La NBA se enfrenta a un nuevo escándalo de racismo que amenza con volver a debilitar su imagen. Unos meses después de que el dueño de Los Angeles Clippers, Donald Sterling, fuese sancionado de por vida y, finalmente, tuviese que vender la franquicia por unos comentarios racistas dirigidos a su novia, la polémica ha vuelto a saltar en la liga de baloncesto estadounidense.
Los Atlanta Hawks también cambiarán de dueño, después de que su actual propietario, Bruce Levenson haya reconocido haber enviado varios correos en los que admitía que prefería que acudiesen aficionados blancos de 35 a 55 años a la cancha de los Hawks. El dueño se quejaba de que estos aficionados acudían en menor medida debido a que las cheerleaders eran de raza negra y la música del pabellón era fundamentalmente hip-hop o gospel. Según su teoría, esto atraía más aficionados negros y "el público negro asusta a los blancos".
"No me entiendas mal, por favor. No había motivos para sentirse inseguro, y yo nunca me he sentido incómodo. Pero creo que la gente blanca del sur no se siente cómoda estando en un pabellón o en un local en el que están en minoría", afirmaba en uno de sus mensajes.