Rafa Nadal gana a Federer y se mete en la final de la Copa de Maestros
El español se impuso al suizo por 7-5 y 6-3, en un partido marcado por su acierto en los momentos decisivos.
Si a alguien le quedaban dudas de que Rafa Nadal quiere cerrar el año 2013 por la puerta grande, el balear las resolvió todas en una hora y 19 minutos, el tiempo que tardó en superar a Roger Federer y colarse en la final de la Copa de Maestros. El tenista español superó al suizo por 7-5 y 6-3 y puso de manifiesto que no quiere perder la oportunidad de convertirse en Maestro.
La luz se apaga poco a poco sobre la leyenda de Roger Federer, pero el suizo demostró que el talento muchas veces llega donde no alcanza el físico. Solo así se entiende que consiguiese doblegar a Juan Martín del Potro en más de dos horas y que comenzase poniendo contra las cuerdas a Nadal. Porque el partido no fue fácil para el español, que tuvo que recurrir a su máxima concentración para romper poco a poco la moral de su rival.
Federer, consciente de que no tenía nada que hacer en un partido largo basado con gran carga física, salió decidido a hacer los puntos lo más cortos posibles y mantenerse siempre dentro de la pista para intimidar a su rival. Y en los primeros compases del partido, la jugada pareció salirle bien. Los años no hacen mella en la precisión suiza de su saque y ganaba con comodidad su servicio.
En su plan entraba la opción de hacer dudar a Nadal en el saque. El balear no está acostumbrado a la pista cubierta -nunca había ganado a Federer sobre esta superficie- y las opciones del helvético pasaban por presionarle con el resto. Con lo que no contaba el de Basilea es con ese magnetismo al servicio que ha ganado Nadal desde que volvió de su lesión. Así, el primer set avanzó con juegos rápidos, sin apenas intercambio de golpes, en los que ambos jugadores se sentían cómodos cuando llevaban la iniciativa del partido.
El acierto, clave
La clave llegó a partir del sexto juego del partido. Federer demostró que, pese a su discreta temporada, no había llegado a las semifinales como fruto de la casualidad y subió al máximo nivel su juego. Fruto de ello, fueron las tres bolas de break de las que dispuso para poner contra las cuerdas a Nadal, pero que no supo aprovechar. En el juego del acierto, la partida fue para Nadal que, obligado por su rival, comenzó a jugar con más profundidad, a fabricar situaciones de ruptura hasta que llegó la primera opción de break. Y no falló.
Pero, a pesar de sus 32 años y de que no está en su mejor momento, para ganarle a Federer se necesita más que una rotura de servicio. El suizo se rehízo, sacó el repertorio de golpes con el revés y le devolvió el break a su oponente en el siguiente juego. Sin embargo, la regularidad en el juego de Nadal esta temporada hizo mella en los altibajos de Federer y, en cuanto el número siete del mundo bajó el pistón, el español pasó por encima para llevarse el primer set (7-5).
La historia del segundo set se escribe sobre el empuje y el amor propio de Federer. Quiso despertar sus propias dudas sobre Nadal, llevó al límite al español y acabó desfalleciendo ante un rival que nunca se descompuso y siempre estuvo más acertado, en los pocos instantes en los que se deciden los partidos. Rafa Nadal luchará por llevarse uno de los pocos títulos que faltan en sus vitrinas, después de recibir el testigo de quien ha sido maestro cuatro veces y se resiste a sucumbir ante el imparable paso del tiempo, Sir Roger Federer.
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