A sus 53 años, Carlos Sainz vuelve al Dakar. No sé -ni siquiera él lo sabe- cuánto aguantará su Peugeot en la carrera motorizada más dura del mundo, pero lo cierto es que el piloto madrileño, sin necesidad de tener que demostrar nada a nadie, vuelve con la intención de ganar. O al menos de llegar a la meta el 16 de enero en Rosario. Pese a la mala fama que el madrileño se ha ganado debido al número de veces que la suerte le ha dejado colgado, nadie puede dudar que Carlos Sainz es uno de los mejores pilotos no sólo español sino del mundo.
Bicampeón del mundo de rallies y ganador del Dakar en coches este madrileño gran amante también del fútbol -o, mejor dicho, del Real Madrid- puede enorgullecerse de ser la persona que profesionalizó un deporte como los rallies que hasta entonces eran casi una competición entre amigos o pudientes con estructuras pobres y algo improvisadas. Algo que pocas personas le reconocen pero que no por ello es menos cierto. Además, Sainz ha conseguido seguir corriendo en un mundo demasiado efímero gracias a que ha sabido reinventarse y explorar nuevas vías donde seguir matando el gusanillo de la velocidad. Empresario, hombre con gran don de gentes, Sainz sigue ilusionando a la afición española y continúa siendo un referente. El éxito de su hijo, al haber llegado a la F1, es también en parte éxito suyo y no por el talento de Sainz junior porque con ese don se nace o no se nace, sino por el carácter y la madurez de campeón que Carlos padre ha inculcado al Carlos hijo.
Este de 2016 es su octavo Dakar y lo afronta con la misma ilusión que el primero. Con un coche, o mejor dicho con un buggy, algo más evolucionado que el del año pasado pero con las mismas limitaciones, las pistas rápidas. Las arenas de las dunas deberían ser su baza, aunque este año las arenas de Perú se han caído del recorrido, lo que a priori le perjudica, aunque en una prueba como la del Dakar hacer pronósticos es de novatos.
Pase lo que pase es un orgullo ver a pilotos como Carlos con tantos kilómetros, penurias y alegrías en su palmarés esforzarse como uno más, como cualquiera que llega nuevo en esto, con la misma ambición de quienes no conocen la gloria. Deportistas como Carlos Sainz, con mala suerte o sin ella, nos deben enorgullecer como lo hacen otros deportistas como Nadal, Alonso, Lorenzo o Márquez y un largo etcétera que, pese a tener subidas y bajadas, demuestran que el mejor camino es el esfuerzo, la ilusión y la ambición por superarse. Eso debería valernos para aplaudirles traigan o no el título a casa.