El año pasado tuvo un debut muy complicado ante el italiano Fabio Fognini y pese a no ser ya ese peso pesado del circuito que era molesto siempre que se ponía al otro lado de la red, Gael Monfils tampoco era una prueba aparentemente simple para Rafa Nadal. El manacorí era abusivamente favorito, pero no por eso se esperaba una victoria tan plácida como la que tuvo.
Los dos inicios de ambos sets fueron el mejor reflejo de la facilidad con la que Rafa jugó ante Monfils. Doble break para comenzar cada manga y rival a la lona. Nadal estuvo simplemente serio porque no necesitó demasiado para imponer su estilo. El día fue más caluroso que en la jornada de lunes y martes en Madrid y eso también ayudó al español a sentirse cómodo. Sus buenos inicios en ambos sets le pusieron el partido cuesta abajo y el vigente campeón del torneo disfrutó exhibiendo derecha y revés sin necesidad de bajar su nivel de batería.
Hay que reconocer que no fue un partido bonito sino práctico. Monfils dio algo de guerra en el 6-3 del primer set para acabar viniéndose abajo en el segundo cayendo por 6-1. Es el efecto Nadal. Pasó en la Davis, ocurrió en Montecarlo y se repitió en Barcelona. Cuando Rafa gana la primera manga sus rivales bajan los brazos y él sube sus revoluciones para sentenciar sin desgastarse demasiado.
Monfils acabó el partido pidiendo al público que le hiciese una reverencia a Nadal, algo que el propio francés hizo sobre la tierra batida de la Caja Mágica. Rafa ya ha comenzado su defensa del título con el mismo nivel que demostró en Mónaco y Barcelona. ¡Qué tiemblen sus rivales!
El próximo será el argentino Diego Schwartzman. El bonaerense, de 25 años y decimotercer favorito, se ha impuesto a Feliciano López por 7-5, 2-6 y 6-2, en lo que ha sido el último partido del toledano en el Mutua Madrid Open.