L D (EFE) El choque de viejas glorias, aunque algunos pocos de los futbolistas presentes aún siguen en activo, sirvió para corroborar el excelente nivel técnico que siguen atesorando jugadores como Eusebio, Balakov, Roberto Mancini, actual técnico del Lazio, el brasileño Djalminha o su compatriota Rivaldo, coreado cuando salió en el segunda parte. En el plano social, el partido amistoso entre los viejos integrantes del equipo de ensueño barcelonista y una selección mundial sirvió también para ver en el banquillo del Camp Nou al entrañable Robert 'Bobby' Robson, ex entrenador del Barcelona y actual del Newcastle, quien tuvo a su lado al legendario Dimitar Penev.
En el otro banquillo toda una sensación, ya que Johan Cruyff y Carles Rexach, conductores del viejo 'dream team', estuvieron otra vez juntos, compartieron cambios pero poca cosa más, porque apenas hubo diálogo. Las viejas rencillas parece que siguen acompañando la relación de ambos, que se rompió en 1996, cuando el holandés fue destituido y Rexach continuó en el club. Unos tres mil aficionados búlgaros, según la organización, desembarcaron en un Camp Nou algo desangelado al principio aunque más lleno al paso de los minutos.
El frío estadio barcelonista, no obstante, también elevó su tono y dio colorido durante el choque, pues los 31.243 seguidores no pararon de animar y acompañar las numerosas jugadas de bella elaboración que se sucedieron. El inicio del partido no pudo tener mejor desarrollo ya que en los primeros 9 minutos Hristo Stoichkov marcó dos goles. El primero en el 2, tras conectar una volea a centro de Txiki, y en el 9, tras recoger un rechace de una falta directa ejecutada previamente por él. En esa acción, el meta Mihailov cayó lesionado en el hombro.
Con dos tácticas completamente desahogadas, el partido se jugó sin ningún tipo de tensión y buscando la belleza en todas las acciones por encima del resultado final. El instante más emotivo de la noche se produjo en el minuto 21 de la segunda parte cuando Juan Antonio Pizzi esperó en la banda la salida de un emocionado Hristo Stoichkov, hasta la última temporada aún jugador en activo en los Washington DC y que ya ha cesado como futbolista profesional. La guinda a la fiesta la puso el ex madridista Davor Suker, quien como en viejos episodios, marcó su gol en el Camp Nou (2-1), aunque éste de menor valor.
En el otro banquillo toda una sensación, ya que Johan Cruyff y Carles Rexach, conductores del viejo 'dream team', estuvieron otra vez juntos, compartieron cambios pero poca cosa más, porque apenas hubo diálogo. Las viejas rencillas parece que siguen acompañando la relación de ambos, que se rompió en 1996, cuando el holandés fue destituido y Rexach continuó en el club. Unos tres mil aficionados búlgaros, según la organización, desembarcaron en un Camp Nou algo desangelado al principio aunque más lleno al paso de los minutos.
El frío estadio barcelonista, no obstante, también elevó su tono y dio colorido durante el choque, pues los 31.243 seguidores no pararon de animar y acompañar las numerosas jugadas de bella elaboración que se sucedieron. El inicio del partido no pudo tener mejor desarrollo ya que en los primeros 9 minutos Hristo Stoichkov marcó dos goles. El primero en el 2, tras conectar una volea a centro de Txiki, y en el 9, tras recoger un rechace de una falta directa ejecutada previamente por él. En esa acción, el meta Mihailov cayó lesionado en el hombro.
Con dos tácticas completamente desahogadas, el partido se jugó sin ningún tipo de tensión y buscando la belleza en todas las acciones por encima del resultado final. El instante más emotivo de la noche se produjo en el minuto 21 de la segunda parte cuando Juan Antonio Pizzi esperó en la banda la salida de un emocionado Hristo Stoichkov, hasta la última temporada aún jugador en activo en los Washington DC y que ya ha cesado como futbolista profesional. La guinda a la fiesta la puso el ex madridista Davor Suker, quien como en viejos episodios, marcó su gol en el Camp Nou (2-1), aunque éste de menor valor.