Rafa Nadal es uno de los mejores deportistas del planeta. Tanto por lo que consigue dentro de las pistas, como por la imagen que muestra fuera de ellas. Siempre atento a sus fans, siempre cuidadoso con todos los detalles, siempre dispuesto a devolver una sonrisa a la inmensa cantidad de gente que le persigue.
En el torneo de Río de Janeiro -en el que el mallorquín ya está en semifinales- se ha producido el último ejemplo de ello. Y, seguramente, uno de los más llamativos.
Durante el partido de octavos ante Albert Montañés, Nadal se encontró con que en la grada se encontraba una persona muy peculiar. Era una aficionada de 88 años que, pancarta mediante, afirmaba que se había recorrido casi 1500 kilómetros para verle jugar. "Tengo 88 años y he viajado 1.426 km para verte. Suerte", rezaba la pancarta, en un perfecto castellano.
Ella misma cuenta, según recoge Eurosport, que siempre ha sido fiel seguidora del tenista mallorquín, y que pese a que anteriormente tuvo en Pete Sampras o Guga Kuerten a sus ídolos, Nadal se convirtió en un auténtico héroe para ella desde que leyera su autobiografía.
El tenista se percató de ello, y nada más terminar el partido salió en la búsqueda de Mafalda -que así se llama la anciana- para charlar unos minutos con ella y hacerse una foto juntos.
"Llegamos a la puerta de los vestuarios e inmediatamente nos vio. Me conmovió, fue muy atento", dice Mafalda, que aunque afirma haber estado ante una situación "incómoda" porque Nadal recién acababa de terminar su partido y todavía no había pasado por la ducha, acabó recibiendo incluso un cariñoso beso del tenista español.
Es, sin duda, el último gesto de Nadal. Gestos que no cuestan nada al deportista -aunque pocos se presten a ello- y hacen muy felices a quienes lo reciben. Rafa lo sabe, y por eso, siempre que puede, lo lleva a cabo.