L D (EFE) Nadal, que no había perdido ni un solo set en el torneo desde que el finlandés Jarkko Nieminen le arrebatase el último en los cuartos de final de 2006, tuvo que emplearse fondo ante el alicantino quien, tras ceder con facilidad el primer parcial, puso en mucho problemas al de Manacor en el segundo. El mejor Rafa Nadal apareció de nuevo en la manga definitiva para dejar atrás a Roy Emerson, Manuel Orantes y Mats Wilander, tres leyendas del tenis que hasta ayer era los únicos que habían sido capaces, como él, de conseguir el triplete en la tierra del RCT Barcelona.
El número dos mundial, el tres veces campeón de Roland Garros, el 'rey de la tierra batida', el hombre que ha ganado 103 de sus últimos 104 partidos en arcilla, ha dado una nueva exhibición de cómo se debe jugar en este tipo de superficie. Ferrer, número cinco del mundo y otro consumado especialista en el polvo de ladrillo, hizo cuanto pudo, pero eso casi nunca es suficiente cuando enfrente se tiene a Nadal.
Para ganar al balear en tierra se necesita un plan, y el de Jávea parecía no tenerlo en el primer set. Contenido, quizá intimidado, jugando un metro por detrás de la línea de fondo, Ferrer se dedicó a defenderse en esta primera manga ante un Nadal crecido desde el principio que acribilló a su adversario con todo tipo de golpes. Nadal se puso 4-0 arriba en un suspiro, y Ferrer, que no hizo nada para cambiar su destino en este primer set, sólo pudo arañarle un juego con su servicio, antes de ceder la primera manga por 6-1.
El alicantino fue otro en el segundo parcial. Mucho más ambicioso y agresivo, pasó al ataque, subió más a la red y arrinconó a Rafa, que mantuvo el tipo gracias a su velocidad de piernas y su capacidad de sacrificio. No andaba fino el manacorense, que fallaba más de la cuenta, y Ferrer se dio cuenta. Rompió el servicio de Nadal, se puso 2-0, salvó una bola de 'break' en el cuarto juego y se mantuvo 4-2 arriba. Ahí 'Ferru' desperdició cuatro bolas de ruptura para ponerse con 5-2 y, a continuación, regaló su saque (ganaba el juego 40-0) para permitir que Nadal le empatara el set (4-4). Pero el alicantino persistió. Golpe a golpe, fue minando la confianza de Nadal, que devolvía una y mil bolas antes de cometer un error. Lo consiguió al romperle el servicio y ganar, a continuación el suyo para cerrar la manga 6-4 a favor e igualar el partido. Fue el premio a la lucha, a la insistencia, a la constancia de un Ferrer que quería, al menos, ganarle un set a Nadal si al final tenía que perder el partido.
Sin embargo, David Ferrer, que tiene las piernas de Rafa, quizá también su corazón y mucho de su tenis, no tiene su cabeza, su fuerza mental. Y ya no pudo mantener ese nivel de exigencia en el tercer set. El 'rey de la tierra', siempre a lo suyo, sin un gesto que denote desesperación o debilidad cuando las cosas se complican, resurgió en esta tercer manga con otra demostración de furia, de tenis brutal. Encadenó cinco juegos seguidos para ponerse 5-0 en el último parcial. El partido ya era suyo. La cuarta corona consecutiva en Barcelona, otra final para agrandar su leyenda como el mejor jugador de tierra del planeta, como el mejor tenista español de todos los tiempos.