Manuel Pellegrini se sincera en una entrevista al diario Marca, el mismo que la temporada pasada le atacaba cuando dirigía al Real Madrid. El chileno, actualmente en el banquillo del Málaga, se siente ahora para hablar sin ataduras de la actualidad del club blanco. Y lo hace dejando a un lado la diplomacia que le acompaña en todas sus ruedas de prensa.
Entre otras cosas, Pellegrini dice que "a mí no me mató el Alcorcón -verdugo de los blancos en primera ronda de la Copa del Rey 2009/10-, sino mi relación con el presidente (Florentino Pérez). Todavía no sé por qué me apartó". "Ser técnico del Madrid es muy difícil y el primer año, más aún. Y pelear con este Barça es una complicación añadida. Si le sumas que el técnico no tiene el apoyo del presidente y la prensa se suma al alboroto...", se sincera el chileno ante el periodista Tomás Guasch, el último fichaje de Marca.
"No entiendo por qué el presidente me apartó. Mi obligación era decirle que Sneijder y Robben, por supuesto, eran imprescindibles. Con las cosas de niño chico que se oyen ahora, aquello me pareció inexplicable. Los dos fueron campeones en Italia y Alemania, jugaron la final de la Champions y del Mundial... volvería a hacer lo mismo", asegura.
"Periodismo parcial en España"
Además, Pellegrini no desaprovecha la ocasión de lanzar dardos a la prensa española y, en concreto -aunque no lo cita expresamente-, a Marca. "Ganamos en La Coruña después de 19 años y ciertos titulares en los periódicos el día después fueron que no había puesto unos minutos al chico, Mosquera", comenta.
"Perdimos el primer partido en Sevilla tras ganarlo todo en Champions hasta entonces y ya se armó. No había llegado Alcorcón entonces y la descalificación era enorme, permanente, como buscando que el Bernabéu se me echara encima", se queja el chileno, que no entiende "el periodismo tan parcial que se hace en España, empezando por Madrid y Barcelona".
Por último, el Ingeniero admite que la decisión de sentar en el banquillo a Raúl González, actualmente en el Schalke 04 alemán, fue "dura" y que la hizo "con todo el dolor de mi alma". "Es capaz de jugar cinco minutos como si fueran el tiempo y el partido de su vida. Lo que sí soy es imparcial para hacer el equipo, un técnico no puede renunciar a ello nunca", señala.