Vettel deslumbra bajo la lluvia de Monza
¿Alguien se ha enterado de que Sebastian Vettel ha ganado el GP de Italia? Lo pregunto sobre todo por todas las cosas que han pasado durante esta carrera y porque su impresionante y perfecta actuación hizo que muy pocos nos preguntáramos qué pasaba en realidad en los primeros lugares. Vettel es el espíritu de la nueva Fórmula Uno, de los nuevos valores que en los próximos años tendrán que vérselas con los "veteranos".
Tengo que confesar que yo no creía en la victoria del alemán de Toro Rosso pese a que ya había advertido sobre el gran avance de la escudería dirigida por Gerhard Berger. Las condiciones eran extremas en Monza y, aunque demostró estar muy a gusto sobre una pista mojada en los entrenamientos y en la clasificación, por detrás tenía a pilotos más experimentados con coches –por ejemplo Kovalainen– en teoría mucho más competitivos y con una velocidad punta mayor, un elemento muy importante en Monza, incluso en mojado. Por detrás el piloto finlandés de McLaren nunca estuvo lo suficientemente cerca como para amenazarle, ni siquiera tras la partida lanzada. El podio lo completó Robert Kubica, que aunque ha pasado desapercibido, redondeó un carrerón de principio a fin. No olvidemos que partió decimoprimero y optó también por una sola parada. El polaco parece irse recuperando de un bache que comenzó tras su victoria en Canadá.
En cuanto a la lucha por el Mundial, la cosa se mantiene muy apretada. La carrera de Massa ha sido bastante normal, lineal y sin problemas reales. Partió sexto y llegó sexto, algo que le permite seguir en una lucha con Hamilton de la que parece ya despedirse el actual campeón mundial Kimi Raikkonen. El británico de McLaren nos ha vuelto a regalar una gran carrera. Durante las primeras vueltas se le vio bastante lento pero a partir de la novena comenzó su ataque y después de la 27, cuando entró para calzar neumáticos de lluvia extrema, parecía que la victoria podría ser suya. Pero la lluvia que todos esperaban no cayó y muchos –incluido él– vieron alterados sus planes al tener que entrar para buscar neumáticos intermedios.
Ese problema no lo tuvo Alonso. Aunque no fue el primero en arriesgarse –lo hizo David Coulthard–, preguntó en su momento sobre esa posibilidad y lo cierto es que al hacerlo –esta vez no tardó una vuelta como en Spa– acertó de pleno porque los que le imitaron lo hicieron tres vueltas después (Massa-Glock), cuatro (Kovalainen-Webber), cinco (Raikkonen) y seis (Vettel-Hamilton). Eso le permitió rebajar tiempos y poder ir reforzando un cuarto lugar que pareció estar muy amenazado ante la arremetida de Heidfeld, Massa y Hamilton, que tenían coches mucho más competitivos que el español. Sin embargo, la pelea entre los tres benefició a Alonso que incluso llegó a acercarse a Kubica aunque el podio estuvo siempre bastante lejos.
En resumen, se puede decir que Alonso ha logrado un nuevo gran resultado (no olvidemos que partió octavo, cuatro puestos por detrás) y otra vez bajo la lluvia, aunque en Monza las cosas parecían aún más complicadas que en Spa. Lo de Vettel es para enmarcarlo, mientras que Kubica se aleja incluso de Raikkonen en la clasificación, aunque parece que el mundial será una cuestión de dos: Hamilton y Massa. Pero pese a que el inglés parece favorito, la experiencia de 2007 nos hace ser algo más prudentes.
El espectáculo de la Fórmula Uno se traslada ahora a Singapur. Y no digo "espectáculo" gratuitamente, ya que Bernie Ecclestone se ha esforzado sobre todo este año para que esta categoría se vaya renovando. A un circuito de Valencia –a mi modo de ver atractivo, aunque la carrera dejó mucho que desear–, ahora se le une otro urbano pero de noche. Aquí lo veremos en el horario habitual pero no puedo esconder mi curiosidad por una carrera en la que las banderas amarillas, azules o verdes se transformarán en super bombillas y los árboles en enormes postes de luz.