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Roland Garros, ante la encrucijada: arrecian las críticas por la ausencia de pistas cubiertas

La edición de este año del torneo parisino ha estado especialmente pasada por agua, lo que ha hecho saltar las alarmas ante las críticas.

La edición de este año del torneo parisino ha estado especialmente pasada por agua, lo que ha hecho saltar las alarmas ante las críticas.
Roland Garros sigue sin contar con pistas cubiertas | Cordon Press

En París, capital de Francia, se dan dos circunstancias que hacen difícilmente comprensible una tercera. La primera es que llueve unos 200 días al año. La segunda, que en pleno corazón de la ciudad, en el Bosque de Bolonia, cerca del famoso Parque de los Príncipes, se juega uno de los torneos de tenis más importantes del plantea: Roland Garros. Y lo hace concretamente en primavera, la estación del agua por excelencia. La tercera es que a día de hoy, sigue sin existir una sola pista cubierta en todo el complejo. Tampoco ninguna tiene un techo retráctil, lo que da lugar a hechos tan anómalos como el ocurrido este año, con la suspensión de dos jornadas casi completas de forma consecutiva debido a las precipitaciones.

"Roland Garros es una estafa para la gente", espetó David Ferrer tras su último partido ante Tomas Berdych, en el que el checo le eliminó por 6-3, 7-5 y 6-3 en 1/8 de final. El motivo es que, en uno de esos días de lluvia interminable, se obligó a comenzar el partido de aquella manera. Con 2-1 en el primer set ya se había suspendido, no reanudándose hasta la jornada siguiente. Algo inaceptable para el que quiere ser el mejor torneo del mundo. "No puedo entender que un torneo de estas dimensiones pasen cosas así. Es increíble. Si tuviera que decidir, yo no habría permitido que se jugara (…), tuvieron suerte de que nadie se lesionara", añadió el alicantino.

Mientras, en el Open de Australia, donde el sofocante calor suele ser la nota dominante, hay hasta tres pistas bajo techo, lo que permite esas sesiones nocturnas prolongadas que alcanzan el mediodía español en no pocas ocasiones. En París, a las 21h locales el tenis ya tiene que terminar, aunque el cielo esté despejado, por la falta de luz. También en Wimbledon se tapó la central hace más de lustro, lo mismo que ocurrirá desde este año en la Arthur Ashe, la imponente central del US Open, con un aforo de casi 24000 espectadores. El torneo que entrega la Copa de los Mosqueteros no lo hará como mínimo hasta 2019. Así lo admitió en rueda de prensa en pleno chaparrón el director del evento, el ex tenista galo Guy Forget: "Quizá estéis un poco aburridos por la lluvia, por eso sería bueno tener un techo en la pista Philippe Chatrier", ironizó el directivo.

En todo caso, la alarma ya sonó hace unos años. Jugadores, espectadores presenciales o por televisión, y patrocinadores, todos salen perjudicados de los constantes parones en años especialmente húmedos. Por ello, dos son las líneas de actuación desde el torneo: la primera, cubrir la Philippe Chatrier, la pista central del complejo, con un techo retráctil, que se espera esté disponible en 2019, y cuyas obras estarán a pleno rendimiento durante la edición de 2018, aunque se buscará el menos impacto posible para los visitantes. La segunda vía es la más compleja, pues la ampliación prevista de Roland Garros incluye la entrada en Jardín des Serres d’ Auteuil, donde se construiría una nueva pista cubierta para 5000 espectadores. El problema es que se trata de una zona natural protegida, en las que multitud de asociaciones vecinales, ecologistas y patrimoniales, no desean que se juegue al tenis, aunque desde la organización del torneo se confía en estar haciéndolo en 2020.

Pase lo que pase, está claro que Roland Garros tiene un problema que solucionar. Clásico como pocos, y de olor parisino inconfundible, David Ferrer hurgó en la herida: "se ha quedado antiguo en muchos aspectos". Un aviso a navegantes. Al gran torneo sobre tierra batida del mundo le ha salido un grano muy doloroso que necesita extirpar si no quiere que se convierta en un problema más serio.

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