L D (EFE) Una canasta de uno de los mejores jugadores que hoy en día actúan en el baloncesto del Viejo Continente, el base del CSKA Moscú ruso Theos Papalukas, salvó a Grecia de la eliminación a seis segundos del final de un partido que Eslovenia tenía en el bolsillo y daba la mejor clasificación de su historia al conjunto ex yugoslavo. Pero Grecia es Grecia. Estaba perdida. Perdía 58-42 a seis minutos del final. Había perdido el control de la situación después del primer tiempo y, sin embargo, resurgió de sus cenizas para reivindicarse como lo que es, la campeona de Europa, la subcampeona del mundo y, por extensión, el rival de España en semifinales (15-09-07; 19.00; La Sexta).
Los griegos plantearon el choque con todas las precauciones para llevarlo al terreno en el que ahora, en un estado de forma inferior al de hace un año en el Mundial de Japón 2006, podían hacer más daño al cuadro de Ales Pipan, que ha puesto uno de los estilos más dinámicos del torneo y se siente bien cuando abundan los puntos, la velocidad y el arrojo. Grecia tiene una virtud incuestionable: sabe mandar en el ritmo. Siempre lo ha hecho. En el mundial japonés jugó de forma diferente casi en cada partido, adaptándose a las peculiaridades del rival, sin que eso significase renunciar a su propia filosofía, que es, precisamente, mimetizarse para romper los principios del modelo que usa su oponente.
Los griegos consiguen desnaturalizar a los equipos que se les cruzan por el camino. Les llevan a su terreno, les hacen comulgar con una forma de jugar que siempre es la opuesta a la que predica el equipo de enfrente. Pero este año no funciona igual, le falta esa pizca de acoplamiento, de química, que le dio el oro en Belgrado 2005 y la plata mundial en Japón 2006. Eso sí, no ha perdido el instinto y tiene a Theos Papalukas. Un genio.
Los eslovenos han prescindido de algunos de los jugadores que disputan la NBA -sólo están Rado Nesterovic y Uros Slokar (Toronto Raptors)- y han apostado por jóvenes de calidad y hombres de contrastado nivel y experiencia en las competiciones europeas. Además, Pipan ha empezado a sacar agua de un pozo de talento que no había brillado como se esperaba en las cumbres internacionales. Tenían el pase a semifinales en la mano, pero se les fue sin ni siquiera enterarse de lo que había pasado. Salieron de la cancha como zombis. Con Nesterovic y Matjas Smodis a la cabeza -ocho puntos cada uno- pelearon todo el primer tiempo frente a la férrea Grecia de este año. No es el equipo que endosó 111 puntos y eliminó a los Estados Unidos en las semifinales del campeonato del mundo nipón, pero es una selección de raza, un bloque campeón. Grecia rebosa oficio, saber estar, rezuma inteligencia y, aunque menos acoplada, dispone la misma categoría individual y colectiva.
Sabían que Eslovenia les iba a hacer sufrir y, la recta final del primer periodo, recompensó la mayor alegría de la apuesta eslovena (34-28), al menos, momentáneamente. Ahora bien, la hora de las felicitaciones sólo puede desatarse cuando la bocina ha marcado el final. Antes es un brindis al sol. Quedaba la duda de saber cuál de las dos selecciones iba a imponer sus formas en y conseguir el pase en la segunda parte. La incógnita pareció aclararse con un triple del base Jaka Lakovic a los veintitrés minutos (41-28). Eslovenia creyó en algo más que el sufrimiento defensivo y sus tiradores concretaron la recompensa a la elección más amable con el espectáculo en números contantes y sonantes (49-37 m.29).
En ese preciso instante, a pesar de todo lo que quedaba por delante, a pesar de que Grecia es la campeona continental y la subcampeona mundial, Eslovenia abrazaba las semifinales sin temor. No percibía ninguna amenaza. Sólo dependía de sí misma. Se olvidó de que los campeones, todos, en cualquier deporte, siempre merecen todo el respeto. Nadie regala medallas. Cuestan mucho trabajo. A Grecia nadie se las ha colgado gratis. Las tiene porque es capaz de remontar partidos así.
Los griegos plantearon el choque con todas las precauciones para llevarlo al terreno en el que ahora, en un estado de forma inferior al de hace un año en el Mundial de Japón 2006, podían hacer más daño al cuadro de Ales Pipan, que ha puesto uno de los estilos más dinámicos del torneo y se siente bien cuando abundan los puntos, la velocidad y el arrojo. Grecia tiene una virtud incuestionable: sabe mandar en el ritmo. Siempre lo ha hecho. En el mundial japonés jugó de forma diferente casi en cada partido, adaptándose a las peculiaridades del rival, sin que eso significase renunciar a su propia filosofía, que es, precisamente, mimetizarse para romper los principios del modelo que usa su oponente.
Los griegos consiguen desnaturalizar a los equipos que se les cruzan por el camino. Les llevan a su terreno, les hacen comulgar con una forma de jugar que siempre es la opuesta a la que predica el equipo de enfrente. Pero este año no funciona igual, le falta esa pizca de acoplamiento, de química, que le dio el oro en Belgrado 2005 y la plata mundial en Japón 2006. Eso sí, no ha perdido el instinto y tiene a Theos Papalukas. Un genio.
Los eslovenos han prescindido de algunos de los jugadores que disputan la NBA -sólo están Rado Nesterovic y Uros Slokar (Toronto Raptors)- y han apostado por jóvenes de calidad y hombres de contrastado nivel y experiencia en las competiciones europeas. Además, Pipan ha empezado a sacar agua de un pozo de talento que no había brillado como se esperaba en las cumbres internacionales. Tenían el pase a semifinales en la mano, pero se les fue sin ni siquiera enterarse de lo que había pasado. Salieron de la cancha como zombis. Con Nesterovic y Matjas Smodis a la cabeza -ocho puntos cada uno- pelearon todo el primer tiempo frente a la férrea Grecia de este año. No es el equipo que endosó 111 puntos y eliminó a los Estados Unidos en las semifinales del campeonato del mundo nipón, pero es una selección de raza, un bloque campeón. Grecia rebosa oficio, saber estar, rezuma inteligencia y, aunque menos acoplada, dispone la misma categoría individual y colectiva.
Sabían que Eslovenia les iba a hacer sufrir y, la recta final del primer periodo, recompensó la mayor alegría de la apuesta eslovena (34-28), al menos, momentáneamente. Ahora bien, la hora de las felicitaciones sólo puede desatarse cuando la bocina ha marcado el final. Antes es un brindis al sol. Quedaba la duda de saber cuál de las dos selecciones iba a imponer sus formas en y conseguir el pase en la segunda parte. La incógnita pareció aclararse con un triple del base Jaka Lakovic a los veintitrés minutos (41-28). Eslovenia creyó en algo más que el sufrimiento defensivo y sus tiradores concretaron la recompensa a la elección más amable con el espectáculo en números contantes y sonantes (49-37 m.29).
En ese preciso instante, a pesar de todo lo que quedaba por delante, a pesar de que Grecia es la campeona continental y la subcampeona mundial, Eslovenia abrazaba las semifinales sin temor. No percibía ninguna amenaza. Sólo dependía de sí misma. Se olvidó de que los campeones, todos, en cualquier deporte, siempre merecen todo el respeto. Nadie regala medallas. Cuestan mucho trabajo. A Grecia nadie se las ha colgado gratis. Las tiene porque es capaz de remontar partidos así.
Lituania-Rusia en la otra semifinal
Un error desde la línea de personal del jugador del Tau Vitoria Zoran Planinic, uno de los mejores de Croacia en la eliminatoria de cuartos de final del Europeo 2007 contra Lituania, dejó a la selección croata fuera de la lucha por las medallas y selló el pase de los bálticos hacia una senda que en el torneo continental de 2003, en Suecia, les condujo a lo más alto del podio. Los bálticos han ofrecido un gran baloncesto en este Europeo. Juegan a las órdenes de una de las mejores batutas de la canasta mundial, la del base de los Golden State Warriors Sarunas Jasikevicius -quien pese a jugar con problemas en una rodilla es superior a la gran mayoría de sus homólogos de puesto- y explotan a algunos hombres de elite (Ramunas Siskauskas, Darius Songaila..) en un gran momento de forma.
Croacia ya anunció que había superado la época de crisis posterior a la generación que ganó la plata en Barcelona'92 hace dos años, en el Europeo de Belgrado 2005, pero allí se encontró con España en cuartos de final y, tras ceder la prórroga en una postrera acción de Fran Vázquez, cayó en la prórroga. Aquí han puesto de manifiesto que vuelven a codearse con los mejores. Han exhibido, más que cualquier otra virtud, una dureza mental a prueba de bomba. Empezaron mal, con una derrota ante Letonia en Sevilla, pero acabaron la primera fase ganando a España por un punto, algo que no había hecho ninguna otra selección en los dos últimos años.
Croacia ya anunció que había superado la época de crisis posterior a la generación que ganó la plata en Barcelona'92 hace dos años, en el Europeo de Belgrado 2005, pero allí se encontró con España en cuartos de final y, tras ceder la prórroga en una postrera acción de Fran Vázquez, cayó en la prórroga. Aquí han puesto de manifiesto que vuelven a codearse con los mejores. Han exhibido, más que cualquier otra virtud, una dureza mental a prueba de bomba. Empezaron mal, con una derrota ante Letonia en Sevilla, pero acabaron la primera fase ganando a España por un punto, algo que no había hecho ninguna otra selección en los dos últimos años.