¿Qué hacían el 6 de julio de 2008? Yo estaba trabajando en el extranjero y, por lo tanto, me perdí el que es considerado uno de los dos mejores partidos de la historia del tenis. Recuerdo todo como si fuera ayer. La alegría al comprobar el resultado pero también como me invadía una enorme amargura al ser consciente, al instante, de que me había perdido una cita que pasaría a la historia. Muchos se preguntaban si era el mejor partido de todos los tiempos y para auto convencerme y sentirme mejor, pensé que podría ser el clásico análisis exagerado de cuando todo todavía está reciente. Craso error. Han pasado diez años y es unánime que esa final de Wimbledon entre Rafa Nadal y Roger Federer es uno de los dos mejores partidos de toda la historia. Sabiendo el resultado final, hay que tener ganas y sobre todo tiempo para ver un partido que duró 4 horas y 48 minutos, pero afortunadamente existe este fantástico documental, "Nadal – Federer, el partido del siglo", que pueden ver en Movistar.
Tal y como lo he enfocado es lógico que piensen que todo se va a centrar en lo que sucedió en la central del All England Lawn Tennis Club, pero aunque esto cierto, también es inexacto. El documental, de hora y media de duración, recuerda una de las más bellas páginas de la historia del tenis, pero también nos descubre otras cosas, la mayoría, desconocidas incluso para un periodista deportivo. ¿Sabían que Roger Federer era, en sus orígenes, un tenista díscolo, malhumorado y anti deportivo? Rompía raquetas constantemente e inclusos sus padres reconocen que sentían vergüenza de su actitud y le amenazaban con no ir a verle si no cambiaba. Es chocante descubrir un pasado tan distinto al presente donde vemos a un tenista sobrio, elegante y respetuoso con el deporte, el tenis y el rival que está enfrente. De hecho, el respeto es uno de los pilares de esta gran rivalidad. Hay un partido, ante Sampras en Wimbledon que cambian a Federer y una persona, su mujer, que es clave en su estabilidad. Es decir, que van a viajar en el tiempo y ver, con imágenes y testimonios, los caminos de los dos tenistas hasta llegar a la final de 2008.
El partido tiene un nivel mayúsculo. Quizá era el mejor momento de ambos tenistas en sus respectivas carreras. Había una expectación máxima porque se intuía lo que finalmente se vio. El año pasado, si recuerdan, ya se enfrentaron en la final con victoria, en cinco sets, para Federer que acumulaba 5 campeonatos consecutivos en Wimbledon. Le desafiaba un tenista que también estaba creando una historia sin precedente, pero en arcilla. Rafa Nadal quería ampliar su territorio. Ya por aquel entonces eran los dos tenistas más laureados del momento y como en las más celebres rivalidades, también se enfrentaban dos antagónicos estilos. Por un lado, la elegancia de Federer, cuyo éxito se basaba en un interminable repertorio de golpes además de un saque que recordaba a Sampras y por otro lado, la vitalidad y garra de Rafa Nadal, con aspecto de jefe apache y cuyo éxito se basaba en lo opuesto, el físico y el juego desde fondo de pista.
El documental se adentra en dos cabezas privilegiadas, en su evolución como tenistas y como personas. Dos rivales pero también dos amigos. La producción es fantástica y como es uno de los dos mejores partidos de la historia del tenis, aprovecho para recomendarles una película de 2017 que rememora el otro partido: Borg – McEnroe, la final de Wimbledon de 1980.