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El día en que el tenis sucumbió al antisemitismo

El tunecino Malek Jaziri se negó en varias ocasiones a enfrentarse a tenistas israelís. Su país no le dejaba.

El tunecino Malek Jaziri se negó en varias ocasiones a enfrentarse a tenistas israelís. Su país no le dejaba.
Malek Jaziri, con la bandera de su país. | EFE

Febrero de 2015. Torneo ATP 250 de Montpellier. El tunecino Malek Jaziri, en esos momentos número 65 del ranking ATP y que atraviesa por el mejor momento de su carrera, se enfrenta en primera ronda al uzbeko Denis Istomin. Jaziri se impone en el primer set por 6 a 3, y cuando comienza el segundo aduce a una lesión en el hombro para retirarse del partido. Algo sin demasiada importancia en un torneo sin demasiada importancia.

Sin embargo, todo cambia cuando se repara en que el vencedor de aquel choque ya conocía de antemano su rival en segunda ronda, y que éste era el israelí Dudi Sela. Todas las alarmas saltaron. La historia se repetía.

En 2013, durante la disputa del Challenger de Tashkent, en Uzbekistán, Jaziri también se había retirado antes de un partido. Su rival debía ser Amir Weintraub, nacido en Israel. Como reconocerían Malek Jaziri y su hermano y agente Emir, aquel abandono fue ordenado por la federación de tenís de Túnez, que le envió una carta en la que señalaba que "tras la reunión de esta tarde con el Ministerio de Juventud y Deportes, tenemos el inmenso lamento de informarle que se le ordena no jugar contra el jugador israelí".

La situación se remonta a que Túnez, que tiene una mayoría islámica en su población, siempre ha mantenido un acérrimo posicionamiento contra Israel. De hecho, a mediados de los años 80 el país mediterráneo apoyó la causa palestina, y fue anfitrión de los combatientes de la Organización para la Liberación de Palestina.

En aquella tesitura, y a pesar de su disconformidad, Malek Jaziri anuncia que no jugará ante Weintraub. La ITF reconoce los hechos, y decide sancionar al equipo tunecino con su exclusión de la Copa Davis de 2014. "No hay lugar para los prejuicios de cualquier tipo en el deporte o en la sociedad. El Consejo de la ITF decidió enviar un fuerte mensaje a la Federación de Tenis de Túnez que este tipo de acción no será tolerado por ninguno de nuestros miembros", rezaba el comunicado.

No obstante, dos años después, en Montpellier, la historia se repetía. Nuevamente una retirada de Malek Jaziri al saber que su próximo rival era hebreo. En esta ocasión simula una lesión –durante todo el primer set no había mostrado ni un síntoma de molestias-, para camuflar una situación que sin duda hubiera supuesto la expulsión de Túnez de la Copa Davis, y así terminar con las posibilidades de Jaziri de acudir a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Jaziri ya sabía de lo dificultoso de acudir a unos Juegos. Lo hizo en Londres 2012, con una wild card de última hora después de quedarse a las puertas por el Ranking ATP. De hecho, en Londres se convertiría en el único tenista africano olímpico.

En esta ocasión, la ITF no reaccionó igual que en 2013. Aceptó la lesión tras consultar al propio jugador y a su médico. Todo a pesar de que en el mismo torneo Jaziri se retiró también del campeonato de dobles –donde jugaba con Marc López- supuestamente por esa misma lesión. Curiosamente, o no, los siguientes rivales de la dupla formada por el tunecino y el español eran el checho Cermak Frantisek… y el israelí Jonathan Erlich.

"Es una situación muy complicada para el jugador", explicaba el periodista deportivo de Dubái Reem Abulleil. "Haga lo que haga Jaziri, juegue o no juegue estos partidos, tendrá consecuencias", continuaba. Su explicación se basaba entre otras cosas en la cantidad de amenazas que el tenista había recibido contra su seguridad y la de su familia por parte de extremistas islamistas cuando le tocó enfrentarse a Weintraub en 2013.

Quizá por eso mismo la ITF oficializó la lesión de Jaziri, para no comprometer más al jugador que, tomara la decisión que tomara, hubiera sido controvertida. Quizá porque entendía que se trataba de una legítima preocupación por su propia seguridad.

Con todo, Jaziri pudo continuar sin sobresaltos su carrera, incluyendo su participación en la Copa Davis de 2015, donde consiguió el ascenso a la zona Eurpa-África Grupo 2, en la de 2016, y en la de 2017, donde gracias a sus dos victorias Túnez estuvo a punto de dar la gran sorpresa ante Suecia. De hecho en 2017 ha alcanzado su mejor ránking ATP al convertirse en febrero en el número 47 del mundo. Sin grandes resultados, ha conseguido ser un fijo en todos los torneos importantes.

Pero quizá su mayor victoria la consiguió en Estambul, en 2015. Era un torneo Challenger, sí. Pero el rival en la final no era cualquiera: el israelí Dudi Sela. Jaziri se impuso por 1-6, 6-1, 6-0. El resultado era lo de menos. Por fin, el tunecino pudo enfrentarse a su amigo israelí. Su amigo, efectivamente. Porque a pesar de la oposición de su federación y de su país, Jaziri y Sela mantienen una magnífica relación, e incluso han entrenado juntos en más de una ocasión. Por fin, la política se hizo a un lado para dejar lugar a los verdaderos valores del deporte.

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