Tres años después de reinar por última vez, Nadal volvió a ganar el Conde de Godó, al derrotar en la final (6-4 y 7-5) al japonés Kei Nishikori, quien le había relevado en el palmarés del torneo las dos últimas ediciones.
Como hace una semana en Montecarlo, Nadal reconquistó un territorio que ya había hecho suyo ocho veces, para reafirmar que, a sus 29 años, el nivel que le llevó a ser el rey absoluto del polvo de ladrillo, vuelve a brillar sobre su raqueta.
Con su novena corona en Barcelona, el balear no solo se dio otro baño de autoestima sino que igualó el récord del argentino Guillermo Vilas, hasta hoy el tenista que más títulos (49) había ganado sobre arcilla en la historia de este deporte.
La final no fue, ni mucho menos, una batalla menor. Dos horas y cuatro minutos necesitó Nadal para terminar con la resistencia de Nishikori, un tenista incansable, que apenas tiene altibajos y que siempre exige un golpe más para ganar cada punto. No es un 9 el japonés en nada, pero es un 6 en todo. Una verdadera ladilla para el rival, un martillo pilón. Por eso Rafa tuvo que emplearse a fondo y sacar a relucir su mejor versión.
Con una derecha profunda y un saque agresivo, Rafa aprovechó un momento de flaqueza de Kei para romperle el saque y hacerse con su primer set.
En el inicio del segundo set, el torbellino Nadal parecía minimizar al japonés. ¿Se rendiría Nishikori? Nada más lejos de la realidad. A pesar del 4-1 en contra, el tenista asiático sacó su mejor tenis y empató a 4 la segunda manga. Entonces Rafa rugió. Más metido en la pista, más agresivo, terminó por cortocircuitar al nipón y firmar un triunfo de altura para reconquistar su corona en el Godó y avisar a navegantes de que el rey del polvo de ladrillo ha vuelto para quedarse.