Como si de una de las más grandes paradojas de su vida se tratase, George Matthew Karl (12 de mayo de 1951, Penn Hills, Pennsylvania), fue despedido como entrenador jefe de los Denver Nuggets al final de la temporada 2012/13, justo tras ser nombrado Entrenador del año en la NBA. La eliminación de su equipo en primera ronda de playoffs a manos de los Golden State Warriors fue un duro varapalo para la franquicia de Colorado, que se deshizo de su hasta entonces entrenador, el mismo que le había llevado a ser el tercer mejor equipo de la Conferencia Oeste en aquella campaña. Fue un duro golpe anímico para Karl, galardonado semanas antes de su despido. Pero no fue ni mucho menos la peor batalla que ha tenido que librar el emblemático entrenador, que ha superado al cáncer dos veces en su vida. Llegados a ese punto, sus 1.131 triunfos en los banquillos NBA de poco podían servir ante las posibles dudas sobre su estado físico tras dos luchas encarnizadas por su salud, y superados ya los sesenta años.
La derrota por 92-88 en el sexto partido de primera ronda ante los de la Bahía de Oakland bien podía ser el punto final de la carrera NBA del técnico, a poco que su salud se torciese. En el verano de 2005, tras su primera temporada en los Nuggets, Karl fue operado de un cáncer prostático, que logró superar con éxito. Poco después, su hijo Coby, con apenas 23 años, fue diagnosticado de un cáncer tiroideo, que también requirió cirugía, pero que no impidió al vástago del Coach Karl llevar a cabo una dilatada carrera como profesional en varios equipos NBA, e incluso en la Liga ACB, donde defendió los colores del Joventut de Badalona o el CB Granada. Aún hoy se mantiene activo en la Bundelisga alemana.
Pero sin duda la genética de los Karl era un factor a tener en cuenta a la hora de los riesgos para su salud, hecho que se confirmó a finales de 2009 (concretamente, un 30 de diciembre), cuando el entrenador descubrió un bulto en su cuello. Pocas semanas después, Karl, en uno de sus mejores etapas, se sentaba en el banquillo de la Conferencia Oeste en el All Star Game, apenas unos días antes de que se conociera la mala noticia de la nueva pelea del entrenador de Denver contra un cáncer, en este caso "de cuello y garganta", que le llevaría a seguir un tratamiento con treinta y cinco sesiones de radioterapia y quimioterapia durante mes y medio. La parte positiva era que los galenos calificaban el tumor como de "muy tratable y curable".
Lógicamente, el agresivo tratamiento hizo al estadounidense perderse varios partidos de sus Nuggets, pero, felizmente, la batalla contra el mayor mal de nuestra era volvió a ser un éxito, y a partir de la temporada 2010/11 no volvió a perderse ningún partido más por tal motivo. Además, se convirtió en uno de los principales motores del programa Hoops for St. Jude (Canastas para San Judas), mediante el que varias estrellas de la NBA, entre ellas Pau Gasol, financian la lucha contra el cáncer pediátrico en el St. Jude Childen´s Research Hospital cuya sede principal se haya en Memphis, pero que tiene diversas clínicas satélites en los Estados Unidos.
"Estoy preparado para luchar de nuevo contra el cáncer. Pero mientras, una de las mejores cosas que puedo hacer durante mi batalla contra este terrible mal es ayudar a los niños que lo están pasando mal. Apoyar a Hoops por St. Jude fue una decisión muy fácil para mí hace unos meses y ahora estoy incluso más orgulloso de ella. Los aficionados al baloncesto deberían apoyar esta gran causa porque nunca sabemos cuando el cáncer llamará a nuestra puerta o a la de nuestros seres queridos", exponía Karl apenas días después de conocerse su segundo tumor.
Por suerte, las cosas se encauzaron en su salud, y los Nuggets se convirtieron en uno de los eternos aspirantes de la Conferencia Oeste, casi siempre quedando a las puertas de dar, al fin, el gran pelotazo. Tras la decepción en los playoffs de 2013, pese a la fantástica temporada regular, el fin de la etapa de Karl en Colorado era un hecho, después de ocho temporadas alternando éxitos deportivos y sufrimientos vitales. ¿Era el final de su carrera en los banquillos? No pocos lo pensaban por aquel entonces. A sus 62 años, y situado como el sexto entrenador con más victorias en la historia de la NBA, la duda era más que razonable.
Una dilatada trayectoria
Cinco franquicias en la NBA (Cavaliers, Warriors, Sonics, Bucks, y Nuggets), experiencia en la CBA, la que hasta la aparición de la NBDL (liga de desarrollo de la NBA) era considerada la segunda competición profesional en importancia en Estados Unidos, e incluso su recordado paso por el Real Madrid, en dos etapas diferentes, a cuyos mandos se puso en la 1989-90 y en la 1991-92, bajo el mandato de Ramón Mendoza.
No fue su paso por el club blanco la etapa más laureada para la sección del baloncesto merengue, con un revés inigualable para la entidad como la trágica pérdida de Fernando Martín durante el primer año de Karl como entrenador, pero todavía hoy, los que convivieron en aquel vestuario, recuerdan al entrenador estadounidense con devoción absoluta, como alguien a otro nivel, con un control nunca visto antes de lo que ocurría en la cancha, y una sapiencia para analizar el juego y a los jugadores como muy pocos tenían por aquel entonces en el viejo continente. Además, exigía a los jugadores una intensidad en el juego que tampoco se estilaba aún por aquella época por estos lares. Los que lo conocieron lo recuerdan como la llegada de otro mundo a nuestro baloncesto.
Volviendo al presente, el día 12 del pasado mes de febrero, los Sacramento Kings anuncian el acuerdo alcanzado con George Karl para que se siente en su banquillo durante cuatro temporadas. Tras la destitución de Michael Malone, la etapa de Tyrone Corbin como interino tampoco dio los necesarios resultados, y la franquicia de la capital de California divagaba por la brutal Conferencia Oeste con un pobre balance de 18 victorias y 34 derrotas. Pese a disponer de una importante cantidad de talento (DeMarcus Cousins, Rudy Gay, Darren Collison, Ben McLemore), pese a la llegada de nuevos propietarios que querían reflotar la franquicia, y pese a las pretensiones de volver a ser competitivos, los resultados seguían sin llegar a Sacramento, como no lo han hecho desde que se acabara su equipo más histórico, aquel de los Mike Bibby, Pedja Stojakovic, Chris Webber o Vlade Divac que jugaba como los ángeles y que, curiosamente, sólo tuvo un problema para lograr un anillo: tener enfrente a los Lakers de Shaquille O´Neal y Kobe Bryant y su famoso threepeat (tres títulos consecutivos).
En definitiva, un reto mayúsculo, para alguien acostumbrado a superar terribles avatares. Devolver la competitividad a los Kings no iba a ser más difícil que superar dos cánceres en sus propias carnes y otro en las de su hijo. La negociación fue rápida. George Karl necesitaba volver a sentirse entrenador, tras no serlo a las pocas semanas desde que fuera nombrado el mejor. Además, siempre se posicionó a favor de que los Kings siguieran en Sacramento, cuando hace unas temporadas estuvieron a punto de mudarse a Seattle.
"Soy un tío de Seattle (entrenó allí seis temporadas, llevando a los Sonics a una final de la NBA), y sé lo importante que es para aquella ciudad un equipo NBA, pero no debe serlo a costa de Sacramento. He pasado por aquí muchas veces, y charlado con mucha gente, y los Kings son parte de esta comunidad", llegó a declarar en su etapa en los Nuggets. Así las cosas, el cariño de la gente de Sacramento lo tiene ganado desde antes de ser "su" entrenador. De hecho, tras la destitución, se pudieron ver en las gradas del Sleep Train Arena, cancha de los Kings, pancartas con el lema "We want Karl" (Queremos a Karl).
Otra cosa serán los resultados, pero su filosofía parece clara para un equipo repleto de jugadores buenas piernas, pero no siempre de buenas cabezas. No sólo jugar a correr, sino llevar a cabo un baloncesto más inteligente a la hora de tomar decisiones, algo de los que los Kings no andan sobrados pese a disponer del potencial para ello. En definitiva, conseguir que un equipo joven sea capaz de jugar como uno más veterano.
Por su rostro han pasado las secuelas de sus achaques físicos. Karl, más delgado y con menos pelo, siempre esboza una sonrisa cuando habla de baloncesto, de su pasión. Quería tener una oportunidad más, para demostrar que su premio en 2013 no era casualidad. Con esta temporada tirada por la borda en lo deportivo, el objetivo será iniciar la conversión de su equipo de cara a hacerlo mucho mejor en la próxima. Su voz, modificada por la radiación de su tumor de garganta, se mantiene firme, aunque más pausada. Como él mismo reconoce, "el fuego todavía quema". Su carácter se mantiene, pese a los avatares de la vida. Desde su dilatada experiencia, George Karl sabe que, si alguien puede lograrlo, ése es él. Y seguirá sonriendo cuando lo consiga.