Nadal se ha impuesto Murray por 7-6 (5), 3-6 y 7-6 (6) a la tercera bola de partido, después de tres horas y once minutos de un partido espectacular. Con esta victoria, el español se ha asegurado su octava final de este año, después de las de Doha - única perdida-, Montecarlo, Roma, Madrid, Roland Garros, Wimbledon, Abierto de Estados Unidos y Tokio. El manacorense se enfrentará en la final al suizo Roger Federer, que ha derrotado en la segunda semifinal al serbio Novak Djokovic.
Por estadísticas, Nadal partía como favorito en este duelo ante Murray, ya que había ganado ocho de sus anteriores doce encuentros con el escocés. No obstante, las cuatro victorias del jugador de Dunblane habían sido sobre este mismo tipo de superficie.
Si de algo se caracterizó el primer set fue de igualdad, buen tenis y cifras escalofriantes: Murray logró un porcentaje del 91 por ciento en su segundo servicio y llegó a sacar a una velocidad de 220,4 kilómetros por hora. Los 59 minutos que duró esa primera manga carecieron de opciones importantes para cualquiera de los oponentes. No hubo siquiera una sola bola de rotura para ninguno de ellos, pero la intensidad crecía conforme transcurría uno y otro juego.
El galáctico escenario que anunciaba mediante luces fugaces los aces o saques directos de cada jugador, que no fueron pocos (22 para Murray y 5 para Nadal), sumaba emoción al envite. Para Nadal, era la tercera semifinal en esta competición, tras la de 2006 y 2007, pero la primera en la que no debía luchar contra el ex número uno del mundo, el suizo Roger Federer. El set ofreció momentos inolvidables, con largos intercambios de desde el fondo de la pista, mucha garra y algún tropiezo por las dos partes.
En el quinto juego, cuando servía Murray, se vivió el primero de esos duros combates mientras Nadal movía al escocés de un lado a otro, buscando su desgaste. Para sorpresa de todos, el local que recuperará el próximo lunes el cuarto puesto en el ránking mundial, defendió maravillosamente el punto y resistió hasta el desempate.
Una vez desatadas las risas entre las dos aficiones, donde se encontraban la madre, hermana y novia de Rafa Nadal (Ana María Parera, María Isabel Nadal y María Francisca Perelló, respectivamente), los jugadores terminaron ese juego, así como los dos siguientes y se enzarzaron en el desempate más luchado del torneo. Los errores no forzados que cometió Murray fueron la mejor baza de Nadal.
La devolución de ese mini-break en el siguiente punto por parte de Murray desató el instante más emocionante vivido hasta ahora en esta competición. El público no tenía manos suficientes para aplaudir a Murray y sus espaldas se desencajaban de los asientos para inclinarse un poco más hacia la pista. Los dos jugadores buscaban hacerse cada vez más daño y en cada bola disputada en ese desempate se herían mutuamente algo más, buscando las esquinas más difíciles del cuadrante, precisando mejor y golpeando con nuevos efectos y ferocidad.
Con 6-5 y servicio para Murray, Nadal acalló la ilusión del público y se hizo con el 7-5 que le otorgaba ese primer set: 7-6 (5).
Murray se crece en el segundo set
Al encarar el segundo parcial, el zurdo de Manacor se mostró inquieto y, pese a todo, menos confiado que en el anterior. Eso le valió al británico para crecerse y mantener todavía la esperanza por llegar a la final. Éste fue superior en ese set (51 minutos), rompió el servicio de Nadal en el séptimo juego y se volvió a recrudecer el combate. Con 1-1 en el marcador, el balear trató de volver a centrarse en el partido y controlar el frente. Aunque empezó a resentirse del cansancio acumulado en sus piernas, Nadal logró imponerse con determinación en el tercer juego y romper el servicio de su contrincante.
El saque del español ya no tenía la magnitud del principio, aunque cuando la situación lo requería éste era capaz de crear servicios directos consecutivos. El transcurso de tiempo iba pasando factura a ambos, pero debía ser cauto y saber defenderse para beneficiarse por tener ya los puntos a su favor. La incertidumbre se alargaba. Murray tuvo a su favor dos bolas de rotura (sexto juego) que Nadal decidió salvar, pero surgió de nuevo la ocasión para el escocés cuatro juegos más adelante y éste devolvió la rotura.
Vuelta a la igualdad
Otra vez estaban de igual a igual. Y eso no era nada para lo que les esperaba a ellos y a su público al final del set. Nada podría haber hecho más mella en Murray que tener que disputarse nuevamente un desenlace.
Nadal empezó perdiendo su servicio en ese desempate, pero todavía no se sabe si, por arte de magia o porque este hombre de 24 años es un auténtico milagro de la naturaleza, el de Manacor se repuso y logró un emotivo triunfo, tras el que selló, como es habitual, su nombre en las cámaras. Un fallo de Murray en el momento más decisivo regaló el gran premio que buscaba Nadal en Londres: culminar la temporada en una final del Masters.