Era la ocasión número 40 en la que se encontraban y, esta vez, la historia se escribió en serbio. Novak Djokovic no dio ninguna opción a Rafa Nadal y se impuso por 6-3 y 6-3 en la final del Másters 1000 de Miami. El balcánico apagó la luz de un errático Nadal, que se queda si uno de los pocos títulos que no tiene en su palmarés, rendido ante la superioridad de su oponente.
Comenzaron igualadas las fuerzas como era de esperar. Nadal empezó sin titubeos con su saque y Djokovic tampoco tuvo problemas para solventar los primeros compases del partido. Sin apenas peloteos largos, ambos jugadores caminaron hacia un 2-2 que presagiaba un duelo largo e igualado. Sin embargo, en el quinto juego del choque la demostración de poder del serbio empezó a deslumbrarle.
Djokovic subió un punto el ritmo del partido. Infalible con su saque, aprovechó los resquicios en el servicio del español para dar un paso adelante. Entró en la pista y comenzó a moverlo con un cambio de direcciones difícil de frenar. Nadal se quedó lejos de la pista, sin profundidad en los golpes y demasiado parado. Cuando quiso poner remedio se vio un break abajo.
Imprecisiones
Lo que vino después fue la constatación del gran momento en el que llegaba el serbio a este torneo. Apenas sufrió con su servicio y supo mantener a su rival lejos de la pista. Nadal, incómodo durante todo el primer set, acabó condenado por sus propios errores y la precisión del balcánico con su revés para acabar cediendo la manga (3-6).
La esperanza de dar la vuelta al partido se diluyó demasiado rápido para el balear. La calidad del balcánico al resto apagó las luces del español, que vio roto su servicio en el primer juego del segundo set. Un set abajo, con un break en contra y más impreciso y fuera de ritmo que en otras ocasiones, Nadal trató de agarrarse a la épica para levantar el partido. Demasiadas facilidades para Djokovic, que no bajó el pistón, dejó sin opciones a un desconocido Nadal y se hizo con el entorchado de Miami y un buen puñado de puntos en la lucha por el número uno.