos a puerta cerrada propuestos por la Federación Alemana de Tenis (DTB, por sus siglas en alemán) a partir del 8 de junio.
Así es Kevin Krawietz, todo un ejemplo dentro y fuera de la pista.