El circuito malayo de Sepang acoge el circo de la Fórmula 1 desde 1999 y, desde entonces, el trazado asiático nos ha dejado victorias agónicas como la de Fernando Alonso en 2005, cuando quedó prácticamente desfallecido en el podio por un problema en el sistema de hidratación del piloto. Otras veces, el agua calló en exceso, como en 2009 cuando sólo se pudieron disputar 31 vueltas por el diluvio que convirtió el asfalto malayo en algo más parecido a un río que a un circuito.
Una vez más, parece que la meteorología será determinante y, si las previsiones no fallan, la carrera del domingo estará pasada por agua. En estas condiciones, siempre difíciles y delicadas, las diferencias entre el RB7 de Red Bull con los bólidos de Ferrari y McLaren pueden acortarse y apretar más si cabe la carrera. El líquido elemento puede dar un respiro a los propulsores, acostumbrados a sufrir más de la cuenta en Sepang (el 70% de la vuelta giran a tope de revoluciones), y también a los neumáticos Pirelli, de los que se prevé una rápida degradación en el asfalto asiático.
La interrogante es si la lluvia podrá parar a los monoplazas austriacos, que tan intratables se mostraron en el Gran Premio inaugural de Australia. Según el patrón de las escudería del Toro, Christian Horner, el equipo podría incorporar en Malasia el Kers (Sistema de Recuperación de Energía Cinética), lo que les daría casi media décima más por vuelta. Sepang es un circuito donde la velocidad punta tiene un papel más importante que en Albert Park, con dos rectas donde se superan los 300km/h, que junto a la curva nueve, conforman los tres puntos más claros de adelantamiento.
Un as que Red Bull se guarda bajo la manga y que ha obligado a los candidatos al título a trabajar en mejoras aerodinámicas, no sabemos sin tan flexibles como aparenta el alerón delantero del coche del vigente campeón del mundo, Sebastian Vettel. De momento, Pat Fry, el subdirector técnico de Ferrari, sólo ha hablado de "mejoras aerodinámicas" para el F150 Italia, basadas sobre todo en mejorar las prestaciones del coche a una vuelta.
Nadie, excepto Lewis Hamilton, ha opinado sobre las dudas en el alerón de Vettel, acerca del cual el inglés ya ha pedido una aclaración por parte de la FIA. "Si es legal el alerón que monta Red Bull, que se diga", ha dicho Hamilton, que espera que el resto de equipos puedan beneficiarse del agarre que podría estar aportando al RB7 la elongación de su alerón. Es evidente que una decisión, o una investigación a mitad de temporada llegaría demasiado tarde, y con Red Bull con un rédito de puntos suficientes como para repetir el exitoso resultado del pasado año.
Mientras tanto la labor de los pilotos, y entre ellos y sobre todo la de Fernando Alonso, es sacar el máximo partido a sus monoplazas. La clave, no volver a fallar en la clasificación, que en Australia dejó vendido al asturiano en la salida, condicionando sus opciones al podio, a pesar de la magnífica carrera que firmó el piloto español.
La competencia será dura: veremos, seguro, a un Vettel crecido, un Hamilton que se ha demostrado que puede y un Webber y un Button enrabietados por no haber demostrado, al memos, el mismo nivel que sus compañeros de box. Pero no olvidemos que la lluvia es una compañera de viaje caprichosa, que si bien es cierto siempre se ha llevado muy bien conVettel, que no se confíe el alemán, porque la suerte cambia de pareja sin avisar. Confío en el golpe de efecto de Ferrari el próximo fin de semana, pero sobre todo confío en una carrera emocionante y limpia. Pretensión nada baladí en un Gran Premio donde se espera que el cielo riegue el circuito como tanto le gusta al patrón de la F1, Bernie Ecclestone.