L D (EFE) El australiano Lleyton Hewitt mostró más que nunca su carácter combativo y sacó su especial garra para vencer al español Rafael Nadal en cinco sets y colocar su nombre por primera vez en los cuartos de final del Abierto de Australia. Hewitt se impuso al zurdo de Manacor, de quien ha dicho que un día ganará sin duda Roland Garros, por 7-5, 3-6, 1-6, 7-6 (3) y 6-2 , después de que Nadal, el último superviviente de los 27 españoles que este año viajaron a Melbourne, estuviera a punto de lograr la que hubiera sido una victoria histórica.
El público que llenó la pista Rod Laver y el que abarrotó el Garden Park para presenciar el encuentro a través de una pantalla gigante así lo reconoció al despedir al más joven ganador de la Copa Davis con un espectacular aplauso. Un reconocimiento al trabajo, al tesón de Nadal, que, de vencer se hubiera convertido en el cuarto español en frustrar a Hewitt en su casa. El ganador de Sydney sufrió lo indecible para salir vivo del escenario más espectacular de Melbourne Park. Nadal se lo puso más difícil que en el pasado año cuando cayó ante el de Adelaida en tres sets en la tercera ronda. Entonces tenía 17 años y su ilusión le hizo superarse.
Esta vez, en su primera aparición en los octavos de final de un grande, y con la madurez adquirida tras haber vencido ya a Roger Federer y a Andy Roddick, Nadal dio un paso más, estuvo cerca, y logró que durante casi hora y media la angustia se reflejase en el rostro de Hewitt, sobre todo cuando le endosó nueve juegos consecutivos. Pero le faltó esa experiencia necesaria para rematarlo.
Hewitt está hecho de una pasta especial. Cuando está contra las cuerdas, a punto de ser destrozado, es cuando se hace más temible. Saca entonces a relucir una garra de campeón envidiable. Y no concede apenas resquicios. La clave del encuentro estuvo en el noveno juego del cuarto set, cuando el australiano colocó un certero globo que Nadal no pudo rematar bien de revés por arriba. Hewitt se puso adelante 5-4 y luego dominó el desempate posterior.
Antes el australiano había quedado tocado por el esfuerzo, por los feroces intercambios que había mantenido con el español, y al final del tercer set había sido atendido en la pista por unos problemas en el muslo derecho. Nadal también acabó algo tocado en el muslo izquierdo, y en el quinto set no pudo moverse con igual energía.
Pese a todo salvó dos bolas de partido, una de ellas con doble falta de Hewitt, pero no pudo con la tercera. Era el primer encuentro a cinco sets que perdía en su carrera, de tres disputados. Ganó uno al suizo Ivo Heuberger el pasado año en el Abierto de Estados Unidos y otro aquí este año, en la tercera ronda, tras levantar una bola de partido al ruso Mijail Youznhy. Hewitt, no obstante, puede notar el esfuerzo de este lunes cuando se enfrente en cuartos al vencedor del encuentro entre los argentinos Guillermo Coria y David Nalbandian.
El público que llenó la pista Rod Laver y el que abarrotó el Garden Park para presenciar el encuentro a través de una pantalla gigante así lo reconoció al despedir al más joven ganador de la Copa Davis con un espectacular aplauso. Un reconocimiento al trabajo, al tesón de Nadal, que, de vencer se hubiera convertido en el cuarto español en frustrar a Hewitt en su casa. El ganador de Sydney sufrió lo indecible para salir vivo del escenario más espectacular de Melbourne Park. Nadal se lo puso más difícil que en el pasado año cuando cayó ante el de Adelaida en tres sets en la tercera ronda. Entonces tenía 17 años y su ilusión le hizo superarse.
Esta vez, en su primera aparición en los octavos de final de un grande, y con la madurez adquirida tras haber vencido ya a Roger Federer y a Andy Roddick, Nadal dio un paso más, estuvo cerca, y logró que durante casi hora y media la angustia se reflejase en el rostro de Hewitt, sobre todo cuando le endosó nueve juegos consecutivos. Pero le faltó esa experiencia necesaria para rematarlo.
Hewitt está hecho de una pasta especial. Cuando está contra las cuerdas, a punto de ser destrozado, es cuando se hace más temible. Saca entonces a relucir una garra de campeón envidiable. Y no concede apenas resquicios. La clave del encuentro estuvo en el noveno juego del cuarto set, cuando el australiano colocó un certero globo que Nadal no pudo rematar bien de revés por arriba. Hewitt se puso adelante 5-4 y luego dominó el desempate posterior.
Antes el australiano había quedado tocado por el esfuerzo, por los feroces intercambios que había mantenido con el español, y al final del tercer set había sido atendido en la pista por unos problemas en el muslo derecho. Nadal también acabó algo tocado en el muslo izquierdo, y en el quinto set no pudo moverse con igual energía.
Pese a todo salvó dos bolas de partido, una de ellas con doble falta de Hewitt, pero no pudo con la tercera. Era el primer encuentro a cinco sets que perdía en su carrera, de tres disputados. Ganó uno al suizo Ivo Heuberger el pasado año en el Abierto de Estados Unidos y otro aquí este año, en la tercera ronda, tras levantar una bola de partido al ruso Mijail Youznhy. Hewitt, no obstante, puede notar el esfuerzo de este lunes cuando se enfrente en cuartos al vencedor del encuentro entre los argentinos Guillermo Coria y David Nalbandian.