No pudo ser. Almagro ha rozado el 2-0 para España, en un encuentro vibrante, donde tanto el número dos español como Tomas Berdych han rallado a un gran nivel, y que ha servido para desgastar al número uno checo –que presumiblemente jugará también el dobles- y, sobre todo, para demostrar que es batible aunque juegue en casa y en una pista extra rápida.
Porque si bien el resultado de 1-1 no lo hubiera firmado nadie antes de empezar, habida cuenta de que España es la mayor potencia tenística del planeta, tampoco nadie puede dudar de que a estas horas es un gran resultado. Y más cómo se ha conseguido. Primero, con Ferrer pasando por encima de Stepanek, del que se deshizo en tres sets, sin grandes dificultades.
Y segundo, por el gran encuentro que ha jugado Nico Almagro, que deja la sensación de que el marcador ahora es de 1’5 a 0’5; de que se puede confiar ciegamente en el murciano caso de que tenga que jugar el quinto punto, porque ningún checo es tan bueno como Berdych; y de que en un duelo de números uno, ahora mismo, el nuestro es mejor. Da igual la pista, la bola, el árbitro, e incluso el público, que hoy por cierto no estuvo nada correcto.
Tampoco podrá excusarse en ello Almagro para justificar su derrota, aunque hubo fases del encuentro en las que Nico se fue por culpa de los gritos desde las gradas. Todos conocen cómo es el murciano, la fragilidad de su cabeza, para lo bueno y para lo malo. Cualquier cosa que le pueda provocar, todos los rivales lo van a hacer.
Aún así, Nico aguantó muy bien las casi cuatro horas de partido. Prometió que iba a dejarse la piel en la pista, y desde luego que lo ha hecho. A pesar de un arranque dubitativo, en el que Berdych se llevó con rapidez la primera manga. Casi con la misma con la que el murciano se adjudicó la segunda. En total, dos breaks, uno para cada uno, y un set para cada uno.
Dicen que en los partidos a cinco sets, el tercero suele resultar determinante. Desde luego, hoy fue así. Almagro lo empezó bien, y pudo incluso ponerse por delante, pero no remató la faena. Sí lo hizo, a la primera que tuvo, Tomas Berdych, que ya no iba a perdonar.
En la cuarta manga poco a poco fue reaccionando Almagro, aunque necesitó de un tie-break para demostrarlo. Y en el inicio de la quinta pareció que el murciano podía llevarse el encuentro. Pero entonces Berdych se agarró como pudo a la pista, aguantó las embestidas del murciano, levitó con el apoyo de su público, y terminó logrando dos breaks –por uno del español- que desembocaron en la victoria checa y, por tanto, el empate a uno en esta final de la Copa Davis.
Al terminar el encuentro, Almagro reconocía que, si bien no por el resultado, sí estaba muy satisfecho por su juego durante el partido. Y es para estarlo. Incluso, es probable que esta derrota haya servido para algo. O para mucho. Lo comprobaremos en los dos próximos partidos.