Esta es la historia de Dominika Cibulkova, una tenista que no tenía fe en si misma y que está a dos partidos de llegar a la final de Wimbledon. Ese poco convencimiento en sus posibilidades ha provocado una situación paradójica; desea posponer uno de los días más importantes de su vida: su boda con su novio Michal Navara.
Cibulkova es una tenista eslovaca, número 18 del mundo y cuyo mejor resultado en un Grand Slam son unas semifinales en Roland Garros en 2009. Los cuartos de final los ha disputado en cuatro ocasiones en sus diez años como profesional. Echando un vistazo a sus resultados, pensar en Cibulkova jugando la final de Wimbledon es algo improbable. Tanto, que la propia protagonista ni se planteó que esta remota opción se cumpliera y organizó su boda para el próximo sábado 9 de julio, fecha en la que se disputa la final femenina. Cibulkova era la que menos creía en Cibulkova.
La eslovaca ha igualado su mejor resultado en Wimbledon y jugará en cuartos de final ante la rusa Vespina, una tenista que se ha colado en esta ronda de manera aun más inesperada ya que es la número 50 del mundo y no pasaba de la segunda ronda de este torneo desde el 2010.
Cibulkova ha eliminado por el camino a Eugine Bouchard, exsemifinalista de Wimbledon y este lunes a Radwanska, cabeza de serie número 3 del mundo en un frenético partido de 3 horas que se decidió por 9 a 7 en el último set. En dicho encuentro, estaba en las gradas su futuro marido, Michal Navara, que no podía estarse quieto de los nervios. Se levantaba y se iba de su butaca continuamente para luego regresar. Todos quieren que Cibulkova gane aunque esto suponga que tengan que aplazar el día o uno de los días más importantes de sus vidas.