PERFIL: Marat Safin, una mente indomable para un ganador nato
Capaz de lo mejor y de lo peor, el ruso Marat Safin ha demostrado una vez más que ha dejado atrás aquellos tiempos en los que rompía 48 raquetas por temporada y se venía abajo en los momentos más imprevisibles. Su juego ha madurado a la vez que su vida se ha asentado, lo que ha repercutido en que este domingo se haya convertido en el segundo ruso que gana el Abierto de Australia. Safin ha logrado con todo en contra ante ídolo local, Lleyton Hewitt, lograr el segundo Grand Slam de su carrera, después del US Open de 2000.
Safin ha encarnado siempre ese espíritu de la contradicción. Cuando parecía estar más a punto, su especial carácter le hundía en el más profundo desastre, y cuando ya nadie apostaba por él, era capaz de resurgir con su sensacional tenis. Sin duda, el hombre que más ha influido en su juego, desde sus comienzos, fue el español Rafael Mensua, su "entrenador intermitente" con el que empezó todo, al que durante un tiempo acudía cada vez que un técnico le fallaba, y al que dedicó el título del Conde de Godó en el 2000 cuando ya no trabajaba con él.
La frustración se reflejaba después en las pistas donde batía récords rompiendo raquetas, 48 en una temporada, a un promedio de dos por partido. La relación con Mats Wilander, ganador de siete títulos del Grand Slam, pareció serenar el juego de un tenista sorprendente al que Sampras alabó sin dudar cuando sufrió su derrota en Flushing Meadows. Lundgren, cuartofinalista en Wimbledon, ex técnico también del chileno Marcelo Ríos y del suizo Roger Federer, entre otros, parece haber encontrado la respuesta en el juego de un Safin más tranquilo, con novia oficial, Dasha Zhukova, una estudiante de medicina que conoció en Moscú hace tres años.
Una respuesta que al ruso le faltó en la final de Melburne del 2000 contra el sueco Thomas Johansson, cuando su banquillo estaba iluminado por la presencia de tres espectaculares rubias. Tampoco tuvo suerte en la del 2004, cuando, agotado, esta vez, por los 129 juegos que necesitó para llegar a la final, Federer hizo presa en él sin concederle la más mínima oportunidad. Su venganza solo ha tardado un año en consumarse, en semifinales esta vez, donde levantó un punto de partido para demostrar después que el suizo es humano, y vencerle. Luego, Hewitt comprobó como Marat es capaz de todo cuando él quiere.
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