L D (EFE) Nadal despejó las dudas en el tramo final del segundo set de su partido ante Volandri, cuando la situación le daba la espalda y sonreía el panorama de su rival, penúltimo argumento ara la supervivencia de Italia en sus intenciones de retornar, por fin, a la elite de la Copa Davis. En plena crisis resurgió el balear para devolver la amplitud de las expectativas de España, que situó la permanencia de cara en las vísperas con el triunfo en el envite de dobles. Tumbó al número uno italiano en cuatro sets después de una lucha que se extendió durante tres horas y cuarto.
Segundo set, décimo juego. Nadal había perdido el primer parcial y estaba por debajo (5-4) en el segundo. Con un servicio inseguro y 0-30 para el italiano. Enorme. A dos puntos de cerrar la manga y situar a su equipo a un sólo tramo de la igualada. El número dos del mundo se tambaleaba. Agarrado al devenir de un saque hasta ese momento endeble, que ya había cedido tres veces con anterioridad, Nadal apretó los dientes. Espació la puesta en marcha de cada punto. Miró al cielo, despejado para entonces después de la lluvia del comienzo y frecuentó el encuentro con su tío y entrenador Toni Nadal, en medio del palco del conjunto hispano.
Dos saques certeros y dos golpes ganadores, casi los primeros del partido, resolvieron la situación y el balear recuperó su espíritu, hasta ese momento desaparecido. Fue el punto de inflexión en el partido. El que tornó el envite. Nadal empezó a celebrar cada uno de los golpes ganadores frente a un rival agigantado por la falta de convicción de su adversario. Nada tenía que ver con el tenista habitual de Copa Davis. El número dos del mundo transitaba errático por la central de La Magdalena. Las sospechas de un exceso físico por su contribución al doble en la vísperas se acentuaron.
Meses atrás, en Roma, Nadal había despachado a palos al jugador transalpino (6-1 y 6-2), extramotivado y certero en su juego. Solvente en la red y preocupado y atinado por gastar, con bolas largas y dejadas, el combustible del español. Algo cambió en el tramo final del segundo. El balear resurgió con coraje, como suele hacer habitual. Superó la situación, se apuntó tres juegos de corrido y enmendó la plana con la consecución del set (7-5). Nadal se enchufó al partido. De entrada rompió el saque de Volandri y repitió cuatro parciales después para situarse con 4-1. Una situación insalvable para el transalpino ya sin el tino físico y la puntería del principio.
Tras dos horas y media de batalla, Volandri no pudo encontrar aire para recuperar el pulso al duelo. Miró al cielo, en busca del agua que parecían contener las nubes de Santander. Pero no llegaron ni la lluvia ni el milagro para Italia. Su número uno, aplacado por la euforia, festiva, del público cántabro, carecía de recursos para llevar a su equipo hacia la lucha del punto final. Nadal ganó el cuarto por 6-3 y prolongó la estancia de España en el Grupo Mundial, del que está, aún, al margen Italia.
Segundo set, décimo juego. Nadal había perdido el primer parcial y estaba por debajo (5-4) en el segundo. Con un servicio inseguro y 0-30 para el italiano. Enorme. A dos puntos de cerrar la manga y situar a su equipo a un sólo tramo de la igualada. El número dos del mundo se tambaleaba. Agarrado al devenir de un saque hasta ese momento endeble, que ya había cedido tres veces con anterioridad, Nadal apretó los dientes. Espació la puesta en marcha de cada punto. Miró al cielo, despejado para entonces después de la lluvia del comienzo y frecuentó el encuentro con su tío y entrenador Toni Nadal, en medio del palco del conjunto hispano.
Dos saques certeros y dos golpes ganadores, casi los primeros del partido, resolvieron la situación y el balear recuperó su espíritu, hasta ese momento desaparecido. Fue el punto de inflexión en el partido. El que tornó el envite. Nadal empezó a celebrar cada uno de los golpes ganadores frente a un rival agigantado por la falta de convicción de su adversario. Nada tenía que ver con el tenista habitual de Copa Davis. El número dos del mundo transitaba errático por la central de La Magdalena. Las sospechas de un exceso físico por su contribución al doble en la vísperas se acentuaron.
Meses atrás, en Roma, Nadal había despachado a palos al jugador transalpino (6-1 y 6-2), extramotivado y certero en su juego. Solvente en la red y preocupado y atinado por gastar, con bolas largas y dejadas, el combustible del español. Algo cambió en el tramo final del segundo. El balear resurgió con coraje, como suele hacer habitual. Superó la situación, se apuntó tres juegos de corrido y enmendó la plana con la consecución del set (7-5). Nadal se enchufó al partido. De entrada rompió el saque de Volandri y repitió cuatro parciales después para situarse con 4-1. Una situación insalvable para el transalpino ya sin el tino físico y la puntería del principio.
Tras dos horas y media de batalla, Volandri no pudo encontrar aire para recuperar el pulso al duelo. Miró al cielo, en busca del agua que parecían contener las nubes de Santander. Pero no llegaron ni la lluvia ni el milagro para Italia. Su número uno, aplacado por la euforia, festiva, del público cántabro, carecía de recursos para llevar a su equipo hacia la lucha del punto final. Nadal ganó el cuarto por 6-3 y prolongó la estancia de España en el Grupo Mundial, del que está, aún, al margen Italia.
David Ferrer vence a Seppi bajo una fina lluvia
Y para poner la guinda al pastel, David Ferrer se imponía a Andreas Seppi por un doble 6-2. Emilio Sánchez Vicario, capitán del equipo español, optó por el jugador de Jávea (Alicante) para completar el enfrentamiento contra el combinado transalpino, ya sin trascendencia después del triunfo de Nadal ante Filippo Volandri. El encuentro de David Ferrer no llegó a la hora de duración y estuvo acompañado por una fina lluvia. No tuvo problemas el español, que solventó el encuentro sin sobresaltos.