L D (Antonio Golmar) La primera jornada de las finales de natación de los Juegos Olímpicos ha estado a la altura de las expectativas. Dos nuevos récords mundiales, emoción hasta el último segundo y algunas sonadas decepciones han marcado esta primera mañana (madrugada en España) de finales de uno de los deportes que más interés despierta entre los espectadores de televisión todo el mundo.
Michael Phelps, el nadador norteamericano aspirante a conseguir ocho medallas de oro en Pekín, se impuso en la prueba que abrió la sesión, los 400 metros estilos masculinos, una de las más vistosas y emocionantes de este deporte, mejorando además su récord mundial en casi dos segundos (4:03:84).
Tras Phelps, quien tras hacerse con siete medallas de oro en los mundiales de Melbourne de 2007 busca superar las siete que su compatriota Mark Spitz ganó en las olimpiadas de Munich, tocó el plusmarquista europeo, el húngaro Laszlo Csech. El bronce fue para el norteamericano Ryan Loche, dominador de la prueba en su primera mitad. Sin embargo, la potente braza de Phelps y los magníficos últimos 100 metros en estilo libre le dieron lo que pareció un triunfo fácil, aunque recién finalizada la carrera declaró que la primera medalla es siempre la más complicada: “una vez que la consigues el resto parece más fácil”.
Tampoco hubo sorpresas en los 400 libres masculinos, una prueba que dominó el actual campeón del mundo, el surcoreano Taehwan Park, acosado en los últimos 100 metros por los norteamericanos Jensen y Vanderkaay. La medalla de plata fue para el chino Lin Zhang tras una espectacular remontada que relegó a Jensen al tercer puesto. Por su parte, el australiano Grant Hackett decepcionó con un sexto puesto que seguro sabe a poco a un deportista que desde 1998 ha ganado tres oros olímpicos y diez en los campeonatos mundiales.
Todos estos hombres se verán de nuevo las caras en la prueba de los 1500 metros libres, cuyas series clasificatorias comienzan el viernes 15.
Katie Hoff, la otra gran estrella americana de la natación mundial, también comenzó con mal pie su participación en los Juegos. Inscrita en cinco pruebas, la campeona del mundo en los 400 metros estilos tuvo que conformarse con el bronce tras la australiana Stephanie Rice, quien culmina la mejor temporada de su carrera deportiva estableciendo un nuevo récord mundial (4:29:45, la primera mujer que baja de los cuatro minutos y medio).
Pese a la recuperación final de Hoff, los casi dos cuerpos de distancia que la australiana puso entre ella y la americana en los primeros 200 metros de la carrera sellaron su triunfo y el consiguiente fracaso de la que hasta hace poco parecía la nueva reina de la natación femenina. Kirsty Coventry, de Zimbabue, una especialista en espalda, fue la única nadadora capaz de aguantar el ritmo de Rice. Su victoria resulta especialmente meritoria, pues el mejor resultado en esta prueba hasta la fecha había sido una medalla de bronce en los mundiales de Melbourne de 2007.
La última final disputada fue la de los relevos 100 x 4 libres femeninos, una prueba dominada en los últimos años por las nadadoras de Holanda. Como era de esperar, el equipo de los Países Bajos brilló con una gran actuación que estuvo a punto de pulverizar su récord mundial y estableció un nueva plusmarca olímpica (3:36:76). El equipo americano se hizo con el segundo puesto seguido de Australia, que desde la lejana calle 7 desbancó a chinas y alemanas.
La anécdota de la jornada la pusieron los organizadores, que decidieron cortar el himno de los Estados Unidos a la mitad durante la ceremonia de entrega de medallas de los 400 metros estilos masculinos, la prueba de Phelps. Entre los espectadores que llenaban el Centro Nacional de Deportes Acuáticos se encontraba el presidente George W. Bush, quien animó con entusiasmado a todos los nadadores de su país.