L D (EFE) La baja de Ballesteros ha sido una de las peores noticias del año para sus admiradores ingleses, que son legión, y una entrega más de la serie de acontecimientos infortunados que han sacudido esta temporada al mejor golfista español de todos los tiempos. Ballesteros, cuenta su entorno, ha tratado por todos los medios de estar a punto para el Abierto Británico, un torneo que ha ganado en tres ocasiones (1979, 1984 y 1988) y por el que siempre ha sentido una especial predilección, pero las lesiones que sufre en la espalda han sido la razón de su ausencia.
Pese al tratamiento especial al que se ha sometido el jugador, los dolores crónicos en la espalda no han remitido en las dos últimas semanas, por lo que Ballesteros ha entendido que físicamente no será capaz de afrontar con garantías la próxima semana los 18 hoyos de un campo tan exigente como es el Royal St. George, un links del sur de Inglaterra, donde sopla habitualmente un fuerte viento del Canal de La Mancha y que era profundamente odiado por el estadounidense Jack Nicklaus, el golfista más laureado del siglo pasado.
Ballesteros, de 46 años, renunció hace un año y por primera vez al Open Británico, que se disputó en Muirfield (Escocia). El jugador de Pedreña había jugado de forma ininterrumpida este torneo desde 1975. En Inglaterra se interpretó entonces ese hecho como un atisbo de retirada, al igual que ha sucedido con esta nueva renuncia. Pero esta cuestión ha sido nuevamente zanjada por el entorno del jugador. Seve Ballesteros no se retira, aunque se encuentra especialmente bajo de ánimo por esta indeseada decisión.
No es la primera vez que Ballesteros se ve fuera de combate por este motivo. Los daños que presenta la espalda del jugador son importantes, una zona que es castigada severamente por las contorsiones del swing y que, como en el caso de Severiano y muchos jugadores de su generación, no fue compensada en su momento con ejercicios alternativos. Seve Ballesteros, que desde los 7 años no ha parado de jugar al golf, no ha llegado a tiempo para la tercera gran cita del año por culpa de su maltrecha espalda. La misma que le dio serios problemas a comienzos de la década pasada y que le obligó a montar un gimnasio en su propia casa para realizar ejercicios compensatorios.
Una espalda retorcida, la misma que le empujó a llevar a los hoteles durante una época una barra que situaba en el quicio de las puertas de las habitaciones, para colgarse de ella y encontrar así alivio. Esa espalda que le obliga aún hoy a visitar periódicamente en Madrid a un especialista cuando los dolores son casi insoportables. El golfista cántabro se pierde otro Abierto Británico, para dejar la nómina de españoles reducida a José María Olazábal, Sergio García e Ignacio Garrido.
Pese al tratamiento especial al que se ha sometido el jugador, los dolores crónicos en la espalda no han remitido en las dos últimas semanas, por lo que Ballesteros ha entendido que físicamente no será capaz de afrontar con garantías la próxima semana los 18 hoyos de un campo tan exigente como es el Royal St. George, un links del sur de Inglaterra, donde sopla habitualmente un fuerte viento del Canal de La Mancha y que era profundamente odiado por el estadounidense Jack Nicklaus, el golfista más laureado del siglo pasado.
Ballesteros, de 46 años, renunció hace un año y por primera vez al Open Británico, que se disputó en Muirfield (Escocia). El jugador de Pedreña había jugado de forma ininterrumpida este torneo desde 1975. En Inglaterra se interpretó entonces ese hecho como un atisbo de retirada, al igual que ha sucedido con esta nueva renuncia. Pero esta cuestión ha sido nuevamente zanjada por el entorno del jugador. Seve Ballesteros no se retira, aunque se encuentra especialmente bajo de ánimo por esta indeseada decisión.
No es la primera vez que Ballesteros se ve fuera de combate por este motivo. Los daños que presenta la espalda del jugador son importantes, una zona que es castigada severamente por las contorsiones del swing y que, como en el caso de Severiano y muchos jugadores de su generación, no fue compensada en su momento con ejercicios alternativos. Seve Ballesteros, que desde los 7 años no ha parado de jugar al golf, no ha llegado a tiempo para la tercera gran cita del año por culpa de su maltrecha espalda. La misma que le dio serios problemas a comienzos de la década pasada y que le obligó a montar un gimnasio en su propia casa para realizar ejercicios compensatorios.
Una espalda retorcida, la misma que le empujó a llevar a los hoteles durante una época una barra que situaba en el quicio de las puertas de las habitaciones, para colgarse de ella y encontrar así alivio. Esa espalda que le obliga aún hoy a visitar periódicamente en Madrid a un especialista cuando los dolores son casi insoportables. El golfista cántabro se pierde otro Abierto Británico, para dejar la nómina de españoles reducida a José María Olazábal, Sergio García e Ignacio Garrido.