(Libertad Digital) Nadal, que recibe un cheque de un millón de euros por esta victoria, es el primer jugador en lograr el triplete seguido después del sueco Bjorn Borg. Vencer a Federer, cuyo objetivo declarado era ganar este año en los Internacionales de Francia, ha sido la constatación de que, ante el que para muchos es el mejor jugador de la historia, el de Manacor se crece y le tiene tomada la medida y arrancada la moral.
De historia ha hablado el brasileño Gustavo Kuerten, ganador en 1997, 2000 y 2001, encargado de entregar el trofeo en el décimo aniversario de su primera victoria, y que no quiso acudir este año a competir en París por dignidad, porque su juego no está al nivel que él considera necesario. Enfundado en un elegante traje gris, el de Florianapolis lo dejó claro. "Quiero felicitar a los dos, porque para mí estáis haciendo parte de la historia del tenis. Eres el mejor jugador de la historia sobre tierra batida (a Nadal) y el mejor de todos los tiempos (a Federer). Siempre he adorado jugar aquí y el año próximo haré todo lo posible por hacerlo, pero no así (en traje) sino con camiseta y pantalón corto y deportivas para jugar al tenis", decía 'Guga'.
A pesar de haberle ganado en el último partido, en la final del Masters Series de Hamburgo, cortando su racha de 81 victorias consecutivas en tierra -con un 6-0 en el último set-, Federer no quería a Nadal en la final. Lo dijo al llegar a semifinales. No quería sufrir. No quería sentir de nuevo la sensación de decepción que sufre en París cada vez que intenta una corona que le es esquiva y se le pone cada vez más lejos de su alcance por culpa del de Manacor. El 1 de agosto cumplirá 26 años y cuando regrese a París la próxima temporada estará cada vez más cerca de la treintena. Federer sabe que las fuerzas disminuirán entonces y que será aún más complicado. De ahí la gran importancia de la victoria de Nadal y su futuro en el 'Grand Slam' de tierra, donde puede alcanzar al mismo Borg con seis victorias.
El partido murió en las bolas de rotura que dispuso el suizo en el primer set: diez en total. Federer y Nadal saben que a más de tres sets, la ventaja es del español, que termina agotando la sutileza del suizo y su genial repertorio. Y en esas oportunidades se ahogó el suizo. Nadal cansa, agota, desquicia y luego vence. Su golpe de derecha, botando a casi dos metros de altura, anuló los destellos de magia de Federer, sumido en el 'síndrome de Davydenko', el jugador ruso que dispuso de 17 ocasiones para romperle en semifinales y sólo consiguió tres.
El español se dejó escapar el segundo set cuando a los 80 minutos de partido, Roger encontró por fin el oasis de la rotura en el séptimo juego. Entonces el público bramó aún más y la pista Philippe Chatrier se convirtió en un solo grito: "¡Roger, Roger, Roger!". Pero después Federer se tuvo que rendir a la evidencia. Sus fuerzas fueron descendiendo y la solidez de Nadal no bajaba. Le llamaron "Toro", "torero, torero", y hasta los jugadores de rugby del Stade de Francia, ganadores del campeonato, que lucieron su escudo de triunfadores en la grada, reconocieron su triunfo.
Nadal apuntillaba a Federer a la primera oportunidad e ingresó en un grupo ahora ya de siete jugadores que han ganado en París tres veces: Bjorn Borg, con seis títulos; Henri Cochet, cuatro; y René Lacoste, Mats Wilander, Ivan Lendl y Gustavo Kuerten, todos ellos con tres. Luego, escaló las gradas para felicitar a su tío y entrenador, Toni Nadal, a todos sus familiares y al presidente del Real Madrid, Ramón Calderón, a los que tiznó con la tierra de la central. Después bajó a saludar al Príncipe de Asturias, quien tras la ceremonia acudió a los vestuarios a charlar más tranquilamente con el campeón.
Así pues, continúa la decepción de Federer, que ha perdido tres veces seguidas con Nadal. No podrá este año ni completar su 'Grand Slam' particular -ha ganado los tres últimos grandes-, ni el natural con los cuatro en la misma sesión, que sólo Donald Budge (1938) y el mítico Laver, en dos ocasiones (1962 y 1969) han archivado. Tampoco podrá igualar en París los 12 títulos del 'Grand Slam' que Rod Laver y Bjorn Borg recolectaron. La culpa es de un genial jugador que acaba de cumplir 21 años y que, a diferencia de Borg, sí ha ganado los tres Roland Garros en los que ha competido, desde el primero hasta el último.
De historia ha hablado el brasileño Gustavo Kuerten, ganador en 1997, 2000 y 2001, encargado de entregar el trofeo en el décimo aniversario de su primera victoria, y que no quiso acudir este año a competir en París por dignidad, porque su juego no está al nivel que él considera necesario. Enfundado en un elegante traje gris, el de Florianapolis lo dejó claro. "Quiero felicitar a los dos, porque para mí estáis haciendo parte de la historia del tenis. Eres el mejor jugador de la historia sobre tierra batida (a Nadal) y el mejor de todos los tiempos (a Federer). Siempre he adorado jugar aquí y el año próximo haré todo lo posible por hacerlo, pero no así (en traje) sino con camiseta y pantalón corto y deportivas para jugar al tenis", decía 'Guga'.
A pesar de haberle ganado en el último partido, en la final del Masters Series de Hamburgo, cortando su racha de 81 victorias consecutivas en tierra -con un 6-0 en el último set-, Federer no quería a Nadal en la final. Lo dijo al llegar a semifinales. No quería sufrir. No quería sentir de nuevo la sensación de decepción que sufre en París cada vez que intenta una corona que le es esquiva y se le pone cada vez más lejos de su alcance por culpa del de Manacor. El 1 de agosto cumplirá 26 años y cuando regrese a París la próxima temporada estará cada vez más cerca de la treintena. Federer sabe que las fuerzas disminuirán entonces y que será aún más complicado. De ahí la gran importancia de la victoria de Nadal y su futuro en el 'Grand Slam' de tierra, donde puede alcanzar al mismo Borg con seis victorias.
El partido murió en las bolas de rotura que dispuso el suizo en el primer set: diez en total. Federer y Nadal saben que a más de tres sets, la ventaja es del español, que termina agotando la sutileza del suizo y su genial repertorio. Y en esas oportunidades se ahogó el suizo. Nadal cansa, agota, desquicia y luego vence. Su golpe de derecha, botando a casi dos metros de altura, anuló los destellos de magia de Federer, sumido en el 'síndrome de Davydenko', el jugador ruso que dispuso de 17 ocasiones para romperle en semifinales y sólo consiguió tres.
El español se dejó escapar el segundo set cuando a los 80 minutos de partido, Roger encontró por fin el oasis de la rotura en el séptimo juego. Entonces el público bramó aún más y la pista Philippe Chatrier se convirtió en un solo grito: "¡Roger, Roger, Roger!". Pero después Federer se tuvo que rendir a la evidencia. Sus fuerzas fueron descendiendo y la solidez de Nadal no bajaba. Le llamaron "Toro", "torero, torero", y hasta los jugadores de rugby del Stade de Francia, ganadores del campeonato, que lucieron su escudo de triunfadores en la grada, reconocieron su triunfo.
Nadal apuntillaba a Federer a la primera oportunidad e ingresó en un grupo ahora ya de siete jugadores que han ganado en París tres veces: Bjorn Borg, con seis títulos; Henri Cochet, cuatro; y René Lacoste, Mats Wilander, Ivan Lendl y Gustavo Kuerten, todos ellos con tres. Luego, escaló las gradas para felicitar a su tío y entrenador, Toni Nadal, a todos sus familiares y al presidente del Real Madrid, Ramón Calderón, a los que tiznó con la tierra de la central. Después bajó a saludar al Príncipe de Asturias, quien tras la ceremonia acudió a los vestuarios a charlar más tranquilamente con el campeón.
Así pues, continúa la decepción de Federer, que ha perdido tres veces seguidas con Nadal. No podrá este año ni completar su 'Grand Slam' particular -ha ganado los tres últimos grandes-, ni el natural con los cuatro en la misma sesión, que sólo Donald Budge (1938) y el mítico Laver, en dos ocasiones (1962 y 1969) han archivado. Tampoco podrá igualar en París los 12 títulos del 'Grand Slam' que Rod Laver y Bjorn Borg recolectaron. La culpa es de un genial jugador que acaba de cumplir 21 años y que, a diferencia de Borg, sí ha ganado los tres Roland Garros en los que ha competido, desde el primero hasta el último.