Michael Jordan está considerado por casi todos como el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos. Ganó seis anillos de campeón con los Chicago Bulls (1991-93 y 1996-98), aunque a buen seguro que no hubiera logrado casi ninguno de sus éxitos sin la ayuda de figuras como Horace Grant, Dennis Rodman, Toni Kukoc, Steve Kerr, Luc Longley y, sobre todo, Scottie Pippen.
Pippen (Hamburg, Arkansas, 25 de septiembre de 1965) es posiblemente el jugador más infravalorado en la historia de la NBA. De hecho, Rodman dice de Pippen que "era el mejor jugador del mundo cuando Jordan se retiró". Los números avalan la teoría de el Gusano: en la campaña 1993/94, la que Jordan se perdió por completo al dedicarse al béisbol, Pippen promedió 22 puntos, 8,7 rebotes, 5,6 asistencias y 2,9 robos por partido. Además, fue el MVP de esa edición del All-Star Game en el Target Center de Minneápolis.
Las figuras de Jordan, Pippen y la mayoría de sus compañeros de vestuario en los Chicago Bulls han vuelto a estar de actualidad en las últimas semanas con la emisión de The Last Dance, la polémica serie documental de Netflix con la historia de aquel equipo, considerado por muchos como el mejor de la historia del baloncesto y hasta del deporte en general, que ganó seis anillos en ocho años, bajo la batuta del entrenador Phil Jackson y con Jerry Krause como gerente general del equipo.
Lo cierto es que The Last Dance ha levantado muchas ampollas y ha servido para sumar cada vez más detractores contra la figura de MJ. Está claro que hablamos de un jugador único, irrepetible, pero también de un deportista que, debido a su excesivo celo competitivo, era visto por no pocos compañeros como un tirano dentro de la cancha y en los vestuarios, como destaca José Manuel Puertas, director de Tirando a Fallar —el programa sobre baloncesto de esRadio—, en un artículo publicado esta semana en Libertad Digital.
Grant, Barkley, Pippen...
Horace Grant, que jugó en los Bulls de 1987 a 1994, define a Jordan como un "mentiroso y rencoroso", después de que éste acusara al ala-pívot (tras su etapa en Chicago se marchó a los Orlando Magic) de filtrar al periodista Sam Smith ciertas intimidades del vestuario que salieron a la luz en el libro The Jordan Rules (Las reglas de Jordan).
Tampoco Charles el Gordo Barkley, leyenda de los Phoenix Suns y que compartió vestuario con Jordan en aquel maravilloso Dream Team que ganó el oro olímpico en los Juegos de Barcelona'92 (junto a los Pippen, Magic Johnson, Larry Bird, Karl Malone, David Robinson...), tiene relación con His Airness, después de que hubieran sido grandes amigos, compartiendo timbas de póker y jugando juntos al golf.
Todo nació de unos comentarios de Barkley acerca de las dudas sobre cómo Jordan podía gestionar el equipo de los Charlotte Bobcats. A MJ le sentaron estas palabras a cuerno quemado y desde entonces no se hablan. "Era como un hermano para mí, al menos hace 20 años. Siento tristeza. No le deseo nada más que lo mejor, pero no hay nada que pueda hacer al respecto. Consiguió mi número, me puede llamar. Ha pasado mucho tiempo, así que supongo que no lo hará", dijo Barkley.
Previamente, el día anterior al cuarto partido de las Finales de 1993 entre los Bulls y los Suns (victoria para el equipo de Chicago), Jordan y Barkley se fueron juntos a echar unas bolas y el 23 de los Bulls le compró a el Gordo un arete de diamantes de 20.000 dólares.
Entonces llegó la gran traición. El exentrenador Johnny Bach le preguntó a Michael Jordan por qué le había comprado el arete de diamantes, a lo que el jugador de los Chicago Bulls respondió: "No se interpondrá en mi camino el resto de la serie, ¿qué son 20.000 dólares para mí? Charles cree que somos grandes amigos, pero odio a ese puto gordo".
Tras esas declaraciones, Michael Jordan anotó 55 puntos en el cuarto partido ante la atenta mirada de un Charles Barkley atónito. A pesar de aquellas palabras, ambos siguieron manteniendo una relación de amistad hasta 2012, cuando Jordan se enfadó por las declaraciones de Barkley sobre la capacidad de Jordan para dirigir una franquicia.
"No sabía en lo que se estaba metiendo"
Esta vez ha sido el turno de Scottie Pippen. El mítico exalero coincidió con Hir Airness en el vestuario de los Chicago Bulls durante más de una décadas (1987-1998, con el paréntesis de la primera retirada de Jordan para dedicarse al béisbol) y fueron como uña y carne dentro de la cancha. Se complementaban a las mil maravillas y la relación siempre ha sido de respeto mutuo, pero la emisión de The Last Dance amenaza con cambiarlo todo.
Según señala Dave Kaplan en el Kap and Co show de ESPN 1000 Chicago, Pippen estaba furioso con la forma en que quedó en el documental.
Scottie Pippen is reportedly unhappy with Michael Jordan over how he came across during 'The Last Dance' documentary pic.twitter.com/da5RG1PWrO
— Bleacher Report (@BleacherReport) May 21, 2020
"Estaba tan enojado con Michael y por cómo fue presentado, que le dijeran egoísta, esto y lo otro... Está furioso de haber participado y no sabía en lo que se estaba metiendo", dijo Kaplan el miércoles. "Uno de sus amigos me dijo ayer: es uno de los mejores 21 jugadores de la historia, según ESPN. Y faltando 7 minutos del último capítulo del documental, todo era la migraña, la cirugía, Michael le llama egoísta, lo que se dice sobre su contrato... todo lo mostrado sobre él es negativo. Está más que furioso".