Puede que alguien derrote a Rafa Nadal en la presente temporada de tierra batida porque el extraterrestre, aunque pocas, es a veces un humano más, pero viendo su rendimiento en Montecarlo se antoja más que épico un triunfo rival ante el rodillo que está desplegando el jugador español. Es, a día de hoy y si nadie lo cambia, imparable.
Nadal ha pasado por encima de todos los rivales a los que se ha enfrentado en Mónaco y sólo el último antes de la final le logró poner en aprietos. Ojo a qué le llamamos aprietos ya que Grigor Dimitrov se llevó un 6-4 y 6-1 en poco más de una hora y media de partido. Eso provoca Rafa, que ponerle en problemas sea llegar a disputar de forma igualada un sólo set.
Bedene y Khachanov no tenían demasiado nombre como para imponer más respeto del necesario al actual número 1 del mundo, pero Thiem (7º ATP) en cuartos y Dimitrov (5º ATP) en semis, sí. El primero fue arrollado por Nadal y además se equivocó a la hora de no entrar en el combate golpe a golpe que propone el balear en tierra batida. Thiem cometió el error de guerrear a puntos cortos, pero Dimitrov sí buscó plantar cara al español en el intercambio largo de golpes. Le sirvió de poco.
El duelo entre Nadal y Grigor arrancó con un parcial de 3-0 para Rafa que pronto igualó el búlgaro. La contienda podía haberse convertido en un duelo igualado y quizá con otro jugador que no fuese Rafa alguna duda podría haber creado Dimitrov en él, sin embargo, Nadal está demasiado convencido de que ganarle en una de sus ‘pistas caseras’ debe ser un epopeya bíblica. El manacorí subió las revoluciones de su derecha, no dudó en pelotas decisivas y volvió a demostrar que su revés cruzado es prácticamente un drive más.
La primera manga finalizó con 6-4 y en la segunda Dimitrov se vino completamente abajo. Es lo que tiene Nadal cuando levanta su muro. Si no ha ganado un set, todavía hay opciones de pillar al balear desprevenido, pero si ya ha conseguido parte del botín quitarle lo que ya tiene más otro set se antoja casi imposible. Eso a tres sets porque a cinco… Dimitrov fue perdiendo fuerzas con el paso de los juegos y el 6-1 puso la puntilla al choque.
Nadal se medirá al ganador del partido entre Zverev y Nishikori. Ninguno de los dos es fácil, eso nadie lo duda. El problema de ambos es que ellos son difíciles, pero Rafa es, hasta hoy, invencible.