(Libertad Digital) Nueva exhibición de Rafael Nadal, esta vez ante Roger Federer. El español ha barrido al número uno del mundo, por 6-1, 6-3 y 6-0 en una hora y 48 minutos, para conseguir su cuarta corona consecutiva en Roland Garros, igualando el registro que Bjorn Borg estableció entre 1978 y 1981. Además, ha ganado el torneo sin ceder un solo set, algo que no ocurría desde hace 28 años.
Desde 1977, cuando el argentino Guillermo Vilas venció al estadounidense Brian Gottfried por 6-0, 6-3 y 6-0 en una hora y 53 minutos, nadie había ganado la final de Roland Garros de forma tan espectacular. Este es el cuarto título de Nadal esta temporada, después de los logrados en Montecarlo, Barcelona y Hamburgo, y el vigésimo séptimo de su carrera. La recompensa es de un cheque por un millón de euros, y la gloria para el mejor sobre tierra batida que lleva en París 28 partidos consecutivos sin conocer la derrota, marca también establecida por Bjorn Borg. Ha sido precisamente el ex mítico jugador sueco quien ha entregado la Copa de los Mosqueteros al campeón español, que nunca ha perdido un partido aquí.
Por cuarto año consecutivo ha sonado el himno español en esta pista mágica de Philippe Chatrier en la que la innegable clase de Federer sucumbe siempre ante la fuerza y el poderío del zurdo de Manacor, invicto en 28 partidos, y que ha logrado, como Borg hizo en 1978 y 1980, ganar el título sin perder un solo set.
"Lo siento Roger, has hecho un gran trabajo y eres un gran compañero, tanto cuando ganas como cuando pierdes. Hay que felicitarte por tu actitud, a la hora de ganar y perder, y por todo lo que estás haciendo para el tenis. Todos los tenistas le debemos estar agradecidos. He jugado un partido casi perfecto", decía Nadal en la pista, al lado de Borg a quien dirigió unas frases: "Estar aquí con un gran campeón como Borg es un honor para mí. Ganar cuatro veces aquí era algo impensable". "Ni yo mismo me podía imaginar jugar tan bien. Al principio estaba nervioso como él, pero luego me centré y jugué muy bien, y al final mucho mejor. En el 2-0 del segundo set, notaba que era demasiado fácil y quizás ahí me despisté algo", indicaba.
Fuerza, poder, convicción fueron sus armas, en el mejor de los 17 duelos que han mantenido con el de hoy el número uno y el dos del mundo, ahora con 11-6 para Nadal, que lleva con ésta cuatro victorias sobre el suizo en la capital francesa. En París, el cementerio más famoso que existe es el de Pere Lachaise, situado en el barrio XX, donde reposan los restos de muchas celebridades, entre ellas el cantante del grupo 'The Doors' Jim Morrison, el novelista Victor Hugo, o los premios Nobel Pierre y Marie Curie. La pista Philippe Chatrier se ha convertido para Federer en un camposanto de donde no sabe o no puede resucitar.
El despliegue de Nadal, su aceleración, solo han sido superados en tierra por Federer en una ocasión, la final del Masters Series de Hamburgo del año pasado, donde Rafa encajó un 6-0 en tres sets. Federer se amarraba a esa esperanza y a que el título logrado este año en Estoril y varios retoques insertados en su juego por el técnico español José Higueras fueran suficientes para ganar al español. Pero fue un esfuerzo baldío. Y Nadal le devolvió ese 6-0 hoy, de forma apabullante. Federer tenía diez raquetas listas para vencer a Nadal, y el español tres para destrozarle. Su exhibición quedó plasmada con los 22 golpes ganadores que marcó, por los 35 errores no forzados del suizo. Federer confiaba en su servicio y solo logró dos directos. Demasiado poco para intentar algo más positivo.
"Sólo he podido hacer cuatro juegos", se lamentó Federer. "Él ha dominado el torneo como lo hizo Borg. Rafa ha sido muy, muy fuerte. Felicidades Rafa", decía un desconsolado Federer que repitió dos veces la misma frase: "Lo intentare el año próximo", para añadir: "mi temporada de tierra había sido buena, pero no he podido contra Rafael".
Casi el total de los 15.000 aficionados de la central apoyaron desde el principio a Federer, pero el comienzo del encuentro fue un aviso de lo que sería el final. Un 2-0 para Nadal que empezó rompiendo el servicio, fiel a su costumbre, y una secuencia de seis juegos consecutivos para el español, ante un número uno del mundo que más parecía un aprendiz. "¡Otro año Roger!" le gritaron en inglés al suizo desde la grada, con acento ostensiblemente español. Federer, cabizbajo, hundido y sin encontrar solución a su juego, no encontraba la forma de deshacer la contienda. Fue un suplicio para el cinco veces campeón de Wimbledon, que en cinco juegos solo logró ganar dos puntos. Ahí despegó el español hacia su cuarto título.
La única reacción del suizo se produjo en el tercer juego del segundo set, cuando rompió por primera y única vez el servicio del español. Eran momentos de lucidez en el juego del suizo, que cambió de táctica y acometió la red con su mágica volea de derecha. Incluso tuvo una oportunidad para marcar el 4-3 y romper el saque del español. Un espejismo de nuevo. Después, exhibición de Nadal, y hundimiento físico y moral de Federer. Rafa ganó ocho juegos consecutivos, mortificantes, destructivos, que acabaron con Federer de forma lastimosa.
Federer buscará refugio de nuevo en Wimbledon, donde si puede derrocar a Borg y ganar por sexta vez el título. En París ha unido su nombre al del checo Jaroslav Drobny, que no logró ganar en tres accesos a la final (1946, 1948 y 1950), aunque luego ganó el título en 1951 y 1952. Vilas también perdió tres finales (1975, 1978 y 1982) aunque ganó la de 1977. A él aún le cuesta.
"Lo siento Roger, has hecho un gran trabajo y eres un gran compañero, tanto cuando ganas como cuando pierdes. Hay que felicitarte por tu actitud, a la hora de ganar y perder, y por todo lo que estás haciendo para el tenis. Todos los tenistas le debemos estar agradecidos. He jugado un partido casi perfecto", decía Nadal en la pista, al lado de Borg a quien dirigió unas frases: "Estar aquí con un gran campeón como Borg es un honor para mí. Ganar cuatro veces aquí era algo impensable". "Ni yo mismo me podía imaginar jugar tan bien. Al principio estaba nervioso como él, pero luego me centré y jugué muy bien, y al final mucho mejor. En el 2-0 del segundo set, notaba que era demasiado fácil y quizás ahí me despisté algo", indicaba.
Fuerza, poder, convicción fueron sus armas, en el mejor de los 17 duelos que han mantenido con el de hoy el número uno y el dos del mundo, ahora con 11-6 para Nadal, que lleva con ésta cuatro victorias sobre el suizo en la capital francesa. En París, el cementerio más famoso que existe es el de Pere Lachaise, situado en el barrio XX, donde reposan los restos de muchas celebridades, entre ellas el cantante del grupo 'The Doors' Jim Morrison, el novelista Victor Hugo, o los premios Nobel Pierre y Marie Curie. La pista Philippe Chatrier se ha convertido para Federer en un camposanto de donde no sabe o no puede resucitar.
El despliegue de Nadal, su aceleración, solo han sido superados en tierra por Federer en una ocasión, la final del Masters Series de Hamburgo del año pasado, donde Rafa encajó un 6-0 en tres sets. Federer se amarraba a esa esperanza y a que el título logrado este año en Estoril y varios retoques insertados en su juego por el técnico español José Higueras fueran suficientes para ganar al español. Pero fue un esfuerzo baldío. Y Nadal le devolvió ese 6-0 hoy, de forma apabullante. Federer tenía diez raquetas listas para vencer a Nadal, y el español tres para destrozarle. Su exhibición quedó plasmada con los 22 golpes ganadores que marcó, por los 35 errores no forzados del suizo. Federer confiaba en su servicio y solo logró dos directos. Demasiado poco para intentar algo más positivo.
"Sólo he podido hacer cuatro juegos", se lamentó Federer. "Él ha dominado el torneo como lo hizo Borg. Rafa ha sido muy, muy fuerte. Felicidades Rafa", decía un desconsolado Federer que repitió dos veces la misma frase: "Lo intentare el año próximo", para añadir: "mi temporada de tierra había sido buena, pero no he podido contra Rafael".
Casi el total de los 15.000 aficionados de la central apoyaron desde el principio a Federer, pero el comienzo del encuentro fue un aviso de lo que sería el final. Un 2-0 para Nadal que empezó rompiendo el servicio, fiel a su costumbre, y una secuencia de seis juegos consecutivos para el español, ante un número uno del mundo que más parecía un aprendiz. "¡Otro año Roger!" le gritaron en inglés al suizo desde la grada, con acento ostensiblemente español. Federer, cabizbajo, hundido y sin encontrar solución a su juego, no encontraba la forma de deshacer la contienda. Fue un suplicio para el cinco veces campeón de Wimbledon, que en cinco juegos solo logró ganar dos puntos. Ahí despegó el español hacia su cuarto título.
La única reacción del suizo se produjo en el tercer juego del segundo set, cuando rompió por primera y única vez el servicio del español. Eran momentos de lucidez en el juego del suizo, que cambió de táctica y acometió la red con su mágica volea de derecha. Incluso tuvo una oportunidad para marcar el 4-3 y romper el saque del español. Un espejismo de nuevo. Después, exhibición de Nadal, y hundimiento físico y moral de Federer. Rafa ganó ocho juegos consecutivos, mortificantes, destructivos, que acabaron con Federer de forma lastimosa.
Federer buscará refugio de nuevo en Wimbledon, donde si puede derrocar a Borg y ganar por sexta vez el título. En París ha unido su nombre al del checo Jaroslav Drobny, que no logró ganar en tres accesos a la final (1946, 1948 y 1950), aunque luego ganó el título en 1951 y 1952. Vilas también perdió tres finales (1975, 1978 y 1982) aunque ganó la de 1977. A él aún le cuesta.