Rebasado el ecuador del campeonato creo que nadie puede poner en duda dos cosas: la primera, que Vettel se hará con el campeonato del mundo y, la segunda, que Ferrari tiene dos asignaturas pendientes, la gestión de los neumáticos y de la estrategia en carrera.

Sobre la primera de las dudas resueltas parece que el alemán y su coche son invencibles. A las prestaciones y potencial del Red Bull hay que unirle el buen hacer del equipo austriaco desde el muro y la determinación demostrada por Sebastian Vettel sobre la pista. Salvo catástrofe del equipo del toro, Vettel se convertirá en el piloto más joven en ser doble campeón del mundo y además lo hará con unos números apabullantes.

La segunda de las dudas resueltas este domingo en Spa es la doble asignatura pendiente de la escudería italiana. La estrategia ya le costó el año pasado a Fernando un Mundial mientras que el problema para calentar los neumáticos está siendo esta temporada la piedra en el zapato para Ferrari, que no hace más que mirar al cielo y al mercurio nada más llegar a un circuito.

De una forma u otra el Gran Premio de Bélgica nos ha brindado, una vez más, una carrera espectacular con multitud de adelantamientos y expectativas que se quedaron en eso, expectativas. Seguro que a nadie que le gusten de verdad las carreras ha podido sentarse tranquilo durante las nueve primeras vueltas.

Una salida espectacular de Fernando frente a la de Webber, cuyo monoplaza patinó, una colisión entre Senna y Alguersuari, que fue la perdición del español, después del gran trabajo hecho el día anterior en la clasificación y un Rosberg que parecía que podía plantar cara al mismísimo Vettel.

Después, el vértigo del trazado belga, más parecido a una montaña rusa que a un circuito de velocidad, puso la pimienta. Varios adelantamientos, entre ellos el de Fernando Alonso a su compañero de equipo, Felipe Massa, y al piloto inglés Lewis Hamilton hicieron pensar que la victoria podía ser posible y eso que el asturiano salió desde la octava posición, la peor calificación del año para Fernando.

Pero como ha venido ocurriendo en los últimos tiempos en el garaje de los de Maranello se pasó de creer en la victoria a cruzar los dedos al final de la carrera para no perder más posiciones. Los fallos, los ya mencionados. Lentos, muy lentos estuvieron en Ferrari después de que hiciera acto de presencia el coche de seguridad tras el accidente de Lewis Hamilton. En Red Bull no se lo pensaron y leyeron la maniobra a la primera obligando a Fernando a mantenerse en pista para conservar la posición con unos neumáticos más gastados que sus rivales directos.

El bajón definitivo vino cuando Alonso tuvo que calzar los neumáticos más duros. Catorce vueltas interminables en las que el rendimiento del F150 se vino abajo y dejó sin opciones de podio al piloto español que vio como le pasaban Webber y Jenson Button sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Otra oportunidad perdida que esperemos Alonso encuentre en casa de Ferrari en el circuito Monza.

Y si hablamos de oportunidades perdidas tenemos que mencionar la mala suerte del piloto catalán Jaime Alguersuari, que se quedó fuera de carrera después de que Bruno Senna le embistiera en la primera curva del circuito belga. Poco le duró al de Toro Rosso la oportunidad de poder registrar el mejor resultado de su vida después de conseguir el sábado la sexta posición en parrilla.

Y no puedo terminar este artículo sin mencionar la quinta posición de Michael Schumacher veinte años después de su llegada a la Fórmula1. Todo un mito en este deporte que tantos buenos, y también malos, momentos nos ha dejado. El siete veces campeón del mundo ha cumplido su mayoría de edad muy lejos de los resultados cosechados años atrás en los que nadie tosía a uno de los mejores pilotos de todos los tiempos.