Si alguien me hubiese dicho que, algún día, hablaría del Comisionado de la NBA, Adam Silver, y el rey Fernando VII (popularmente conocido como El deseado) de una misma tacada, seguro que la ceja izquierda se me habría levantado bien arriba, a la vez que la derecha se me habría fruncido, en un clarísimo gesto de incredulidad.
Pues, mira por donde, hemos llegado a ese día hoy.
En sus Episodios Nacionales, el novelista y dramaturgo canario Benito Pérez Galdós relataba que el Fernando VII observaba cómo su ayudante, ante la necesidad de querer vestir al monarca urgentemente para una importante reunión, no acertaba a finalizar la encomienda, fruto de los nervios, causando que el rey le enunciara la ya famosa frase de: "Vísteme despacio, que tengo prisa", que viene a decir, básicamente, que las cosas buenas llevan su tiempo.
Al otro lado del Atlántico, en el edificio Olympic Tower de Manhattan, con vistas a la famosa catedral neoyorquina de San Patricio, y a tiro de piedra del emblemático Rockefeller Center, se encuentra el centro neurálgico de la NBA, donde, con toda seguridad, Silver y su equipo de directivos llevan trabajando infatigablemente desde que los Lakers se coronaron campeones de la temporada 2019-20 el pasado 11 de octubre, para estudiar la vía más acertada para dar paso a la siguiente edición de la mejor liga de baloncesto del mundo.
Aquí es donde Silver y Fernando VII empiezan a compartir esa filosofía común, pero el dinero, aparentemente, ha hecho que sus caminos hayan empezado a bifurcarse.
Hasta hace poco, todo apuntaba a que la NBA había fijado la mirilla en la fecha del 18 de enero de 2021 –día festivo en Estados Unidos que conmemora el natalicio del Dr. Martín Luther King, Jr–, hecho que no escapaba a nadie por la importancia histórica de la figura del Dr. King, Jr. como por la actualidad del movimiento de Black Lives Matter en la sociedad estadounidense.
Dicha fecha permitía, a priori, un margen holgado para que el impacto de la pandemia del COVID-19 amainase hasta el punto de permitir la presencia de público en las gradas de los pabellones NBA, dada la importante inyección económica que representan los aficionados para las arcas de la liga –un 40% de los ingresos totales, según el mismo Adam Silver-.
Pero viendo que la perspectiva sanitaria dista mucho de mejorar significativamente, Silver parece que va encaminado a salvar económicamente lo que buenamente pueda, con el calendario en contra.
Me explico.
Si, según se comenta, la NBA arranca con los training camps el 1 de diciembre –12 días después del Draft– se daría la siguiente situación:
TEMPORADA 2019-20
- 8 equipos (27%), ‘descansando’ desde el 11 de marzo
- 6 equipos (20%), eliminados al 17 de agosto
- 8 equipos (27%), eliminados al 2 de septiembre
- 4 equipos (13%), eliminados al 15 de septiembre
- 2 equipos (6,5%), eliminados al 27 de septiembre
- 2 equipos finalistas (6,5%) rematan la liga el 11 de octubre
Así pues, 22 de los 30 equipos (73%) habrán tenido tres meses para recuperarse de cara a la próxima temporada, con cuatro equipos más (13%) gozando de dos meses y medio.
En una temporada normal, el número de meses de descanso entre temporadas suelen ser como sigue:
- 14 equipos (47%), con 5 ½: no se clasifican para los playoff
- 8 equipos (27%), con 5: eliminados en la 1ª ronda
- 4 equipos (13%), con 4 ½: eliminados en la 2ª ronda
- 2 equipos (6,5%), con 4: eliminados en las finales de conferencia
- 2 equipos (6,5%), con 3 ½: equipos finalistas
Es decir, que 14 de 30 equipos (47%) de la NBA 2019-20 habrán podido descansar al menos el mismo tiempo que los equipos finalistas de años anteriores: tres meses y medio.
Bajo el contexto actual de la pandemia, y a la vista del saldo negativo que la NBA ha sufrido esta temporada pasada -según la agencia de noticias estadounidense Associated Press, de 1500 millones de dólares (toca, por partes iguales, a 50 millones por franquicia)- sumado a las posibles pérdidas en las que incurrirá la liga por la más que probable ausencia de público en los pabellones, llegamos a la conclusión lógica de que la liga desea maximizar cualquier canal de ingresos que ayude a reducir dicho impacto negativo financiero, ejerciendo de chaleco salvavidas principal los acuerdos con los canales regionales de temática deportiva, cuyos contratos requieren la retransmisión de un mínimo por equipo de 70 partidos.
Cualquier planteamiento de calendario que impidiera llegar a esa cifra de partidos implicaría menores ingresos para cubrir los gastos operativos de las franquicias. Consecuentemente, Silver se ve, con casi total seguridad, en la obligación de apresurar el inicio de la nueva temporada.
Quedaría por hablar otro día el tema de valorar cómo impactaría, deportivamente hablando, esta prisa por empezar en muchos de los jugadores, acostumbrados a contar con un mayor período de recuperación entre temporada y temporada.
A la vista de todo lo anteriormente mencionado, el comisionado Silver y los propietarios de las 30 franquicias NBA, lamentablemente, con cada día que pasa, no pueden permitirse el lujo de que les ‘vistan despacio’.