(Libertad Digital) Será la primera vez que dos equipos españoles se vean las caras en la final de la Copa de la UEFA. Pasara lo que pasara, iba a ser una gran noche para el fútbol español. Los ánimos estaban por los aires tanto en Sevilla como en Bremen, donde se esperaban las remontadas de los dos equipos locales después de sus derrotas en la ida -1-0 del Sevilla y 3-0 del Espanyol-.
No comenzó mal la cosa en Alemania para el Werder. El Espanyol, visiblemente nervioso, tuvo además mala pata. Iraizoz y Torrejón no se entendieron a la hora de ir a despejar y Almeida batió por alto al guardameta. El delirio alemán contagió a todos los presentes. A los de Valverde se les estaba cayendo el cielo encima, pero vieron la luz cuando al genial Klose se le cruzaron los cables. Vio la segunda tarjeta amarilla después de fingir una falta. Fue un rayo de luz entre las sombras al que se aferraron los barceloneses para evitar las embestidas continuas de los alemanes, desconcertados pero todavía decididos a hacer de héroes.
El Sevilla tuvo más problemas para meterse en faena. Osasuna planteó otro partido de destrucción en el centro del campo y dejó a Webó aislado, pasto de fácil digestión para Javi Navarro y Escudé. Una vez adelantadas las líneas, los rojillos plantaron los triángulos en su área y cavaron la trinchera demasiado pronto. El Sevilla, por presión directa y empuje en manada, tuvo su recompensa con el gol de Luis Fabiano, listo en la recuperación dentro del área y hábil en la definición.
Esos dos goles en Bremen y Sevilla ponían toda la incertidumbre en las eliminatorias. Dominaban los dos conjuntos que partían con desventaja este jueves, pero los alemanes, mermados por la expulsión de su joven ‘9’, morderían el césped a los cinco minutos de la reanudación. Como pasó en la ida, Coro completó un contragolpe para dejar más que sentenciado el partido. En Sevilla, las cosas seguían igual, pero se resistía el gol. Decepcionó Ziganda y su equipo, pues su reacción nunca llegó y siempre estuvieron a merced del campeón, al que se le nota que tiene más tablas que muchos equipos de Europa en la actualidad. Casi al mismo tiempo que el Espanyol se ponía en la cola para coger el billete hacia Glasgow, Renato ponía la directa desde Sevilla con el segundo y definitivo tanto de los sevillanos.
Hirvió Sevilla y se heló Bremen con el tanto de Lacruz a la salida de un córner. Los aficionados desplazados desde Barcelona tocaron el cielo desde su ruidosa minoría, conscientes de que vuelven a estar en lo más alto muchos años después de su primera final. En la capital hispalense siguió la incertidumbre, aunque los nervios no le pesaron a los de Juande Ramos. A Osasuna sólo lo pudo despertar el silbato del árbitro indicando el camino de los vestuarios para unos y el de Glasgow para el todavía campeón.