Lucas Clayton Sikma, más conocido como Luke, es, desde la temporada pasada, uno de los mejores pívots de la Liga Endesa. Enrolado en el Iberostar Tenerife de Alejandro Martínez, forma una gran pareja interior con el montenegrino Blagota Sekulic. El rubio ala pívot nació un 30 de julio de 1989 en la localidad estadounidense de Bellevue (Washington), algo que no resulta ni mucho menos fruto de la casualidad. Y es que su padre, pese a nacer en Kankakee, Illinois, decidió quedarse a vivir en Seattle, a apenas 17 kilómetros por carretera de Bellevue, tras convertirse en una leyenda de una de las ciudades más lluviosas del mundo. Su padre, Jack Sikma, participó siete veces consecutivas en el All Star de la NBA, y ganó el único anillo de campeón de los añorados Seattle Supersonics en la temporada 1978-79, su segunda en la mejor liga del mundo.
Luke no vivió todo aquello, y no en vano la retirada de su padre, en los Milwaukee Bucks, le cogió con apenas dos años, pero no duda en presumir de la leyenda que encuentra en casa cuando vuelve a los Estados Unidos. Jugar siete veces el partido de las estrellas no es algo baladí. "Es todo un orgullo para mí, aunque fuera antes de que yo naciera. Hay vídeos y me cuentan cosas sobre esos años. Jugó con muchos tíos importantes de la liga. Era uno de los grandes". Como no puede ser de otra manera, tiene muy bien ubicado el anillo de campeón de su padre, guardado "en lugar seguro" en la casa familiar. Aclara que su progenitor apenas lo usa "cuando se reúne con los compañeros de aquel equipo", aunque en ocasiones, en las reuniones hogareñas, sale a relucir: "muchas veces he pedido que me lo enseñe", admite el pívot del equipo insular.
Desde Detroit, en 1979, a Indiana, en 1985, el mayor de los Sikma fue un fijo, siempre en el equipo de la Conferencia Oeste, en el partido que reúne a las más rutilantes estrellas de la liga. Curiosamente, fueron las dos únicas ediciones que pudo vencer, pues el Este venció cinco consecutivas entre 1980 y 1984 (siendo esta última, en Denver, la mejor actuación del jugador de los Supersonics, con 15 puntos y 12 rebotes). En el hogar paternal afloran los recuerdos sobre la carrera NBA del cabeza de familia. Fotos con Kareem Abdul Jabbar, Magic Johnson o Moses Malone, que inicialmente no eran más que parte del decorado de la casa, poco a poco se convirtieron en algo más. Luke, que apenas ha visto en alguna redifusión dos de los All Star Game en los que jugó su padre, admite que "cuando crecí y empecé a saber más sobre la historia de la NBA y quiénes eran ellos fue un orgullo máximo para mí".
Pero aquel espigado pívot blanco de particular cabello rubio rizado no era partícipe de la fiesta de la NBA por casualidad. Sin duda, era un adelantado a su tiempo. En la época en que pocos pívots se atrevían a lanzar a canasta a más de tres metros del aro, este producto de la modesta universidad de Illinois Wesleyan, desde sus 211 centímetros, se atrevió a ser el mejor lanzador de tiros libres de la liga en la temporada 1987-88. Sin duda, una rara avis entre los hombres grandes.
"Desde que tenía seis años y jugábamos en la calle, no había manera de ganarle en los tiros libres". Su padre, además, fue un pionero: "Había pocos pívots así. Siempre fue muy bueno desde el tiro libre. En sus últimos años llevó su juego más al exterior, al perder algo de movilidad con los años. Comenzó ahí a tirar de tres y fue un buen tirador muy difícil de defender. Siempre fue efectivo y por eso estuvo tantos años en la NBA. Ahora hay muchos pívots que tiran de fuera, pero él fue de los primeros", señala su hijo. De hecho, el entonces ya jugador de los Bucks fue seleccionado para el concurso de triples del All Star de Charlotte en 1991, aunque a última hora no pudo participar, siendo sustituido por Terry Porter. Poco después, al término de aquella temporada, se retiraría.
Las conversaciones de los Sikma sobre las participaciones del mayor en el All Star han ido más encaminadas a lo que rodeaba el partido, donde Jack tiene sus mejores recuerdos. Especialmente uno, en el mítico Forum de Inglewood, la sede de los Lakers del Showtime. Entre múltiples especulaciones sobre el estado de salud de Marvin Gaye, sería el mito del soul quien cantaría un más que peculiar himno estadounidense. A su estilo, con acordes de uno de sus temas. Una historia que el pívot del Iberostar Tenerife ha escuchado más de una vez, y que emociona a sus padres, testigos directos. "Fue la primera vez que salió en público en mucho tiempo, e hizo aquello. Sólo los grandes pueden hacer algo así. Mi madre también estaba allí, y ambos recuerdan mucho ese momento. Todavía mucha gente hoy día tiene grabada aquella imagen", recuerda.
Marvin Gaye Sings Star Spangled Banner - 1983 All Star Game - Los Angeles, CA from Neil Gronowetter on Vimeo.
Y es que aquella prodigiosa década de los 80 fue sin duda la época en que todo lo que era NBA se mitificó, incluida la fiesta del ecuador de la temporada. En todo caso, de lo que no cabe duda es que aquellos partidos iban en serio, mucho más que ahora, cuando ha degenerado en un correcalles. Sikma junior tiene claro lo que su padre le contaba sobre aquellos duelos tremendos entre algunas de las grandes leyendas de la canasta: "Mucho más que ahora, sí. Hace años que no lo veo porque no hay defensa ni nada. Pero entonces los que estaban ahí no sólo eran los mejores, sino que eran terriblemente competitivos. Los Bird, Jordan, Magic… No querían perder. Jugaban muy duro, muy físico, y era mucho más interesante para los aficionados", aclara.
Pero la pérdida de interés competitivo no es óbice para que siga generando un enorme prestigio en el jugador que es seleccionado para el partido. Más aún si es titular, como el caso histórico de este fin de semana de los hermanos Gasol. En palabras del jugador norteamericano, lo conseguido por los pívots españoles es "espectacular. Ambos leen el juego muy bien, son grandes intimidadores, y en ataque son capaces de hacer muchas cosas (lo que en Estados Unidos se conoce como all around player). Hay tíos con mejor físico, que machacan o taponan, pero Memphis o Chicago juegan tan bien gracias a ellos. Tener un pívot así ayuda mucho al equipo. Creo que especialmente Marc en un par de años será aún mejor. Son un modelo para los interiores del futuro".
Así habla sobre los mejores hermanos de nuestro baloncesto un miembro de otra familia de pívots inteligentes. Los Sikma, el padre en la NBA, y el hijo, de momento en la Liga Endesa, destacan por ello. "Yo creo que leemos el baloncesto de una forma muy similar. Usamos nuestra inteligencia para ayudar donde sea. Somos buenos pasadores, duros en defensa, y por eso hemos podido jugar a ambos a alto nivel". En cuanto a sus diferencias, el hijo del campeón NBA declara que cree que ha mejorado a su padre "quizá en el físico, aunque él es más alto, pero yo salto más y soy más rápido, así que puedo defender a 'cuatros' más móviles", aunque desde luego no olvida que "él fue All Star siete veces", esbozando una sonrisa de admiración. Palabras mayores, sin duda.