Verdasco ha desvelado las limitaciones de Isner, al que ha superado por 4-6, 6-4, 6-4 y 6-4, para alcanzar por primera vez en su carrera los cuartos de final del último Grand Slam del año. Es el gigante de Carolina del Norte, 24 años y 2,06 metros, un jugador con limitaciones. Especialmente si se ve desprovisto del saque, de largo su mejor y casi única arma solvente.
Inspirado en el duelo ante Andy Roddick parece impensable que el 55 del mundo tumbara al jugador de Nebraska. Pero aquel día, en el duelo de la tercera ronda, Isner disimuló sus carencias con 38 saques directos. Firmó menos de la mitad ante Verdasco (13), mejor restador que Roddick. Y eso desveló las dificultades de una raqueta al que le cuesta desplazar el peso que sostienen sus 206 centímetros.
El Abierto de Estados Unidos se quedó sin representantes locales en el cuadro masculino. Era Isner la esperanza local después de las sucesivas caídas de James Blake, Roddick y Taylor Dent, los penúltimos supervivientes. Pero Verdasco aprovechó su oportunidad para mantener la dinámica que le acompañó desde su llegada, con el título de New Haven, el primero en pista dura, en su bolsillo. Y una buena dosis de rearme moral en un curso donde el madrileño ha explotado. Se ha situado entre los más relevantes del circuito. Incrustado en el 'top ten'.
El semifinalista del Abierto de Australia tardó en entrar en juego. Cedió el primer parcial por errores propios. A pesar de que pudo enmendar la plana. Pero dos prematuras roturas, en el inicio de cada uno de los siguientes sets, le facilitó el camino. Lo tenía claro Verdasco. Centrado en devolver cada saque de Isner y ponerle a jugar. En eso, el estadounidense es frágil. Impaciente y sin recursos para afrontar el intercambio con garantías ante un adversario que, de largo, ha firmado ya su mejor papel en un 'major'. Fernando Verdasco se enfrentará ahora al serbio Novak Djokovic.
Federer suma y sigue
Mientras, Tommy Robredo dice adiós al Abierto de Estados Unidos al al perder ante Roger Federer por 7-5, 6-2 y 6-2. El suizo, que suma 38 victorias seguidas en Flushing Meadows, se medirá en cuartos de final al sueco Robin Soderling, reeditando así la última final de Roland Garros. Lejos de la flexibilidad que mostró con sus primeros adversarios -el estadounidense Devin Britton, el alemán Simon Greul o el australiano Lleyton Hewitt, con el que se dejó un set-, el tenista de Basilea ha decidido dar un paso al frente en su nuevo recorrido hacia la conquista de su sexto Abierto de Estados Unidos consecutivo.
El juego previo de Robredo había alentado sus expectativas. Sobre todo después de liquidar al estadounidense James Blake, en tres sets, ante su público. Un rival que siempre le creó contratiempos. Y que recientemente siempre le había ganado. No es el caso de Federer. El helvético es inaccesible para Robredo, con el que ha perdido en ocho de las nueve veces que han jugado. Las últimas.
El tenista español plantó cara a su rival en los primeros juegos del primer set, pero ya nadaba a contracorriente. Resolviendo de mala manera los juegos al servicio. Amenazado siempre, e incapaz de aprovechar las opciones de set, las dos únicas que tuvo ante el número uno del mundo. Federer dio la sensación de que en cuanto quiso rompió el partido. Rompió en el undécimo parcial, consolidó y encarriló el encuentro y Robredo ya no pudo hacerle frente. Desprovisto del saque que le impulsó ante Blake y lleno de desconcierto, asumió su inferioridad en los dos parciales restantes, que el suizo se anotó con las fuerzas calculadas.
Roger Federer se enfrentará en cuartos de final contra el sueco Robin Soderling, duodécimo favorito, que avanzó tras la retirada del ruso Nikolay Davydenko al final del tercer set. Es una reedición de la final de Roland Garros.